Esquizofrenia social: recuperación más grande de beneficios corporativos y recesión para la clase media y los trabajadores son dos lados de la misma moneda. El estancamiento salarial alinea como el impacto recesionario más común y extendido. Los trabajadores creerán en la recuperación cuando vean un aumento en sus cheques (si es que tienen trabajo, claro está). Por ahora, los aumentos en productividad van directo a sus patronos. Andrew Sum, profesor de economía en la universidad Northeastern, concluye que es “la desigualdad más grande entre salarios verdaderos en relación con beneficios corporativos en nuestra historia.”
Beneficios corporativos exhibieron una tendencia permanente a elevarse a expensas de salarios. El uno por ciento de la élite económica acaparó casi dos tercios de todo el desarrollo económico.
La distribución desigual entre las ganancias de la élite económica y los salarios en última instancia refleja la mala distribución (hasta antagónica y contenciosa) del poder entre los sectores financieros y representativos de los grandes patronos y el trabajador- tanto en el lugar de trabajo como en el gobierno.
Pensar que algunos ilusos llegaron a atreverse a plantear que la lucha de clases sociales fue superado y viene la realidad les demuestra la verdad con el recrudecimiento del conflicto (oligarquía) y mediante el neoliberalismo el cese de facto de los gobiernos constitucionales (plutocracia).
El desempleo elevado permite que la gerencia extorsione concesiones salariales y exija aumentos de la productividad de sus empleados ansiosos. Un artículo de diciembre de The Economist explica, “desde finales de 2008 la productividad ha crecido a un índice anualizado impresionante de 4.2% mientras que la remuneración por hora ha arrastrado por apenas 2.1%. Los costos laborales han caído a una tarifa anualizada del 2%, la declinación acumulativa más escarpada desde los años 50. Los beneficios (ganancias) deben su forma de V en gran parte al desempleo.”
La crisis del desempleo califica como emergencia nacional (como vimos que hizo el Gobernador Fortuño para legitimizar su deplorable programa de despidos masivos) pero ¿cómo compaginar una supuesta emergencia con una era de ganancias corporativas extraordinarias?
El filósofo y exdiplomático Stéphane Hessel, autor del libro "¡Indignaos!", que llama a los ciudadanos a la toma de conciencia y la acción social, apuntó que la oligarquía económica y financiera está en el origen de los problemas denunciados por la población.
"Hay gente muy rica y potente que ha decidido que para mantener su riqueza es necesario que haya la menor injerencia posible por parte del Estado", apuntó en conferencia de prensa, en la que dijo que esa oligarquía "nos impide resolver los problemas de todos".
Hessel, presentado como el hombre que puede ayudar a la emergencia de una nueva conciencia, considera que el camino que debe tomarse consiste en "movilizar a los ciudadanos para que obliguen a sus gobiernos a comportarse de manera más valiente contra esas fuerzas".
"[E]l conflicto se vuelve insoluble", para quien fuera uno de los redactores de la Declaración Mundial de los Derechos Humanos en 1948, cuyo su libro, solo en Francia ha vendido ya más de tres millones de ejemplares, su intención fue decirles sobre todo a las nuevas generaciones "que tienen la posibilidad de cambiar el mundo, primero indignándose y luego comprometiéndose".
Para Hessel, la crisis financiera, "más allá de haberse superado, continúa siendo una gran preocupación" que, según destacó, "seguimos siendo víctimas de la forma en la que los bancos y los gobiernos se comportan… los ciudadanos deben tomar las riendas por sí mismos allá donde estén", aseguró que ha vivido periodos importantes y ha aprendido algunas lecciones, pero que no puede ofrecer todas las soluciones, no obstante, que los pasos que tomen los gobiernos no deben ir "en el sentido de privatizaciones sucesivas, sino en el de la estabilización de los bienes públicos".
El sector privado no sólo ha sido la principal fuente de dislocación masiva en el mercado laboral, pero también ha sido un beneficiario. Durante los últimos dos años, la productividad se ha elevado mientras que han caído los costos laborales. Por efecto de los despidos y la contracción de los beneficios salariales, las compañías suministran su propia demanda para un mercado laboral retractable.
El economista José LaVorgna de Deutsche Bank observa que el beneficio-por-empleado es el más alto en la historia del capitalismo moderno, agregando, "Pienso que lo que no se percibe es la salud fenomenal del sector" corporativo mientras que debido a la merma en ingresos fiscales al estado los despidos en los gobiernos se han acelerado y masificado.
El trabajo temporero representó un 80 por ciento del crecimiento de trabajo del sector privado. Las compañías están transformando el trabajo temporero en una característica permanente de la mano de obra. Prensa Unida Internacional (PUI) divulga, " El 26.2 por ciento de los nuevos trabajos del sector privado son temporeros, comparado al 10.9 por ciento en la recuperación de los años 90 y al 7.1 por ciento en períodos de recuperación” anteriores. El resto del crecimiento de trabajos del sector privado 2010 ha consistido principalmente en trabajos con salarios bajos y escasos beneficios adicionales que ha crecido cuatro veces el índice del resto de la economía.
Este marco de la economía es importante entenderlo para poder analizar los peligros de proyectos de legislación como los que ha promovido el PNP recientemente con su propuesta de extender el período probatorio de los empleos privados hasta dos años. Esta movida lo que busca es acrecentar márgenes de ganancias y afianzar ese mercado laboral retractable que permite que las corporaciones multipliquen sus ganancias mientras el beneficio social se mantiene al mínimo.
Más síntomas de la esquizofrenia económica. Las corporaciones se han ausentado de la recuperación de trabajos - pero llevan a cabo una extraordinaria recuperación de ganancias. Gran parte de las ganancias se deduce del aumento en la plusvalía (margen de ganancias que deja un trabajador promedio tras devengar su sueldo). Las multinacionales todavía emplean dos tercios de su mano de obra del mercado laboral local (a pesar de que participan en una campaña desinformativa masiva que proyecta cuadros exagerados de empleos exportados al mercado laboral global) lo que conforma un cuadro en el que realmente los grandes ejecutivos empresariales han aumentado significativamente la explotación e inseguridad institucional de los trabajadores.
Un estudio anual del rotativo USA Today encontró que ingresos salariales del sector privado, como parte de los ingresos económicos, bajaron al 41.9 por ciento a principios de este año, una baja récord. Analistas conservadores se refieren al efecto como que las corporaciones en lugar de empujar el carro ahora simplemente se han montado en el carro. Mientras los ejecutivos empresariales y los inversionistas ricos son los únicos que disfrutan del paseo. Los ejecutivos empresariales han encontrado una fórmula simple: cuanto menos contribuyen a la economía, más guardan para sí mismos y los accionistas. El informe de flujo de fondos de la Reserva federal revela que las ganancias corporativas representan cerca del 11.2 por ciento del ingreso nacional.
Las corporaciones han amontonado casi $2 trillones en efectivo ("cash"), representando el 11 por ciento de los activos totales, las cifras más altas en 60 años. Las compañías no emplean sus ganancias en emplear trabajadores ya que han encontrado un mejor uso para el efectivo. Los altos niveles de efectivo están generando ya aumentos del dividendo, compras nuevas de empresas, inversiones de capital y fusiones y adquisiciones, actividades financieras al margen del sistema productivo. La paradoja de los activos líquidos substanciales que acompañan un déficit en inversión valida la idea Keynesiana de que las depresiones sean causadas por exceso de ahorros (volveremos a esta paradoja más adelante). The Economist observa, " la inversión empresarial es tan baja como nunca como parte del GDP (producto interno bruto)."
La transferencia de personalidades como conducta esquizoide productiva. El impuesto corporativo como porcentaje del GDP en 2009 y 2010 son los más bajos apenas sobre el 1 por ciento. La legislación tributaria permite que las multinacionales difieran indefinidamente sus obligaciones de impuesto en beneficios ganados en el extranjero hasta que ellos "repatrian" los beneficios. Las corporaciones han aumentado su caudal de ultramar un 70 por ciento en cuatro años, ahora se encuentra sobre $1 trillones - en gran parte esquivando impuestos con una práctica conocida como "transferencia de precios." La tasación de la transferencia permite que las compañías asignen costos en países con altos impuestos fiscales y se benefician de las jurisdicciones de impuestos bajos - sin importar el origen de la venta. Las corporaciones están utilizando la tasación de la transferencia para evitar obligaciones de impuestos por una suma de los dólares $60 mil millones anualmente, según un estudio de Kimberly A. Clausing, profesora de economía en Reed College en Portland, Oregon.
La paradoja de una esquizofrenia económica funcional. Según el estudio importante de Andrew Sum y de José McLaughlin, la crisis económica (la esquizofrenia) ha convertido el sistema en uno que funciona con el nivel de desempleo más alto al contrario de lo que era el rendimiento social del sistema previamente. Los viejos modelos económicos asumen que las compañías reaccionan simplemente a los cambios externos en la demanda. Mientras los ejecutivos deben adaptarse a la demanda decreciente, conservan una cantidad justa de discreción en cómo responderán. En las oficinas corporativas, las ganancias no son todo, son lo único que importa. JPMorgan concluye que la recuperación corporativa actual es más dependiente del cuadro laboral contraído (desempleo masivo y salarios estancados). Lo llaman la "paradoja de las ganancias." Los ejecutivos están actuando en su propio mejor interés: maximización de márgenes de ganancias frente a la demanda débil por despidos y reducciones salariales extensas. Pero lo que ha sido excesivamente provechoso para las corporaciones ha resultado un desastre para las familias trabajadoras y sus comunidades.
El problema no es estrictamente cuestión de economía, sino una cuestión de valores y prioridades que deben regir como objetivos de la actividad económica siendo la misma supuestamente una ciencia social y no meramente un ejercicio de multiplicación exponencial de ganancias: Como otros cambios a la política económica, la desregulación del mercado laboral inclina el equilibrio de fuerzas a favor de los patronos y contra trabajadores. La desregulación del mercado laboral se traduce en tres cosas: uniones débiles, leyes débiles de protección del trabajador y empleo total débil.
Los autores de la flexibilidad del mercado laboral, como hemos escuchado en las recientes argumentaciones de la propuesta extensión del período probatorio, sostienen que es más fácil para el sector privado crear trabajos cuando los costos transaccionales asociados se reducen.
Desafortunadamente, las protecciones legales para los trabajadores no pueden empeorar: las leyes laborales permiten despidos injustificados (aunque medien compensaciones el despido a menos que sea por discrimen subsiste como cosa de hecho). Otra consecuencia de la flexibilidad del mercado laboral ha sido el cambio de trabajos a posiciones temporeras lo que incrementa la inseguridad sociológica entra las comunidades de trabajadores y la clase media. En 2010, el 26 por ciento todos los trabajos nuevos eran temporeros - comparado con menos del 11 por ciento en el 1990: el modelo americano de alta productividad y paga baja.
La crisis del desempleo ha sido un regalo del cielo para los superricos, que poseen la gran mayoría de los activos financieros. El desempleo persistente y uniones débiles han cambiado la mano de obra en un mercado en el que los trabajadores "toman lo que hay" en lugar de ser trabajadores que producen y por lo tanto pueden exigir a base de su productividad.
Invirtiendo en la esquizofrenia: el negocio de locos es un negocio seguro. Jornales y sueldos representan dos tercios de los costos de producción y producen la inflación. La alta inflación es el peor enemigo de los bonistas porque los bonos son seguridades de tasas fijas de ganancias. Por ejemplo, si los bonos generan un cinco por ciento y la inflación opera al cuatro por ciento, la ganancia del bono (en su retorno) se reduce a uno por ciento. El desempleo elevado funciona como un ancla contra la espiral de la inflación y las expectativas de inflación baja operan a favor de las expectativas de los bonistas. Gracias a la ausencia del crecimiento del salario verdadero, los fondos mediante bonos han sido afluentes de registro y los inversionistas se han beneficiado inmensamente.
Conclusión preliminar: las ventajas de las alucinaciones esquizofrénicas. Estamos y hemos estado viviendo en un estado en el que las malas noticias son buenas noticias. Eso significa que las malas noticias producen tarifas de bajo interés que hacen las acciones, particularmente acciones con dividendos más lucrativos, más atractivos (estimula el mercado de valores) y beneficiosos.
Debemos repetir: el problema no es cuestión de economía, sino una cuestión de valores y prioridades.
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2 comentarios:
el problema es el sistema completo y en el paradigma en el que se crean todas las ideologias politicas/economicas que hemos conocido en el ultimo siglo... debemos cambiar muchos aspectos del sistema que son lineales y por su naturaleza circular termina en caos, desigualdad, ect, ect... como por ejemplo el sistema económico, educativo, salud, ect, ect... cuando el funcionamiento del ser humano y del planeta es uno sistemico no le puedes imponer sistemas lineales por que se jode la cosa...
Robert Reich es economista, profesor, autor, y comentarista político. Profesor de la escuela Goldman de administración pública en la Universidad de California, Berkeley. Antes profesor en Harvard y la universidad de Brandeis. También ha sido redactor y editor colaborador de New Reublic, de la Revista de negocios de Harvard, del Atlantic, del New York Times, y de Wall Street Journal. Ha servido en las tres administraciones pesidenciales, incluyendo Ford, Carter, y como Secretario del trabajo con el presidente Bill Clinton, de 1993 a 1997.
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