lunes, 13 de agosto de 2007
En lo que el hacha va y viene-dos.
Justicia y realidad. Según Goethe, la ley es poderosa, pero más poderosa es la necesidad. El código de leyes promulgado por Hammurabi hace más de tres mil años, precisamente en lo que hoy conocemos como Irak, posee los principios de justicia que han sido objeto del reconocimiento de casi todas las sociedades humanas: protección jurídica de los pobres, y, restricciones para los poderosos, a fin de que no puedan oprimir a los más débiles.
La Carta Magna, en 1215, planteaba sin ambages: ‘No venderemos, denegaremos ni retrasaremos a nadie su derecho ni la justicia.’ Ocho siglos han pasado de la firma de dicho documento que presagiaba el comienzo de la era constitucionalista y los derechos ciudadanos y aún para superar los problemas actuales y velar por la mejora de las condiciones económicas, sociales y ambientales, debemos comenzar por reconocer las dificultades a que nos enfrentamos y como muchos de estos son producidos o agravados precisamente por las graves deficiencias de justicia y sistemas antagónicos con la realidad de un mundo de seres humanos con derechos iguales.
Los problemas más graves a que se enfrentan los pueblos, comprenden la escasez de recursos financieros, la falta de oportunidades de empleo, el aumento del número de personas sin hogar, el incremento de la pobreza y el desequilibrio creciente entre ricos y pobres, el aumento de la inseguridad y de los índices de delincuencia, las deficiencias y el deterioro del patrimonio de viviendas y de los servicios e infraestructuras, la falta de instalaciones sanitarias y docentes, el uso indebido de la tierra, la inseguridad en la tenencia, la creciente congestión del tráfico, el aumento de la contaminación, la falta de zonas verdes, las deficiencias en el abastecimiento de agua y el saneamiento, la falta de coordinación del desarrollo urbano y la creciente vulnerabilidad a los desastres. Los altos índices de migración internacional e interna y el crecimiento de la población sumada a las pautas insostenibles de consumo agudizan particularmente esos problemas. En las ciudades y los pueblos de todo el mundo, grandes sectores de la población viven en condiciones deficientes y padecen graves problemas, inclusive de orden ecológico, que se ven agravados por la falta de capacidad de planificación y gestión, la falta de inversiones y tecnología, la movilización insuficiente y la asignación incorrecta de recursos financieros, además de la escasez de oportunidades sociales y económicas.
“De acuerdo al Informe del Desarrollo Humano publicados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en 1997, a nivel global las disparidades continúan reforzándose aceleradamente. El 20% más pobre de la población paso de controlar el 2.3% de los ingresos globales en 1960 a controlar solo el 1.1% de esos ingresos en 1996. La proporción entre el ingreso del 20% más afluente en comparación con el ingreso del 20% más pobre paso de ser de 30:1 en 1960 a 61:1 en 1991 y 78:1 en 1994. Lo que significa que el proceso continúa acelerándose.”[1]
Existen más de mil millones de personas que viven en condiciones de absoluta indigencia. Esto debe leerse como un hecho moralmente inaceptable, pero también como el signo de una ilegitimidad jurídica profunda. Hoy 1500 millones de personas en el mundo no pueden gozar del privilegio del agua potable y la ONU afirma que para el año 2025 la demanda de agua potable será el 56% más que el suministro.
Necesidades ambientales en el Caribe y Puerto Rico.
“Dada la diversidad geográfica, cultural y socioeconómica del Caribe, los países de esta región presentan una variedad de problemas ambientales. La deforestación es el problema ecológico principal en Haití, la pérdida de los suelos fértiles debido a la erosión es un problema muy serio en República Dominicana, la contaminación de los acuíferos es muy frecuente en Puerto Rico, la destrucción de los recursos costaneros como manglares, corales y playas es un fenómeno común en las Antillas Menores. Los recursos pesqueros han disminuido con la contaminación de las aguas litorales y la sobrepesca, los mejores terrenos agrícolas se han perdido por su reclamación para ser urbanizados. El deterioro ecológico abarca zonas urbanas como las de la Habana Vieja, Kingston, Santo Domingo o San Juan.
La extinción de las especies vegetales y faunísticas es otro problema que abarca a casi todos los países caribeños. La diversidad faunística de Costa Rica, México, Trinidad y Venezuela está siendo amenazada con la destrucción de los bosques. La disecación de lagunas hipersaladas es un problema registrado en la laguna de Oviedo en Santo Domingo, La Bahía de Jobos en Guayama, Puerto Rico y la Ciénaga de Zapata en la provincia de Matanzas en Cuba. Esta situación se repite con frecuencia en las zonas estuarinas de las Antillas Menores.
Algunos problemas de carácter local conciernen a la contaminación por mercurio que causan algunas industrias en Puerto Rico, el deterioro del paisaje rural que causa la explotación de la bauxita en Jamaica, la pérdida que produce la extracción de las arenas sulfurosas de Trinidad, la destrucción del habitáculo natural que consigo trae la canalización de los ríos de Costa Rica, la contaminación de los cenotes de Yucatán, México y su eventual salinificación. La contaminación que producen los deshechos domésticos es frecuente en las zonas pobres de la ciudad de Santo Domingo y Caracas, la desertificación es un problema que puede apreciarse tanto en Haití como en la isla de Vieques, Puerto Rico.
El Caribe en su conjunto, comparte una serie de problemas ecológicos de mayor escala como lo son la pérdida por la erosión de los recursos playeros, la sobreexplotación de los recursos pesqueros y la alteración de los ciclos naturales de reproducción de especies. En las zonas urbanas suelen coincidir el deterioro del espacio urbano con los problemas sociales de la criminalidad, drogadicción, prostitución, etc. La lluvia ácida no es un caso raro en ciudades como Ciudad de México, Caracas, Santo Domingo o San Juan. De hecho, los niveles de emisión de contaminantes tales como el monóxido de carbono, ácido sulfúrico y óxido de azufre son altos en relación a los estándares establecidos. La mayoría de nuestras ciudades poseen niveles de reflexión de energía bastante elevados, lo que produce temperaturas más altas que lo usual. En San Juan, por ejemplo, la temperatura promedio anual es en la actualidad de 3º F más elevada que en el 1940.”[2]
Según Carl Axel Soderberg, director de la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) "Puerto Rico tiene una huella ecológica que es dos veces más grande que Cuba. Eso significa que necesitamos que Puerto Rico sea una isla 26 veces más grande de lo que es, para ser sustentable", declaró el funcionario federal. La huella ecológica es lo que los estudiosos definen como el área del terreno impactada principalmente por construcciones. De manera, que ello implica que el área de Puerto Rico que ha sido objeto de algún tipo de desarrollo es proporcionalmente mayor a lo que los científicos consideran sería lo apropiado. Según el Director de EPA, eso se debe a que Puerto Rico es el segundo país del hemisferio americano con mayor densidad poblacional y el número once del mundo. Eso unido al hecho de que cada familia quiere obtener una vivienda y que preferiblemente sea una casa con patio en lugar de un apartamento, hacen que la tierra se vaya reduciendo. Soderberg explicó que unido a ese hecho, el país enfrenta tres grandes problemas ambientales en los próximos años: la contaminación del agua dulce que es la fuente para el consumo humano, el inadecuado manejo de los desperdicios sólidos y la pérdida del hábitat natural. Dijo que Puerto Rico tiene que decidirse a eliminar las fuentes dispersas de contaminación en los cuerpos de agua dulce. Resaltó que no es recomendable para ningún país tener el 40 por ciento de sus posibles fuentes de abasto contaminadas como en la actualidad. "Puerto Rico tiene la jurisdicción con menos agua en todas las Antillas, con la excepción de Haití, según datos de la UNESCO", aseveró.[3]
La evolución de la sociedad necesariamente implica la evolución del derecho, el cual debe regular aquellas áreas que se presentan como necesidades en la comunidad. Es por eso que el derecho debe prevenir las consecuencias del uso indiscriminado de ciertas figuras jurídicas y, respondiendo a la nueva conciencia social, debe procurar la creación y aplicación de recursos jurídicos que tutelen esas necesidades.
El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación. Es deber del Estado velar para que este derecho no sea afectado y tutelar la preservación de la naturaleza. La ley podrá establecer restricciones específicas al ejercicio de determinados derechos o libertades para proteger el medio ambiente. La mayoría de los problemas ambientales de Puerto Rico no se deben a la falta de normas en nuestro ordenamiento jurídico. Estados Unidos es uno de los países que cuenta con la mayor cantidad de legislaciones ambientales y Puerto Rico le ha seguido los pasos creando toda una gama de legislación ambiental e inclusive elevando la conservación del ambiente a un rango constitucional como dispone la sección diecinueve del artículo IV de la Constitución del E.L.A.: “Será la política pública del Estado Libre Asociado la más eficaz conservación de sus recursos naturales, así como el mayor desarrollo y aprovechamiento de los mismos para el beneficio general de la comunidad”.
En las ciudades la basura lleva siendo un problema casi desde el origen de éstas, debido a la alta densidad de población y al hecho de arrojar la basura a las calles. Esto ha producido la proliferación de insectos, roedores y microorganismos patógenos, trayendo como consecuencia enfermedades catastróficas para el hombre como la peste. Un mal sistema de gestión de las basuras, producirá un deterioro y depreciación del entorno debido a la contaminación del aire, del agua y del suelo.
En Puerto Rico se generan cerca de 9,000 a 10,000 toneladas de desperdicios sólidos diariamente, el problema con la disposición de la basura en Puerto Rico es de tal magnitud que para el 2015 apenas habrá 13 vertederos abiertos, ya que el resto se tendrá que cerrar por haber alcanzado su vida útil pero apenas el 13 por ciento de esta cantidad es desviada de los basureros mediante el reciclaje.
La deforestación, reducción del ozono en la atmósfera, aumento en la concentración de los gases de efecto invernadero, la erosión y desertificación, y las extinciones de especies son ejemplos de los impactos globales del ser humano. La deforestación no es lo mismo que la degradación forestal, que consiste en una reducción de la calidad del bosque, aunque ambos procesos están vinculados y producen diversos problemas. Pueden producir erosión del suelo y desestabilización de las capas freáticas, lo que a su vez favorece las inundaciones o sequías. Reducen la biodiversidad, lo que resulta sobre todo significativo en los bosques tropicales, que albergan buena parte de la biodiversidad del mundo. Puerto Rico sufrió gran deforestación cuando la sociedad era agrícola. Quedan al presente 3,400 hectáreas de bosques primarios, de los cuales 2,200 hectáreas se encontraban en las montañas de Luquillo, mientras que el resto estaba en el Bosque Carite, Toro negro, Maricao y áreas de poca accesibilidad ubicada mayormente en fincas privadas. La deforestación de Puerto Rico fue de 95% de su cubierta forestal adicional. La pérdida del hábitat de las casi 3,000 especies de plantas originales de Puerto Rico se ha visto fuertemente amenazada por una deforestación muy acelerada. El bosque, como ecosistema, puede constituirse en un bien jurídico tutelado en sí mismo, ya que éste tiene por objeto al ambiente, que contiene como una de sus instancias, precisamente, al bosque. El mismo debe protegerse por su función a favor del interés social, por su capacidad de regular el clima, preservar los suelos, conservar las cuencas hidrográficas, etc.
La reducción de biodiversidad es una consecuencia directa del desarrollo humano y el uso inadecuado de los ecosistemas además de perturbar su funcionamiento también implica un costo. La conservación de la diversidad biológica supone una labor activa que procure satisfacer las necesidades de recursos biológicos de la población al mismo tiempo que se asegura la sostenibilidad a lo largo del tiempo de la riqueza del planeta.
El Caribe ocupa el tercer lugar en el mundo en cuanto a la biodiversidad. Existen 668 especies de aves y 148 de ellas son endémicas de la región. Sin embargo, la conservación de la biodiversidad no constituye una prioridad. Puerto Rico cuenta con una serie de ecosistemas frágiles cuyas especies son susceptibles a extinciones locales. Puerto Rico tiene una diversa y abundante fauna de anfibios. Cuenta Puerto Rico con 23 especies, las cuales forman una parte importante de su herpetofauna (fauna de anfibios y reptiles). De estas 23 especies, 18 son nativas y 16 son coquíes. Los anfibios, por su serio problema de la pérdida continua de agua están limitados mayormente a lugares húmedos y casi todos son exclusivamente nocturnales.
En los últimos 20 años Puerto Rico probablemente ha perdido tres especies de coquíes, el Coquí Dorado, el Coquí de Eneida y el Coquí Palmeado, sin duda alguna, tres de las especies más interesantes de nuestra isla.
“De todos los bosques del mundo son los del trópico los que han sufrido una mayor destrucción en los últimos años. En esta zona la sierra mecánica y el fuego han causado estragos (Myers, 1991). Cuando el bosque desaparece, también lo hacen las especies que en él viven, probablemente hoy a un ritmo de varias docenas al día.
El bosque tropical es la más hermosa celebración con que la naturaleza ha embellecido la superficie del planeta. Su diversidad biótica es legendaria. Aunque a diario nos beneficiamos de la existencia de los bosques tropicales, también a diario contribuimos a su destrucción y junto con ésta, a la pérdida de su riqueza biológica (Myers, 1991).
En los humedales la tierra se confunde con el agua, salada o dulce. Cubren cerca del 6% de la superficie terrestre. Los humedales son el hábitat natural de una rica variedad de vida silvestre, en especial aves, peces e insectos. Muchas personas ignoran la importancia de los humedales, considerándolos a veces como áreas baldías.
Los desecan para lograr espacios deportivos y tierras de labor. Hay muchas especies en peligro de extinción que dependen de estas áreas (Walker, 1995).
La introducción de especies provoca muchas extinciones, especialmente en las islas. En estos ecosistemas aislados, un nuevo depredador competidor, o agente patógeno, puede poner en peligro rápidamente a especies que no pueden desarrollarse conjuntamente con los intrusos. En Hawaii, por ejemplo, unas 86 especies de plantas introducidas amenazan la biodiversidad nativa; una especie de árbol introducida ha desplazado a más de 30,000 acres de bosques nativos. Esta situación la tenemos aquí en Puerto Rico, en La Isla de Mona donde la introducción de cabras y cerdos ha puesto en peligro a la iguana, un animal que está en estos momentos en peligro de extinción.
Las especies introducidas pueden ser desastrosas para las poblaciones de animales y plantas nativas que no están equipadas para competir con las llamadas especies exóticas. Aún las especies exóticas introducidas con fines beneficiosos, por ejemplo, las mangostas importadas a Puerto Rico y a las Islas Vírgenes para el control de las ratas, han diezmado las poblaciones de aves y serpientes nativas.”[4]
A medida que el planeta se calienta, los cascos polares se derriten. Además el calor del sol cuando llega a los polos, es reflejado de nuevo hacia el espacio. Al derretirse, menor será la cantidad de calor que se refleje, lo que hará que la tierra se caliente más. El calentamiento global también ocasionará que se evapore más agua de los océanos. El vapor de agua actúa como un gas invernadero. Así pues, habrá un mayor calentamiento. “No estamos hablando de cosas que van a pasar. Son cosas que están pasando", insistió Edwin Hernández, especialista en corales. Afirmó que los corales atraviesan por una catástrofe ecológica y los daños de los cambios climáticos se han sentido ya en aves y anfibios como varias especies de coquíes….Las recomendaciones incluyen redefinir la zona marítimo terrestre hasta donde lleguen las olas de alta peligrosidad, implantar el Puerto Rico State Action Plan to Reduce GreenHouse Gas Emissions, de 1999, en las guías gubernamentales como el Plan de Uso de Terrenos y el Plan de Aguas. Adquirir o proteger el 25 por ciento del territorio del país en 10 años y aplicar los principios de cero descargas y emisiones en el restante 75 por ciento. Además, de mantener al menos el 50 por ciento de cobertura forestal y vedar el 25 por ciento de la plataforma insular a la pesca. Así como conservar y mantener el potencial en los suelos agrícolas…Pidieron proteger la biodiversidad terrestre y marina, promover la restauración y desarrollo de bosques urbanos, aluviales y costeros y garantizar la claridad y calidad de las aguas costeras…El economista José Alameda advirtió durante la rueda de prensa que las proyecciones son que para el año 2050 haya pérdidas de hasta $7 mil millones a causa del calentamiento global y que haya una caída de hasta un 20 por ciento de la economía mundial.”[5]
“El calentamiento global es un gran problema y Puerto Rico no está exento de sus devastadoras consecuencias que mantienen en alerta al mundo. Somos, además, un país cómplice del daño ambiental irreversible que ya sufrimos los seres humanos y la naturaleza en nuestro hogar: la Tierra. Una foto de satélite demuestra cómo Puerto Rico, siendo una isla de apenas 100 x 35, brilla más de noche que ciudades cosmopolitas en otros lugares de la cuenca caribeña. Este dato refleja el alto consumo de electricidad generado en las plantas de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), de las cuales una porción significativa va directamente a la atmósfera.
Datos suministrados por la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA) apuntan que en Puerto Rico, para el 1994, cada persona producía al año 11.6 toneladas de gases que causan el efecto de invernadero. Para aquel entonces, esa cifra representaba 300 por ciento más que el promedio mundial y 450 por ciento más que el promedio para países de América Latina y el Caribe. A nivel Isla, para el 1994, Puerto Rico generaba 33.79 toneladas de gases de invernadero y la proyección es que para el 2010 esa cifra se elevará a 44.46 toneladas al año. Gráficas del 1994 ilustraron, además, que de esas 33.79 toneladas de gases de invernadero, sólo 4.6 eran asimiladas por los bosques de Puerto Rico. El remanente se fue directamente a la atmósfera contribuyendo al daño.
“Puerto Rico está aportando al problema del calentamiento global porque la Isla tiene más automóviles por millas de carreteras que muchos otros países y quema un billón de galones de gasolina al año, lo que es más que toda la gasolina que queman siete países centroamericanos juntos”, advirtió el director de la EPA en Puerto Rico y el Caribe, Carl Soderberg.”[6]
La principal solución a los problemas ambientales, es la educación ambiental en todos los niveles y sectores de la sociedad. Esta es una herramienta fundamental para lograr un cambio de actitud y de comportamiento en la sociedad, no sólo en los productores sino también en los consumidores de todo el mundo “desarrollar e implantar un plan de educación sistemático y científicamente fundamentado sobre el calentamiento en el sistema educativo, universitario y programas profesionales, de educación continua, a nivel comunitario y administrativo.”[7]
La concepción intencionadamente equívoca del concepto de desarrollo que nos han impuesto, generó los problemas ambientales y sociales que provocaron y lo siguen haciendo, un deterioro de las condiciones de vida de todo ser que habita el planeta.Contaminación de las reservas de agua dulce, desertización de bastas extensiones de tierra otrora fértiles y altos niveles de polución del aire, son algunas de las consecuencias ambientales que lejos de estar siendo paliadas, siguen profundizándose día a día por una autodestructiva inconciencia ecológica.
El percibir que la naturaleza es mucho más que cosas que están para aprovecharlas, el darse cuenta que los seres de la naturaleza comparten la existencia con los humanos, esto es un conocimiento que disuelve al egoísmo orgulloso. Convivir con la naturaleza es algo puro, elevado, luminoso, más allá del egoísmo utilitario. Respetar y admirar lo silvestre es la actitud sana, normal, es una relación saludable con el mundo, con la realidad. Esto es bueno, sin necesidad de que dé resultados rentables, ganancias personales, beneficios.
La realidad ambiental del mundo actual se acerca aceleradamente a un cuadro de desequilibrio ecológico y agotamiento de los recursos naturales. En este contexto cobran importancia cuestiones tales como: el uso intensivo en la agricultura de agroquímicos y productos derivados de la ingeniería genética; el cambio climático y sus efectos sobre la organización económica y social; las diversas formas de explotación y preservación de los recursos naturales (entre ellas, el uso de las matrices energéticas y particularmente de los recursos hídricos, el tratamiento de los desechos nucleares y otros residuos industriales, la regulación de las actividades en el océano y otros espacios considerados patrimonio de la humanidad).
Todos éstos son temas relevantes en el escenario internacional contemporáneo y enfrentan a las grandes potencias, a los países intermedios y subdesarrollados, a los organismos internacionales y a las empresas transnacionales. También participan, en número creciente, organizaciones y movimientos sociales de diferentes países que están descubriendo nuevas y positivas formas de acción solidaria internacional y que adquieren cada vez mayor protagonismo político modificando radicalmente el mapa de alianzas sociales. En los últimos años diversos sectores urbanos también se expresan contra la urbanización desenfrenada y desregulada y sus efectos perversos sobre el ambiente.
Existe una tensión permanente entre la demanda por una justicia social y la necesidad de protección ambiental, la mayoría de soluciones sugeridas para lograr una calidad medio ambiental tienen, directa o indirectamente, efectos adversos sobre los pobres y los sectores de bajos ingresos económicos. No existe una justicia ambiental en cuanto a la distribución de los beneficios entre las personas y grupos afectados por las decisiones y acciones en torno al medio ambiente.
La tendencia en los próximos 25 años se orienta a una mayor concentración urbana: el 80% de la población mundial vivirá en grandes ciudades. Las grandes ciudades son pobres, debido a que más del 60% de los habitantes tienen sus necesidades básicas insatisfechas.
“Vivimos un momento histórico en que los peores problemas que enfrenta la humanidad y que tienen un impacto directo en el estado de salud de la población - el constante crecimiento de la pobreza; la agudización de las disparidades y el creciente deterioro ambiental - tienen un común origen en el modelo político-económico prevalente. Las ciudades, por constituir la expresión física de las sociedades que las construyen y de las interacciones políticas, sociales y económicas de sus habitantes, reflejan estos desequilibrios y se manifiestan como ciudades excluyentes y segregadas.”[8]
La ciudad no es un ente individual, está unido a un contexto, donde los componentes que la hacen vivir son los del medio ambiente: el aire, la tierra, el agua, el sol, la flora, la fauna, el ser humano, etc. No podemos seguir pensando de una manera segmentaria, es eminente que estamos viviendo un cambio de paradigma y este paradigma integrador, holístico, nos muestra cómo para cada acción hay una reacción y todo en el mundo depende de algo. Debemos ver a la ciudad como una parte integral del medio ambiente. Tenemos que cambiar la manera de pensar de los seres humanos y llevarlos a entender que los recursos son finitos, que tenemos obligatoriamente que convertir ese consumo lineal en un consumo cíclico, implementando el reciclaje, la renovación, la restauración, reuso, y recuperación.
“El siglo 21 se inicia con la mitad de la población del mundo viviendo en áreas urbanas, proporción que llegara al 75% en el 2025. Por otra parte, se espera que el 90% del crecimiento poblacional se produzca en áreas urbanas. Esta es una buena noticia si se considera que las ciudades constituyen centros de concentración de riqueza, de capacidades de producción y de creatividad. Están en la mejor posición para satisfacer las necesidades de la población en materia de servicios básicos dado que gracias a la concentración de la población, estos se pueden producir de mejor calidad y a menor costo. Además, es en las ciudades, donde la población tiene las mejores posibilidades de organizarse para ejercer sus derechos. Paradójicamente, es en las ciudades donde se concentra la pobreza, donde las disparidades son mas violentas y donde la salud de los individuos, especialmente de los pobres se ve mas amenazada… el hecho de que la mayor parte del crecimiento poblacional urbano ocurrirá entre los pobres en las ciudades...”[9]
Resulta imprescindible redescubrir cuáles son las necesidades básicas y vitales de los seres humanos: seguridad, sobrevivencia, casa, alimentos, libertad, creatividad, ocio, participación, identidad cultural, afecto y solidaridad. Hoy las ciudades no garantizan esto; tal como son, hoy están imposibilitadas. Es necesario diferenciar crecimiento y desarrollo. Hoy nos enfrentamos a un crecimiento de las cosas y no de las personas. Las ciudades deben ser repensadas. Deben mirarse los buenos ejemplos y experiencias, como el de Estocolmo, una ciudad grande pero donde el barrio sigue siendo vivible desde la infancia hasta la vejez. Debemos trabajar por ciudades para la gente, no solo para los autos y para el comercio.
Estamos viviendo una gran incapacidad histórica: no haber aprendido todavía la virtud de una sociedad fundada en el mutuo acuerdo y el bien común. Es francamente inaceptable que se utilicen los instrumentos del Estado para atentar contra grandes sectores del pueblo para beneficiar a las minorías más privilegiados.
Justicia y equidad ambiental en Puerto Rico: un caso actual. No basta decir solamente la verdad, mas conviene mostrar la causa de la falsedad.-Aristóteles. La justicia ambiental se inspira en el principio que reconoce a todos los seres humanos los mismos derechos de acceso e idénticas opciones a los beneficios de la oferta ambiental y cultural. Nuestro ambiente es puertorriqueño, lo que significa que es para los puertorriqueños, o ¿de qué se trata…?
“…hablar del binomio ecología y ciudad significa, entre otras cosas, referirse a la urbe como sumidero de recursos energéticos y materiales y como artefacto productor de desechos, hablar de ciudadanía, de autosuficiencia y de libertad en relación con el fenómeno urbano significa principalmente reflexionar sobre los procesos de toma de decisiones mediante los cuales se generan esos flujos de energía, materia y recursos cuya cristalización configura en cada momento la calidad del entorno inmediato en el que viven los ciudadanos. Significa, en suma, constatar una vez más que, para entender la dialéctica entre ecología y ciudad, es imprescindible ligarla con la reflexión sobre el poder. Son numerosos los males que nos aquejan en este ámbito específico, el de la ciudad como escenario de las estrategias de poder, pero a la hora de caracterizarlos bajo un epígrafe común, tal vez cabría señalar precisamente como el principal de ellos la creciente disociación entre los procesos de construcción de la ciudad y las necesidades y deseos reales de los ciudadanos que la habitan.”[10]
San Juan, como toda ciudad, es un resultado de las estructuras sociales de las circunstancias históricas, un producto de las contradicciones y conflictos sociales de cada momento histórico. Nos ubicamos, por tanto, permanentemente en la dialéctica entre el ser y el deber ser de lo urbano. En este cuestionamiento es que se ubica el estado actual de Paseo Caribe, en este cuestionamiento que al parecer apunta que no debe ser aunque actualmente es.
“La zona costera está sujeta a una reglamentación muy especial. Si esta reglamentación se implementara de forma estricta, las condiciones ambientales de nuestras costas se encontrarían en mejor estado y los puertorriqueños podrían disfrutar de estos recursos sin barreras ni perjuicios contra su vida, propiedad y bienestar. La reglamentación ambiental no busca prohibir actividades ni limitar los derechos de los individuos a la propiedad privada; en cambio promueve el uso adecuado de los recursos y la armonía entre las actividades humanas, económicas y sociales. Las actividades en la zona costera no están prohibidas, según se desprende del análisis de los reglamentos aplicables, pero sí son limitadas por lo complejo y sensitivo del ecosistema de la zona.”[11]
Hoy con miles de interrogantes válidas sobre su génesis, Paseo Caribe igualmente encara otro reto, inclusive hasta más formidable, esa mole según propuesta, esa mole para quienes está propuesta, esa mole es abiertamente y absolutamente incompatible con las nociones de justicia ambiental y de desarrollo sustentable, abiertamente y absolutamente incompatible con nuestras necesidades urbanas, en fin, es simplemente antipuertorriqueña. Siendo así, inclusive más allá de la laguna profunda de dudas y sospechas jurídicas que la rodea, hay un razonamiento ulterior que pide a gritos, exige, restitución de los valores en riesgo, reconstrucción dentro de una filosofía totalmente diferente y esto significa desconstrucción del disparate.
“El reto que debe proponerse el urbanismo como ámbito de reflexión e intervención es, pues, el de articular formas, medidas, pautas y metodologías para la recuperación de la ciudad como construcción verdaderamente colectiva.”[12]
En estos momentos los hombres se definen, las instituciones se quitan las máscaras y revelan su verdadero rol, este es uno de esos momentos, flaquear es simplemente inaceptable, titubear es solo muestra de debilidad y sucumbir ante las presiones de dinero, francamente abominable. A desconstruir el disparate, a reconstruir el patrimonio y construir un futuro proyecto para todos los puertorriqueños, el reto es claro.
[1] http://habitat.aq.upm.es/boletin/n8/axbarra.html
[2] http://www.lexjuris.com/revista/opcion1/20002do/lexambiental.htm
[3] www.fundacionsustentable.org/article1714-Difícil-el-desarrollo-sustentable-en-Puerto-Rico.html
[4] http://www.ceducapr.com/perdidabiodiversidad.htm
[5] http://www.colegiodeagronomos.com/not_detail.asp?noticiaid=3905
[6] http://www.primerahora.com/XStatic/primerahora/template/supnota.aspx?n=54616&ms=calentamiento
[7] http://www.colegiodeagronomos.com/not_detail.asp?noticiaid=3905
[8] http://habitat.aq.upm.es/boletin/n8/axbarra.html
[9] http://habitat.aq.upm.es/boletin/n8/axbarra.html
[10] http://habitat.aq.upm.es/boletin/n24/acver.html
[11] http://www.lexjuris.com/revistaponce/volumenes/vol-42/La%20planificacion%20y%20el%20derecho%20en%20la%20Zona%20Costera.htm
[12] http://habitat.aq.upm.es/boletin/n24/acver.html
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