Confucio decía: “El que domina su cólera domina a su peor enemigo.”
El enojo y la ira generalmente son una manifestación agresiva del temor. En estos momentos te pregunto: ¿Tienes miedo?
Ahora que tal vez tus seguridades tiemblan y el optimismo se estrella contra las limitaciones ¿Sientes temor? Pues es simple, no tengas miedo. Desecha los temores. Es una directriz simple, vieja y honorable, encontrada en los viejos y nuevos testamentos. Es el secreto de la vida.
C.S. Lewis escribió una vez: “Valor no es simplemente una de las virtudes pero la forma de cada virtud en el punto de su prueba.” No temas.
Veamos: Estás asustado de no poder expresar lo que sabes, de no lograr lo que deseas, de tomar la trayectoria incorrecta en estas horas críticas en que en que debes navegar cientos sino miles de páginas de conocimiento, en fin, de fallar.
Tus amigos más cercanos van por un lado, usted en otra.
De esta charca en que nos encontramos atascados tenemos que lograr llegar al río, y aún más adelante el mar nos espera. Y la charca nos ha sorprendido con sus aguas pestilentes, oscuras y espesas, y la corriente es áspera y los remos pesan.
Oh, si, hemos aprendido muchas cosas, hemos iniciado nuevas maneras de interpretar los sucesos.
Una versdadera universidad en su fachada debe tener la frase "expulsa el miedo" tallado en hierro fundido.
Rechaza ser acobardado por las opiniones de otras. Y si mi experiencia sirve de algo en este momento te reto a que te rías en la cara del temor. Por eso, no temas.
Para muestra un botón, pues varios deben ser más que suficiente: Alberto Einstein nació en 1879 en el seno de una familia judía en Alemania. Se crió en Munich hasta 1894 cuando su familia se trasladó a Italia por cuestiones laborales. Se sabe que fue un niño tímido, retraído y con problemas con el lenguaje. Desde siempre Einstein demostró una inclinación especial hacia la matemática y la física, dejando de lado el resto de asignaturas aunque tuvo problemas con el álgebra (lo reprobó). Cursó estudios superiores en el Politécnico de Zurich donde conoció a la que sería esposa, Mileva Maric. Tras graduarse en 1900 no pudo encontrar trabajo en la Universidad así que, tras pasar por varios trabajos, en 1902 y gracias a la mediación del padre de compañero de estudios, entró a trabajar como funcionario en la Oficina de Patentes de Zurich. En 1903 se casó Mileva con la que tuvo dos hijos. Se doctoró en la Universidad de Zurich en 1905 el mismo año en que adquirió gran fama mundial por la publicación de una serie de artículos sobre física que cambiaron la concepción del tiempo, la energía y el universo y sentaron dos de las bases de la física moderna: la era atómica y la mecánica cuántica.
Abrahán Lincoln nació cerca de Hodgenville, Kentucky, en una familia humilde. La vida del joven Lincoln fue dura y solitaria, acostumbrado al trabajo y contando con escasa educación formal; más tarde decidió estudiar leyes y ante la imposibilidad de asistir a alguna Universidad, realizó sus estudios de forma autodidacta, hasta que logró ser abogado. A los veinticuatro años hizo su entrada en política, cosechando fracasos iniciales. Tras ser designado diputado, perdió el cargo al oponerse a la guerra con México. Por dos veces más fracasó en su intento de conseguir un escaño en el Senado, debiendo retirarse a su residencia en Springfield (Illinois) para ejercer su trabajo como abogado. Tuvo cuatro hijos de los que uno solo sobrevivió. A los cincuenta años no se sentía muy cómodo con su vida, fracasado en su objetivo de desarrollar una carrera política. Es muy conocido que por 28 años Abraham Lincoln experimentó un fracaso tras otro. Después de un ataque de nervios en 1833 intentó ser elegido a la Cámara de Representantes y perdió varias veces. En 1848 perdió su segunda nominación al Congreso y no fue aceptado como oficial en 1849. Estos fracasos no lo detuvieron en su lucha. En 1854 perdió en el Senado. Dos años después perdió la nominación para la Vice-Presidencia y fue de nuevo derrotado en el Senado en 1858. Pero no se dió por vencido. Aunque poseía cierto renombre como abogado, su patrimonio no era demasiado amplio, debiendo hacer frente a algunas deudas. Eran sus amigos más cercanos quienes le animaban a intentar de nuevo el acceso a la política, si bien Lincoln se sentía decepcionado. Una serie de casualidades daría, sin embargo, con Lincoln de nuevo dedicado a la política. Los desastrosos resultados académicos de su hijo Robert le obligaron a viajar hasta la academia de New Hampshire en que se hallaba estudiando. Previamente, Lincoln recibió el encargo de dictar una conferencia en Brooklyn, a cambio de doscientos dólares. El dinero podía venirle bien a su maltrecha economía, y además no interfería demasiado en su viaje. Aceptó el encargo y se comprometió a abordar temas políticos comprometidos en su charla, lo que generó expectación entre el público y los organizadores. Estos, viendo el interés despertado, cambiaron el auditorio a un gran local en Nueva York, permitiendo la asistencia de dos mil personas. La conferencia fue un rotundo éxito, abriendo los periódicos a la mañana siguiente con la reseña del evento. Rápidamente Lincoln fue requerido por los dirigentes republicanos para que dictara más conferencias en su camino hacia New Hampshire, pronunciando once discursos con el mismo éxito. Se presentó entonces como candidato en la Convención Nacional Republicana, celebrada en Chicago el 16 de mayo de 1860. Para lograr ser designado como candidato debía derrotar en las urnas a otro candidato mejor colocado, William Seward. La casualidad volvió a favorecer a Lincoln: las papeletas para la elección tardaron en estar listas, tiempo que aprovechó el candidato y su equipo para ganar los apoyos necesarios. La importancia de ser candidato republicano era básica, pues prácticamente aseguraba la presidencia al hallarse los demócratas divididos en tres candidaturas por la cuestión de la esclavitud. Así, el 6 de noviembre de 1860 Lincoln salió elegido presidente.
Walt Disney fracasó en los negocios en varias ocasiones y tuvo un ataque de nervios antes de que llegara al éxito. Enrico Caruso fracasó tantas veces con sus notas altas que su maestro de voz le aconsejó que se diera por vencido. No lo hizo. En su lugar, perseveró y se convirtió en uno de los tenores más grandes del mundo. Henry Ford estaba en la ruina cuando tenía 40 años. El maestro de Thomas Edison lo llamó ignorante, y después falló en más de 6,000 ocasiones antes de perfeccionar la primera bombilla eléctrica.
Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar.
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