jueves, 29 de marzo de 2018

S.O.S... se hunde Puerto Rico...

S.O.S.... Una de las razones clave y en gran parte ignoradas de esta crisis se esconde a simple vista: la creciente carga global de la deuda: la combinación de la deuda comercial y la deuda de la ciudadanía (personal y familiar). A pesar de que la deuda del gobierno ocupa todos los titulares, la deuda privada es más grande que la deuda del gobierno y tiene un mayor impacto en los resultados económicos. Dado que el PIB es en gran medida la suma de todos los gastos y, por lo tanto, los ingresos de los hogares y las empresas en una economía, si la deuda privada total se ha triplicado, eso significa que las empresas y hogares promedio tienen tres veces más deuda en relación con sus ingresos. Tanto la deuda privada como la deuda pública importan, pero de estas dos, es la deuda privada la que tiene un impacto mayor y más directo en los resultados económicos de la gente y no lo que el gobierno intenta hacernos creer.
El estancamiento de los ingresos, el subempleo y la inseguridad laboral son razones clave, pero el embrutecedor nivel de la deuda privada es una razón igualmente importante. La deuda descontrolada en su conjunto predice la calamidad para este país.
Cuando la deuda es alta, los consumidores y las empresas tienen que desviar una mayor parte de sus ingresos para pagar los intereses y el capital sobre esa deuda, y gastan e invierten menos como resultado. Esa es una parte muy real de lo que pesa sobre el sistema económico, suprime la demanda.
La mayoría de los hogares de ingresos medios y bajos (que es donde ha estado la mayor tasa de crecimiento de la deuda), así como la mayoría de las pequeñas y medianas empresas, pagan tasas de interés mucho más altas. Y además del interés, todos estos prestatarios tienen que pagar el saldo principal del préstamo. La alta deuda hace que estos prestatarios sean más reacios a gastar o asumir más deudas.
Además, miles de hipotecas están severamente hundidas en el caos. Muchas de estas hipotecas se suscribieron a valores que ya son imposibles de redimir. Los valores de las viviendas, y en muchos casos los ingresos, de estos prestatarios han disminuido. Todos estos prestatarios se encuentran ahora en un mundo donde los aumentos de ingresos y empleos están desapareciendo. Como ejemplo, solo piense en las hipotecas que tienen los jubilados y los empleados públicos.
Como se mencionó, el PIB equivale aproximadamente al gasto e ingreso agregado de las empresas y los hogares en un país, y la deuda privada de un país es la suma de los préstamos de los hogares/ familias y las empresas. Así que hablar de la "relación deuda / PIB" de un país es esencialmente lo mismo que hablar de la "relación préstamo privado a la renta" de ese país, entonces los hogares y las empresas generalmente están sobre apalancados, con una deuda promedio muy alta. Es mucho menos probable que puedan impulsar el crecimiento a través de más préstamos porque estamos "embrollados".
Puerto Rico ha llegado a un punto donde la deuda gubernamental y privada combinada es la más alta en la historia.
¿Qué mayor acusación se puede hacer de una teoría económica fallida que la de no haber previsto la mayor calamidad económica en la historia moderna?
Entonces, cuando la deuda ha subido demasiado, ¿cómo se disminuye la cantidad de deuda en relación con su PIB?
La austeridad es una opción política, no una necesidad económica, es una estrategia neoliberal para impulsar estrictamente a la élite económica.
Para la población en general, la austeridad es económicamente contraproducente, hay evidencia abrumadora de que la austeridad ha fallado, que aumenta el desempleo y la deuda privada, las estadísticas demuestran que la brecha económica ha crecido en base a la respuesta neoliberal a la crisis financiera.
Así que déjenme ser claro y contundente, la Junta y el gobierno nos están condenando al fracaso, la isla se está hundiendo y nuestra gente se está ahogando.
- pachi / ROF

viernes, 23 de marzo de 2018

La [IN]moralidad del nuevo normal


El fraude no solo está presente, sino generalizado, los escándalos se han vuelto comunes, prácticas sospechosas que muchos consideraron chocantes hace poco se han convertido en rutina, la poderosa élite política y financiera puede soportar tales críticas sin un impacto duradero porque el sistema de poder (gobierno) que los sostiene no es vulnerable a este tipo de crítica moral simbólica. 
Esto suena contra-intuitivo, no es útil explicar el engaño y la criminalidad de cuello blanco en nuestra economía cotidiana con diatribas idealistas sobre la ausencia de moral. Se supone la corrupción como simplemente una característica patológica o síntoma de la gestión moderna. En respuesta a una variedad de problemas que incluyen las falsas representaciones, el engaño, la influencia indebida, la fijación de políticas de intereses especiales y el aumento salarial de los ejecutivos y la concentración continua de riqueza, la idea de simplemente necesitar más moralidad o menos inmoralidad es profundamente defectuosa. 
Las prácticas económicas (incluido el uso del engaño, intimidación o desinformación) están respaldadas por un conjunto de prioridades y propuestas específicas. En otras palabras, nuestra economía neoliberal actual constituye un orden moral, nos guste o no, es negocio normal para los actores principales.
Podemos definir el neoliberalismo como un medio para promover el dominio del mercado e impulsar la transferencia del poder económico del sector público al privado. Y al perseguir los modelos neoliberales de crecimiento, se gasta una gran cantidad de energía del gobierno para asegurar el futuro, y lo que es bueno para las grandes empresas y corporaciones es bueno para la sociedad. Esa retórica enfatiza la importancia de los mercados libres mediante leyes flexibles que se suman a una gramática moral de valores sociales particulares en los que los patronos siempre deben salir beneficiados, normas y creencias en las que la igualdad y la justicia social simplemente están ausentes, vivan las ganancias privadas mientras los otros que se atengan a los sacrificios.
Los neoliberales hacen grandes reclamos en defensa de lo que llaman libertad económica. Las libertades sindicales, los reclamos colectivos y los derechos sociales son, desde esta perspectiva, construidos como enemigos de la libertad del mercado al igual que las intervenciones estatales en nombre del interés social amplio. 
El bien público, aunque lógicamente contradictorio, debe definirse como el bien privado, la normativa busca posicionar las políticas neoliberales como el verdadero interés público. Por lo tanto, las construcciones neoliberales simplemente vinculan el interés público con el sector privado. En otras palabras, lo bueno y necesario para los pocos ricos es, por supuesto y de todas maneras, bueno para los muchos pobres, incluso cuando son cada vez más pobres y los cada vez menos ricos, más ricos.
Estas ideas buscan infiltrarse en toda nuestra visión moral. La reestructuración neoliberal es, por lo tanto, un proyecto político, económico y moral que apunta no solo a la economía, sino también a la sociedad y la cultura. 
Como dijo una vez Margaret Thatcher: "La economía es el método, pero el objetivo es cambiar el alma". 
Y qué tipo de alma sino el alma de los muchos pobres resistiendo con paciencia y perseverancia en una interpretación distorsionada de los valores cristianos donde la humildad y la bondad es dejarse explotar y manipular sin quejarse.
Entonces, para comprender por qué las condiciones para el fraude están maduras y omnipresentes en todos los niveles del gobierno, debemos reconocer el corazón del proyecto neoliberal, un conjunto muy claro de normas, valores y actitudes que en un lenguaje moderno reafirman la "moral" de los pocos poderosos, aunque nos resulte tan difícil racionalizar o comprender: proponen justificar la desigualdad en toda su realidad y debemos aceptar los agravios y abusos con lealtad. 

pachi/ ROF