lunes, 23 de marzo de 2009
Racismo: de cara al censo 2010. colaboración de María I. Reinat Pumarejo.
Conquistas que matan: Imposición racial en Puerto Rico
por María I. Reinat Pumarejo, ilé
Racismo cultural y el proceso de racialización en Puerto Rico.
Nadie sabe más sobre el proceso de Conquista de Las Américas que las cacicas borinqueñas doña Inés, Luisa, Guayervas, María, Yaboneyto, Catalina, Yayo e Isabel quienes tuvieron todas el dudoso privilegio de figurar entre las primeras antillanas conquistadas por el español. Todas pasaron a ser fichas políticas para el español que llegó a la Isla con ansias de poder; algunas de ellas incluso unidas en matrimonio con españoles quienes veían en el vínculo una manera de tener acceso fácil a la fuerza laboral que estaba a su disposición por ser dignatarias y jefes militares de sus respectivas regiones (Sued-Badillo, 1989).
Descartada la acepción romántica, el término “conquista” pasó a connotar imposición, control, desplazamiento, exclusión y genocidio para los indígenas y sus descendientes.
Desde los albores del proceso colonizador se observa como el español, y en efecto el europeo que embistió a nuestro hemisferio con su ambición, impuso su cultura como superior a los indígenas que habitaban nuestra América y a los africanos raptados del África. El concepto de “matrimonio por conveniencia” fue una entre muchas formas de imposición cultural. Se impuso la religión, el lenguaje, las tradiciones, el arte, la música y la filosofía del europeo, entre otras.
Esto unido a la prohibición de toda práctica cultural indígena o africana que alimentara el ánimo de sublevación hacía la combinación perfecta para mantener control del suelo, de sus productos y de la fuerza laboral necesaria para explotarlos. En muchos lugares de nuestra América por ejemplo, se prohibieron los tambores, los ritos, cánticos y ceremonias religiosas, al considerárseles poderosos agentes culturales de resistencia. Nada amenazaba más al conquistador que la idea de sublevación de nuestros ancestros negros.
El tocar el tambor, más allá de la recreación supervisada, se intuía como peligroso. Seguramente, el sacar los caracoles para escuchar el designio divino resultaba aterrador para el amo pues súper imponía a su autoridad y fuerza bruta, una autoridad divina y compasiva que inmunizaba y protegía al espíritu. El prohibir y estigmatizar el tambor y el caracol resultó imprescindible para aislar al africano y a sus descendientes de cualquier fuente de comunicación, fuera humana o divina. De ahí que los rituales africanos se hayan practicado clandestinamente debajo de las cancanes de los santos católicos, emergiendo el sincretismo que dio pie a la santería, el vudú, y el candomblé, todas variantes de la tradición yoruba y su correspondiente teología.
Los Cabildos Negros o Cabildos de Nación en Cuba ofrecen uno de los mejores ejemplos de resistencia cultural al mantener casi intactas las prácticas religiosas africanas y sus estructuras (Bolivar, 1995). Eventualmente en el Caribe se aprecia como la música, el baile, la religión y otros distintivos africanos conquistaron las caderas del amo y sus descendientes, e incidieron sólidamente en el quehacer social. Para suerte nuestra, nuestros ancestros negros redefinieron creativamente el cristianismo y muchas otras imposiciones con tal de humanizar su existencia y mantener la conexión ancestral necesaria para hilarnos al futuro.
En el esquema de dominación colonial, la cultura se percibe como el cordón alimentario que potencialmente podría nutrir las ansias de liberación. Desnutrir culturalmente a nuestros ancestros y convencerlos de que la cultura del opresor era alimento superior fue entonces imprescindible para lograr sus objetivos. Más aún, imponer la dicotomía superior-inferior como natural y forzar a los dominados de ese tiempo a aceptar un lugar de inferioridad fue esencial para perpetuar y maximizar la dominación de Las Américas. Esta dicotomía y el concepto de jerarquías fueron los fundamentos de la teoría racial que formalizaba el recién nacido campo de la antropología física para justificar, muy a conveniencia del europeo, la deshumanizante conquista y el emergente capitalismo.
Instrumental al sistema esclavista fueron los padres de la antropología física George Louis Leclerc Buffon y Johan Friedrick Blumenbach quienes expusieron sus ideas y opiniones en la segunda mitad del siglo XVIII. Leclerc por ejemplo, decía que “la raza blanca era la norma, a lo que debemos aspirar, el color real y natural del hombre” y añadía que “algunos viajeros habían encontrado tribus tan primitivas en África que no podían contar pasado el número tres. Y aceptaba que los negros tenían poco ingenio. Y añade que los desafortunados negros poseían excelentes corazones y poseían la semilla de todas las virtudes humanas.” (Gossett, 1997, p. 36).
Blumenbach por su parte reconocía que las llamadas “variedades” del ser humano eran arbitrarias, sin embargo enfatizaba que “sería de servicio a la memoria el construir ciertas clases para dividir al hombre de nuestro planeta” (Montagu, 1997, p. 63). La antropología posicionó a la persona blanca al tope de la escala racial y a nuestros ancestros negros en la posición más alejada a base del prejuicio de estas “autoridades”.
No sólo el europeo se autodenominó como superior sino que legisló que sus instituciones y su cultura fuesen las más ilustradas; la medida de excelencia y normalidad. El pensamiento europeo, su historia, su sentido de lógica, su forma de resolver problemas, su forma de aprender, su sentido de tiempo, sus categorizaciones y ordenamiento de disciplinas, su definición de intelectualidad, sus jerarquías, su sentido de orden, sus prioridades, su sentido de progreso y toda expresión cultural proveniente de ellos también se posicionaron como superiores, creando un mundo para su beneficio y conveniencia que garantizara su dominio a perpetuidad.
Según se infiere por la muy respetada estudiosa del pensamiento africano Marimba Ani (1994) en su crítica afro-centrista al pensamiento cultural y conducta europea, la cultura va más allá de aquellos aspectos obvios como son la vestimenta y los artefactos de un grupo. Especifica que la cultura funge como un importante ordenador de la experiencia humana, le da a los grupos un sentido de identificación cultural colectiva, le da sentido de dirección a un grupo, crea parámetros y pone limites culturales al cambio, y finalmente, impacta el potencial político de un grupo.
Estas funciones según las describe Ani condicionan la habilidad de supervivencia colectiva y autodeterminación a la preservación de la cultura del grupo oprimido y al mantenimiento de un cierto orden natural. Suprimida la cultura de un grupo dominado, se pierde el sentido de dirección y queda el grupo vulnerable al sentido de dirección prescrito por el grupo dominante. En conclusión, un pueblo conquistado culturalmente jamás podrá librarse del yugo opresor. Todo lo que haga para su beneficio partiendo de la visión de mundo del grupo dominante beneficiará al amo.
Bien lo dijo la madre y poetiza lésbica Audre Lourde: la casa del amo jamás podrá desmantelarse utilizando las herramientas del amo (Lourde, 1984, p. 112).
En Puerto Rico, un país con 512 años de experiencia colonial, y afortunadamente de resistencia, es imperioso analizar como la imposición cultural afecta el proceso de autodeterminación. Nuestro conquistador moderno, los Estados Unidos, requiere como prueba de amor que asimilemos en nuestra psiquis su visión de mundo, que nos blanqueemos y que hablemos inglés.
Nuestra forma de vida se trastoca diariamente según le convenga a su comercio y al gobierno estadounidense. Nuestras aguas, nuestras tierras, nuestro gobierno y voluntad como pueblo se tuercen en aras de un sentido de progreso que siembra cemento y destruye futuros. Lo que comemos, lo que escuchamos, nuestro sentido de familia, como resolvemos nuestros dilemas, nuestra forma de discurrir e incluso nuestras luchas de liberación son infiltradas por la cultura dominante estadounidense.
Pretendemos transformarnos y evolucionar utilizando estructuras que están viciadas para nosotros. Importamos de los Estados Unidos sus formas de organización, su política pública, sus modelos de intervención y bienestar social, su sentido de tiempo, e incluso sus prioridades. Tristemente, la fragmentación y el individualismo cunden en la mayoría de los grupos “organizados” del país al no ser nuestros mejores valores los que informan el conflicto o la solución de este.
Las estructuras estadounidenses, reflejo de la cultura blanca dominante, más que orden, producen fragmentación e impotencia. Vivimos en eterna disonancia cultural al aceptar costumbres y valores que chocan con nuestra cultura caribeña y que erosionan nuestra capacidad para auto-dirigirnos y eventualmente determinarnos políticamente. Y sin embargo, el proceso de ajuste al cautiverio colonial nos permite manejar las disonancias culturales aún cuando nuestro colectivo se erosione y fragmente.
En un artículo titulado ¿Hacia dónde vamos? publicado en El Nuevo Día el 17 de marzo de 1998, Héctor Luis Acevedo da en el clavo sobre la función cultural en el proceso de dominación colonial-racial al explicar las posibles razones por las cuales el Proyecto Young perdió el respaldo republicano en Washington. Sintetiza el pensamiento racial estadounidense al citar a Newt Gingrich, el entonces presidente de la Cámara de Representantes, y recordemos que, en aquellos días Gingrich era el principal apologista del English Only Movement y anticipaba peligro para los Estados Unidos de incorporar a la nación a un pueblo tan resistente al idioma inglés.
Veamos:
Los problemas personales causados por el bilingüismo son ensombrecidos por el reto finalísimo que le presenta a la sociedad americana. América puede absorber una cantidad sorprendente de personas de una maravillosa diversidad de trasfondos si nuestra meta es la asimilación. Si a la gente se le estimula a resistir la asimilación, la fibra esencial de la sociedad americana eventualmente se desmantelará.
Cada generación tiene dos oleadas de inmigrantes. Una es geográfica —le llamamos a esta “inmigrantes”. La otra es temporal –le llamamos a esta “hijos”. Una civilización tiene solo una generación de profundidad y esta se puede perder en poco tiempo. El insistir en que cada nueva generación sea asimilada es esencial para nuestra supervivencia.
La única alternativa viable para los marginados es la civilización americana.
Sin el inglés como un lenguaje común, no hay tal civilización.
Gingrich no habla sobre raza directamente en esta cita obviamente (eso hubiera sido oneroso en aquel momento), pero personas como él entienden que la cultura estadounidense es superior a todas, y que todos y todas, por nuestro propio bien, deberíamos asimilarnos.
Dándole licencia a la ironía que no puedo refrenar después de revivir las palabras de Newt, la predica de este portavoz racial sugiere que dejar de hablar español, y dejar nuestra cultura caribeña atrás en nuestro incivilizado pasado, es un sacrificio razonable cuando se nos extienden las maravillosas virtudes de la muy superior cultura blanca estadounidense. Anticipan los arquitectos raciales, sin embargo, que de realizarse el sueño de equidad y justicia, donde cada cultura se sumaría como igual, el control que tan espléndidamente han ejercido sobre nuestra América se disiparía.
El tema de la imposición cultural en los Estados Unidos, aún reconociendo diferencias entre amo español y amo inglés, sigue el mismo patrón que el resto de América Latina. La dominación y subordinación de aspectos culturales indígenas, africanos, asiáticos y latinos fue requisito para la dominación del territorio estadounidense.
No fue sino hasta los setenta que los nativos americanos pudieron expresar libremente su espiritualidad. Los nativos-americanos también pasaron por un período de exterminación, expulsión, exclusión y asimilación. Al igual que en el Caribe, los africanos y sus descendientes fueron separados de aspectos culturales importante en la supervivencia. Pasaron éstos por un proceso sistemático de sujeción física y cultural que los llevó a re-definir y re-crear, con los recursos que tenían a la mano, su cultura ancestral. En Nueva Orleáns se conserva aún el llamado Congo Square, lugar asignado para que los africanos tocaran los tambores un día a la semana, por lo general los domingos. El resto del tiempo estaba prohibido al reconocérsele como promotor de sublevación.
En cuanto a los grupos étnicos europeos, cada vez que uno de ellos era incorporado al colectivo blanco, éste tenía que hacer el máximo sacrificio de dejar la cultura de sus ancestros atrás y asimilar la cultura dominante —que podía o no parecerse a la cultura de su país de origen.
Tres de los últimos grupos que han pasado por este proceso de incorporación y aceptación al colectivo blanco han sido los judíos, los irlandeses y los italianos (Brodkin, 1996; Guglelmo, 2003; Hayden, 2001; Ignatiev 1995). Esto pone claro que en los Estados Unidos no todos los llamados blancos han sido blancos a la misma vez y que el término es un tanto fluido y voluble para grupos étnicos europeos. El término “blanco” no es necesariamente un descriptor de piel, sino un término político funcional al esquema de dominación racial de los Estados Unidos, donde los llamados blancos, como grupo, retienen el poder y siguen posicionados al tope de la jerarquía racial (Higinbotham, 1978).
El término es voluble y contextual a distintos esquemas raciales. No es lo mismo ser blanco en Puerto Rico, que ser blanco en los Estados Unidos o, para mencionar otro esquema racial, en África del Sur. Muy bien podría un puertorriqueño llamarse blanco en Puerto Rico y jamás ser admitido como blanco en los Estados Unidos o en África del Sur.
Ajustando este patrón racial a los retos de los nuevos tiempos, y haciéndolo más relevante aún a nuestra realidad, vemos como desde finales de los 70s y ya en plena década de los 80s los demógrafos alertaban al pueblo estadounidense de que los Latinos serían para el 2010 el grupo minoritario mayor, y todavía más, que los blancos serían minoría para el año 2050. En el censo del 2000 cuidadosamente se le extendió a los Latinos la oferta de entrar al colectivo blanco y un 47.9% la aceptó muy agradecidamente (http://www-atlas.usgs.gov/articles/people/a_race.html). Saber si éstos son lo suficientemente claritos de piel para igualarse a los blancos puros de los Estados Unidos —y que no tienen ni dinga, ni mandinga— es cuestionable, pero lo importante es que su adhesión impresa en papel cuenta demográficamente a la hora de reclamar que todavía los blancos están en mayoría.
Esto tiene un impacto mayor en el movimiento antirracista de los Estados Unidos pues son casi 48% menos los latinos acogidos por el aglutinador término “People of Color”. “People of Color” contrario al antipático término “persona de color” en Puerto Rico, es funcional a la lucha de liberación racial de los Estados Unidos. Aglutina a personas negras, latinas, nativo-americanas y asiáticas para propósitos de lucha y resistencia ante el esquema racial que se extiende a todos. Al casi 48% de los latinos declararse blancos se pierde en teoría un nutrido grupo de luchadores, y potencialmente se neutraliza el poder político unificado del movimiento antirracista.
Curiosamente, los Latinos cumplieron la proyección de que iban a ser mayoría en el 2000 y no en el 2010 según se había pronosticado. Lo cual produjo una reacción virulenta en algunos grupos supremacistas del sur que convocaron a sus huestes a defenderse de la invasión de los ‘brown aliens”.
El Censo 2000 en Puerto Rico en cierta forma es una extensión del proceso de ingeniería racial de los Estados Unidos. Este se impuso por mediación y colaboración de algunos políticos e instituciones coloniales en Puerto Rico sin consideración alguna a cuán apropiado era, o no, a nuestra realidad cultural y política. De hecho, el censo estaba tan en desfase con nuestra realidad de pueblo que incluso nos preguntó que tipo de calefacción utilizábamos. No importándole al parecer que el único sistema de calefacción que utilizamos en nuestro bendito archipiélago es el candente y radiante sol caribeño.
Es de entenderse, sin embargo, que en un país colonizado como el nuestro haya sido relativamente fácil imponer el censo estadounidense, después de todo es una más en una larga lista de imposiciones a las que estamos acostumbrados. Muchas veces las imposiciones han venido hiladas a cuánto dinero el Gobierno de los Estados Unidos va a aportar a nuestro erario colonial y por supuesto, cuando se trata de dinero y de la repartición del bacalao, cualquier disonancia cultural puede ser obviada. El censo nos preguntó quienes éramos racialmente utilizando unas etiquetas raciales correspondientes a la realidad histórico racial de los Estados Unidos. Nuestro entendimiento racial como nación no fue ni documentado, ni investigado, ni encuestado. Se asumió que incluso el esquema racial de los Estados Unidos era superior al esquema racial criollo, y que obviamente sus etiquetas raciales eran genéricas, benévolas y extensivas a nuestra realidad.
El resultado fue que un 80% de nuestra gente se declaró blanca sin ninguna mezcla, y sólo un 8% reclamaron ser sólo negros (Censo de Puerto Rico, http://biblioteca.uprrp.edu/docymap/censosdisp.htm). A muchos estos números les hicieron poner el grito en el cielo, pero para otros en nuestro movimiento, no fue sorpresa. Se anticipaba que a base de nuestro racismo criollo y de la larga dominación colonial, la imposición no podía sino producir estos atrofiantes resultados. De acuerdo a este censo en Puerto Rico hay más blancos proporcionalmente que en casi cualquier estado de los Estados Unidos.
Aunque esto es irrisorio, se podría argumentar, que al demostrarse nuestra supuesta pureza racial –o cuán blanco somos, empacharíamos menos el sistema político estadounidense a la hora de ser incorporados como territorio y eventualmente como estado de los Estados Unidos. El Dr. Víctor M. Rodríguez Domínguez verifica esta agenda política y profundiza en la discusión del tema en un artículo publicado en el semanario Claridad en el cual habla de la estrategia Rosellista y el rol del Censo 2000, asegurando que fue impuesto unilateralmente y, lo que es más trágico, obviando al comité interagencial que por años sopesaba las necesidades censales de la Isla (2000).
Aparte de preocuparnos que aspectos definitorios de nuestra identidad se legislen de forma velada en el cubículo de un partido político, estos resultados inquietan, sobretodo si se interpretan como negación a nuestra negritud y a todo lo que implica ser afro-descendientes. Se entiende, a base de nuestra situación colonial, que muchos prefirieran llamarse blancos, pues a fuerza de repetición, hemos integrado en nuestra psiquis la supuesta superioridad racial de los blancos y su visión de mundo, de ahí que nuestra cultura negra frecuentemente se reduzca a lo folklórico, a cosas del pasado o a cosas que dan risa. Medir el daño de este proceso de conquista estadounidense es imprescindible para nuestra supervivencia y autodeterminación.
Tenemos poco menos de cinco (Nota de ROF.- Ensayo fue escrito/publicado originalmente en 20 de enero de 2006.) años por delante para hacer las gestiones antirracistas necesarias para encarar el Censo 2010. Para empezar es necesario envolvernos en diálogos y procesos colectivos sobre:
las etiquetas raciales en Puerto Rico vs. las etiquetas raciales en EEUU y la historia que las justifica,
el proceso histórico de blanqueamiento en los EEUU de grupos étnicos y la reproducción de esos patrones en Puerto Rico y su impacto en la identidad puertorriqueña
procesos antirracistas comunitarios para enfrentar el racismo criollo y el impuesto por el modelo racial estadounidense,
cómo contestar el Censo 2010 de forma que afirme nuestra identidad cultural caribeña,
el desarrollo de alianzas y esfuerzos organizativos para dar dirección a la Junta de Planificación de Puerto Rico para incidir en los procesos que lleven al próximo censo, y en general,
el desarrollo de alianzas antirracistas en Puerto Rico e internacionalmente.
Hilando el pensamiento y ya en conclusión, la cultura no es estática, cambia de día a día naturalmente de acuerdo a la necesidad natural de evolucionar. Sin embargo, debe cambiar para asegurar nuestro bienestar, no para diluirnos o clonarnos a imagen y semejanza de los EEUU.
Puerto Rico tiene una hermosa cultura, una sazón divina gracias al legado cultural de nuestros ancestros. Estamos mezclados de una forma maravillosa pero no podemos obviar, rechazar, o negar el profundo legado que nos ofrecen nuestros ancestros negros. Tenemos virtudes, conferidas por ell@s, sofocándose en la agonía colonial, tantas que aún ni empezamos a reconocerlas.
Este proceso de re-conocimiento envuelve el desarrollar una auto-estima e imagen saludable como pueblo y el concebir, que aún con toda nuestra mejor intención y compromiso, podamos ser nosotros mismos los mediadores, agentes y propagadores de la cultura dominante colonial. Conquistar nuestra óptica racial se convierte en la mejor metodología descolonizadora y el mejor homenaje a nuestros ancestros negros: a la abuela, a dinga y a mandinga, a fulano y a sutana, y a todos los que forjaron nuestra nación.
Referencias
Ani, Marimba (1994). Yurugu: An African-Centered Critique of European Cultural Thought and Behavior. New Jersey: Africa World Press, pp. 4-5.
Bolivar, Natalia (1995). “El Legado Africano en Cuba”. http://www.bib.uab.es/pub/papers/
Brodkin, Karen (1996). How the Jews Became White Folks and What that Says about Race in America. Rutgers: University Press.
Censo de Puerto Rico. http://biblioteca.uprrp.edu/docymap/censosdisp.htm
Gossett, Thomas F. (1997). Race: The History of an Idea in America. New York: Oxford University Press, p. 36.
Guglelmo, Thomas A. (2003 ). White on Arrival: Italians, Race, Color, and Power in Chicago, 1890 –1945. New York: Oxford University Press.
Hayden, Tom (2001). Irish on the Inside: In Search of the Soul of Irish America. London: Verso.
Higginbothan, A. Leon, Jr. (1978). In the Matter of Color: Race and the American Legal Process: The Colonial Period. Oxford: Oxford University Press.
Ignatiev, Noel (1995). How the Irish Became White. New York: Routledge.
Lourde, Audre ((1984). Sister Outsider: Essays and Speeches. New York: Crossing Press, p. 112
Montagu, Ashley (1997). Man’s Most Dangerous Myth: The Fallacy of Race. Walnut Creek, CA: AltaMira Press, p. 63.
Rodríguez Domínguez, Victor M. (2000) "Censo 2000: Nación, raza y el discurso independentista" en dos partes en Claridad. San Juan, 7 al 13 de enero de 2000, pp. 14 y 31; 14 al 20 de enero de 2000, pp 14 y 31.
Sued-Badillo (1989). La Mujer Indígena y su Sociedad. Editorial Cultural. pp. 57-69.
US Bureau of the Census. Overview of race and Hispanic Origin. http://www-atlas.usgs.gov/articles/people/a_race.html
Para información sobre nuestras campañas "De cara al censo 2010" comuníquese con ilé al 787-671-4826 o 787-315-9435.
Nota de ROF.- Le agradecemos inmensamente a la valiosa compañera María I. Reinat Pumarejo por permitirnos incluir su excelente ensayo en conmemoración de la abolición de la esclavitud. Solo nos merece la ocasión reafirmar nuestro compromiso de que celebremos la negritud reasumiendo la lucha abolicionista, la esclavitud moderna racista, sexista, social y clasista, debe ser erradicada...
Nota edicional.- He incluido 'Preguntas frecuentes sobre el censo del 2010' en los comentarios. ROF/07.04.10
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
13 comentarios:
Excelente exposicion, Maria Reinat Pumarejo!!!
Gracias por desempolvarlo. Espero que más personas se interesen en nuestra campaña De Cara al Censo 2010 y que podamos juntos/as clarificar nuestra óptica racial. Me encantaron los visuales que utilizaste.
Multicultural el pasado de Michelle
Un sociólogo de la Universidad de Stanford identifica la diversidad dentro de las familias Obama-Robinson.
Por Jodi Kantor / The New York Times
Washington - La anciana abuelastra del Presidente le trajo un espantamoscas de pelo de rabo de buey, un signo de poder hogareño en Kenia. Los primos hicieron un viaje desde la ciudad de Carolina del Sur donde nació en la esclavitud el tatarabuelo de la Primera Dama.
El presidente y los hermanos de la primera dama estaban allí también, por supuesto: su hermanastra indonesio-americana, quien trajo a su esposo chino-canadiense, y su hermano, un hombre negro con una esposa blanca.
Cuando el presidente Obama fue juramentado el 20 de enero, estaba rodeado de un clan extendido que habría escandalizado a las generaciones pasadas de americanos y habría traído de nuevo a la mente la imagen de una primera familia para las futuras.
“Resulta sobrecogedor pensar que hay un presidente negro”, dijo Craig Robinson, hermano de la señora Obama, en una entrevista. “¿Y luego uno le añade a esto que resulta ser pariente tuyo? ¿Y le añade además que él es mi cuñado? Es algo tan sobrecogedor, que apenas puedo pensar en ello”.
La familia que procreó a Barack y a Michelle Obama es negra y blanca, y asiática, cristiana, musulmana y judía. Ellos hablan inglés, indonesio, francés, cantonés, alemán, hebreo, lenguas africanas que incluyen swahili, luo e igbo; y hasta unas pocas frases en gullah, el dialecto creole de los países bajos de Carolina del Sur.
Pocos de ellos son ricos, y algunos -como Sarah Obama, la abuelastra que sólo recientemente llegó a tener electricidad y agua corriente en su casucha con techo de metal- son bastante pobres.
“Aunque Obama es el hijo de un keniano negro, posee raíces convencionalmente presidenciales por parte de su madre blanca: abolicionistas que, según la leyenda familiar, fueron expulsados de Missouri, un estado esclavista; habitantes de los estados centrales que resistieron la Depresión; hasta un puñado de antepasados lejanos que combatieron en la Guerra Revolucionaria.
Pero mucho menos se ha sabido de las raíces de la señora Obama. Criada en el Lado Sur de Chicago, “fue una especie de folclor transmitido que 'fulano' era pariente de 'sutano' y que la madre y el padre eran esclavos”, dijo Robinson.
Al investigar los datos del censo, los récords familiares y por entrevistas, resulta claro que la señora Obama, ciertamente, es descendiente de esclavos e hija de la Gran Migración, el movimiento en masa de afroamericanos hacia el norte en la primera mitad del siglo 20, en busca de una oportunidad. La familia de la señora Obama la encontró, pero no sin grandes adversidades y desalientos en su intento.
En pos de las raíces
Hace sólo cinco generaciones, el tatarabuelo de la primera dama, Jim Robinson, nació esclavo en Friendfield Plantation, en Georgetown, Carolina del Sur, donde vació ciénagas, cultivó arroz y fue enterrado en una tumba sin identificar. De niña, la señora Obama solía visitar a sus parientes en Georgetown, pero no fue hasta que estuvo en la campaña que se enteró de que sus antepasados habían sido esclavizados en el mismo pueblo donde ella y sus primos habían jugado.
Según Megan Smoleyank, un genealogista que ha revelado las raíces de muchas figuras políticas, la señora Obama tiene antepasados con antecedentes similares en todo el Sur.
Los récords públicos que ellos han dejado sólo permiten alcanzar los vislumbres más breves de sus vidas: Fanny Laws Humphrey, una de las tatarabuelas de la señora Obama, era cocinera en Birmingham, Alabama, y nació antes del fin de la Guerra Civil. Otro grupo de tatarabuelos, Mary y Nelson Moten, parece que abandonaron Kentucky para dirigirse a Chicago a principios de la década de 1860, un indicio de que podrían haber sido liberados antes del fin de la Guerra Civil. Y en 1910, algunos de los antepasados de la señora Obama aparecen en un censo como mulatos, añadiendo con ello algo de apoyo a los rumores familiares sobre la existencia de un antepasado blanco.
Los empleos que sus parientes ejercieron a comienzos del siglo 20 -empleadas domésticas, seleccionador de carbón, modistas- sugieren un escape del sistema de segregación racial, el que atrapó a muchos ex esclavos y a sus hijos en la penuria por generaciones.
Sin embargo, el progreso de la familia tiene dos pasos hacia adelante, y un paso hacia atrás en calidad. Jim Robinson nació en la esclavitud, pero su hijo, Fraser, tenía una cafetería rodante en Georgetown. A su vez, su hijo, Fraser Jr., se fue a Chicago en busca de algo mejor. Pero no pudo encontrar trabajo, y dejó a su esposa e hijos por 14 años, de acuerdo con su hijo, Nomenee Robinson. Como resultado, el padre de la señora Obama recibió asistencia social de muchacho y empezó a trabajar en un camión repartidor de leche a los 11 años.
Tras servir en el Ejército durante la Segunda Guerra Mundial y lograr finalmente un trabajo como empleado postal, Fraser Robinson Jr. se unió de nuevo con su familia. Era tan ahorrativo que llevaba a su casa productos químicos para hacer el lavado en seco en la bañera familiar. Pero su hijo -el padre de la señora Obama, Fraser Robinson III- se vio abrumado por las deudas y se dio de baja de la universidad al cabo de un año. Trabajó en un cuarto de calderas en la ciudad por el resto de su vida, ayudando a enviar a sus cuatro hermanos menores a la universidad, y luego a sus dos hijos, la señora Obama y su hermano, a Princeton.
Valores del salón de clase
A pesar de las vastas diferencias en las historias de Obama y Robinson, ambos tuvieron algunos puntos en común. La educación es uno de ellos. De joven, el padre de Obama pastoreaba cabras, después consiguió una beca para estudiar en la capital keniana. Cuando Obama vivió en Indonesia de niño, su madre lo levantaba a las 4 a.m. para las clases de inglés; mientras, en Chicago, la madre de Obama traía a su casa cuadernos de ejercicios matemáticos y lectura para que sus hijos estuvieran siempre unas cuantas lecciones adelantados en la escuela.
Sólo a través de la educación, las generaciones de los Robinson enseñaron a sus hijos, para que siempre fueran exitosos en una sociedad racista, decían sus parientes. “Mi madre decía: 'Cuando adquieres conocimiento, adquieres algo que nadie te puede arrebatar'”, dijo Craig Robinson.
Las familias comparten también una especie de autodeterminación intrépida. Según dicen, el lado Obama es el que fuerza las normas de geografía y etnia. Sin embargo, la familia de la Primera Dama, los supuestos tradicionalistas del lado sur, incluye varios miembros que, literal o figuradamente, se han aventurado lejos de casa. Nomenee Robinson fue un participante adelantado de los Cuerpos de Paz, que sirvió en India por dos años; más tarde se fue a vivir a Nigeria, donde conoció a su esposa; la pareja vive ahora en Chicago. Capers Funnye Jr., un primo de la señora Obama y rabí, fue llevado a la iglesia negra, dijo él, pero de joven, sintió un llamado del judaísmo que no podía ignorar.
En audaces saltos transculturales, ninguna figura se equipara completamente a Stanley Ann Dunham Soetoro, madre de Obama. De estudiante universitaria en Honolulu, ella frecuentaba el East-West Center, una organización de intercambio cultural, y allí conoció a dos esposos sucesivos: Barack Obama, un estudiante de economía procedente de Kenia, y más tarde a Lolo Soetoro, un indonesio.
La mudanza de la familia Obama-Robinson a la Casa Blanca parece reivindicar la otrora idea de que las personas de antecedentes distintos no deben casarse o criar hijos.
Imperialism is modern day slavery...
ke hermosoo!!
(los niños)...son sólo ellos que nos pueden salvar...porque somos los adulltos los transmisores de prejuicios y miedos ...
Creo mucho en que el racismo tiene que parar, y discriminacion no es solo por raza, sino tambien por credo. Lo que se busca es la union no la desunion, por lo tanto quiero tener mis ojos abiertos para todo lo bello que tenga el ser humano independientemente si tiene inclinaciones diferentes a mis creencias. Tengo mucho que aprender de la gente y la gente tiene mucho que aprender de mi. Verdad?
Bello!!
"LA OTRA CARA DE LA HISTORIA PUERTORRIQUEÑA"♪¡Felicito tanto a María I. Reinat Pumarejo; por tan elocuente y documentado ensayo como a Roberto Ortiz Feliciano por el conciso ; pero preciso cinco apuntes importantes para la historia boricua del texto del 20 de enero de 2006!Añado también; que es significativo que en Puerto Rico, a pleno Siglo XXI no exista una oficina tan siquiera, ni un Departamento de Estudios Afropuertorriqueños, y menos aún de una Biblioteca que recoja todo ese caudal ya publicado; hablo una parecida a la Biblioteca Arturo Alfoso Schomburg en Puerto Rico. Además, es trágico saber, que para tú ofrecer clases (en el sistema universitario) sobre folclor (bomba y plena) tenga que ir hacer un doctordo a Georgetown, Yale o Harvard, vía USA, ¡No tenemos todavía ni un
Bachillerato en folclor, música popular, estudios de la mujer negra el el Sistema Público Universitario , etc. Y parte del ocultamiento que se realiza en el mundo académico es ese su propósito: Invisiblizar toda las investigaciones, personas o estudios que se hacen en esa dirección. Por tanto, muchos de nosotros, nos hemos dado a la tarea de quebrar el dominio, monopolio o control intelectual, que ejerce la clase dominante;pues muchos de ellos están en el mundo académico y en los medios de comunicación masiva,(prensa escrita, radial, televisiva, cine, y otras.) ¡Gracias María y Gracias Pachi por develarnos esa Otra Cara de la Historia Boricua!Marie Ramos Rosado, La Libre Pensadora
Lo que jamas entienderan los entreguistas enajenados
de ojos azulados y su pureza ...
es que lejos de la sumision y entrega de la hibridez nuestra como es la costumbre de cualquier bastardo asimilado
oriundo de otras tierras que se rinde por cualquier moneda,
Liberar a Boriken, nuestra meta excelsa,
es mucho mas sublime y elevada:
la que le corresponde
a toda nacion por naturaleza,
un derecho que los tiranos han usurpado.
Saludos Pachi:
He visto tu blog y me encanta. Te felicito y creo que estás haciendo una gran labor patriotica y didáctica.
Te envio esta convocatoria para el III Simposio de la espiritualidad africana en el Caribe y Latinoamérica que celebraremos en San Juan y Ponce.
Quisiera que la pusieras en tu blog.
Bueno, miles felicidades
Con mucho afecto,
Marielba Torres
La Constitución de Estado Unidos requiere que el gobierno cuente a las personas que viven en este país una vez cada diez años. Usan datos del censo para determinar cómo se distribuyen los fondos federales.
¿Cuáles son las preguntas del censo?
El censo del 2010 incluye diez preguntas. Pide la siguiente información:
El número de personas que residen en la vivienda y el número de personas que se quedan allí auque no sea su residencia permanente
Si la vivienda es una casa, apartamento o casa móvil
El número del teléfono en la vivienda
Los nombres, sexos, edades, fechas de nacimiento y razas de las personas que residen allí
Si las personas que residen en la vivienda se quedan en otra parte durante parte del año (por ejemplo, en una residencia estudiantil, un asilo de ancianos o en un cuartel)
El cuestionario del censo no contiene ninguna pregunta sobre la ciudadanía ni el estado legal ni tampoco pide números de seguro social.
¿Qué hace el gobierno con mis datos?
El gobierno usa los datos extraídos del censo para determinar cuántos representantes tendrá cada estado en la Cámara de Representantes del Congreso nacional. Se usan los datos para calcular cuántas personas accederán a beneficios como Medicare y para determinar dónde habrá que construir hospitales, escuelas, carreteras y otras instalaciones. En algunas partes, los datos sobre raza y etnia ayudan a identificar problemas de discriminación y perfil racial.
La información que incluyo en el censo ¿se mantiene confidencial?
Sí. Está prohibido divulgar sus respuestas --no se divulgan-- a la policía o a ninguna agencia de seguridad pública, inmigración, impuestos u otra organización que pudiera usarlas en contra de Ud. La Oficina del Censo puede usar los datos recogidos sólo para extraer estadísticas. No puede divulgar datos que le conecten con ninguna respuesta específica que haya dado --ni siquiera a otra agencia gubernamental como el IRS, FBI, CIA, ICE o el Departamento de Seguridad Nacional. Es imposible que entidades privadas consigan sus datos, sea por la Ley de Libertad de Información (FOIA, por sus siglas en inglés) o por otro medio. Y para concluir, los agentes del Censo trabajan bajo juramento de confidencialidad y cualquiera que viole este juramento puede recibir una multa de hasta $5000 y/o cinco años de cárcel.
¿Qué pasa si no devuelvo el cuestionario o si no contesto todas las preguntas?
Toda persona mayor de 18 años que se niegue a completar el cuestionario puede recibir una multa de $100. Toda persona mayor de 18 años que mienta intencionalmente en el censo puede recibir una multa de $500. Dicho esto, no se anticipa que la Oficina del Censo multe a las personas que no completan el censo. Antes de repartir el censo del 2000, la Oficina del Censo aclaró que dicha Oficina "no es agencia para hacer cumplir la ley" y que se limitaría a animar a que todos completaran el censo. No hay motivo de creer que la Oficina del Censo haya abandonado esta política.
La Oficina del Censo anticipa llamar o visitar las viviendas que entreguen cuestionarios incompletos para sacar los datos que faltan. Ud. debe contestar cuantas preguntas como le parezca bien. Hay que saber que si decide no contestar todas las preguntas, es probable que un censista --un empleado de la Oficina del Censo-- visite su casa.
¿Por qué necesito nombrar a todos los que residen conmigo?
Esta información ayuda a asegurar que el gobierno cuente a cada persona una sola vez.
¿Es cierto que me pueden pedir la raza?
Con tal que mantenga separados los datos de raza y etnia de su nombre y dirección, el gobierno puede preguntarle sobre su raza y etnia. Las estadísticas sobre la raza sirven para determinar si el gobierno cumple con las leyes contra la discriminación.
(sigue...)
(desde anterior)
¿Tengo que incluir mi teléfono?
En el cuestionario del censo le piden el número de teléfono para que los censistas puedan comunicarse con las personas que han entregado cuestionarios incompletos. Es muy poco probable que le multen o se meta en problemas por no dar su teléfono.
¿Por qué tengo que incluir las fechas de nacimiento? ¿Qué pasa si no me las sé para todos?
Los datos sobre la edad permiten que el gobierno determine cuántas personas van a acceder a los beneficios como Medicare y Seguro Social y que identifique dónde habrá que construir hospitales, asilos para ancianos, escuelas y otras instalaciones. Si Ud. no sabe la fecha de nacimiento de un residente de su vivienda, deje ese espacio en blanco.
El gobierno ¿verifica mis respuestas?
Parece que el gobierno no verifica las respuestas dadas, pero los censistas suelen confirmarlas con los que entreguen cuestionarios con respuestas que no tienen sentido (por ejemplo, si dice que un individuo tiene 25 años pero también que nació en el 2001). De todos modos, no hay que mentir al completar el cuestionario. Los que mienten en el cuestionario pueden recibir multas más grandes que los que dejan el cuestionario incompleto. Las respuestas falsas impiden que el gobierno distribuya sus fondos de forma equitativa.
Si llega un censista a mi casa porque no devolví el cuestionario ¿tengo que hablarle? ¿Tengo que dejarle entrar en mi casa?
No hay ninguna ley que le obligue hablar con el personal del censo ni que le obligue a dejar que un censista entre en su casa. Si así lo desea Ud., puede hablar con el censista afuera de su casa. Si decide hablar con un censista, debe pedir que le muestre su tarjeta de afiliación oficial.
Soy una persona transgénera. ¿Cómo debo describirme en el cuestionario?
Aunque el Censo de 2010 pide el sexo de cada persona que reside en una vivienda, no pregunta si una persona es transgénera. Las personas transgéneras deben seleccionar el sexo que mejor se le aplique según criterio propio.
¿Debo completar le cuestionario si no soy ciudadano? ¿Qué debo hacer si no tengo estatus legal?
Todos tienen que completar el cuestionario, inclusive los no-ciudadanos e indocumentados. En el cuestionario del censo no le preguntan por su estado legal. La Oficina del Censo tampoco puede divulgar información al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), la agencia gubernamental encargada de hacer cumplir las leyes de inmigración. Es un delito federal divulgar los datos del censo a agentes de inmigración; nadie, ni siquiera un empleado de la Oficina del Censo, está exento de esta ley. Es importante que los no-ciudadanos se cuenten en el censo. Muchos no-ciudadanos tienen derecho a acceder a diferentes beneficios federales que se reparten de acuerdo con los datos extraídos del censo.
Si no recibí un cuestionario por correo ¿debo preocuparme?
Si no recibe un cuestionario por correo y desea completarlo, llame al Centro de Ayuda Telefónica al 1-866-872-6868. Si no recibe un cuestionario y no desea completarlo, no hay que hacer nada.
El cuestionario del censo ¿está disponible en otros idiomas?
En las áreas donde hay muchos hispanohablantes se distribuirán un cuestionario bilingüe. Si desea ayuda con el censo, Ud. la puede pedir en español al 1-866-928-2010. Los hablantes de otros idiomas pueden pedir una Guía de Asistencia en cualquiera de 60 otros idiomas llamando al centro de ayuda telefónica cuyo teléfono aparece en el dorso del cuestionario.
Creado por la ACLU de Pennsylvania, 23 marzo 2010
Publicar un comentario