domingo, 20 de junio de 2010
Invitación a gritar...
En el pasado he tomado esta fecha para plantear visiones sobre asuntos digamos no tradicionales sobre la paternidad, el padre como concepto replanteado es el tema de 'Dos noticias diferentes sobre el día de los padres...' que fue publicado el 21 de junio de 2009 (exhorto a que lo leas o releas), al revisitarlo descubro la vigencia de sus acercamientos...
Hoy me siento inclinado a usar la fecha para dar un grito fuerte en contra de la violencia de género. Estar asociado a las tareas solidarias relacionadas al proceso huelgario de la Universidad de Puerto Rico no me ha cegado ante la ola creciente de demencia social que aqueja nuestra sociedad. La secuencia aparentemente imparable de escenas dantescas de horror no pasan, es verdaderamente imposible, inadvertidas.
Muertes, suicidios, torturas y agresiones se suman constantemente en todos los sectores de nuestro pueblo. Alarmado por esta realidad me surge la necesidad visceral de hacer un llamado que cobra la forma de denuncia y se mezcla con una dosis de dolor tan profundo que se esparce en un crescendo pasional. Propongo un coro de voces: una explosión percusiva que obligatoriamente sea escuchado, un vibrante estruendo de emociones que haga paralizar a los que se han dejado capturar por esa locura que sustituye las deformaciones del amor con el delirio arrebatado e impetuoso de la ira destructora...
De los temas mas frecuentados de mi blog se encuentran diferentes piezas sobre la violencia y el rol de las mujeres victimizadas por este ímpetu intenso de propiedad que de alguna manera justifica que alguien crea que puede hacer barbaridades grotescas a su presa. Merece ser discutido el tema, urge ser entendido pero a la misma vez siento desde lo profundo de mi alma la necesidad de conjugar esa voz de rechazo absoluto, esa voz que reverbere de modo que sacuda la conciencia y de alguna manera fundamental haga despertar la compasión donde ahora anida la virulencia del desamor fatídico y la desgracia personal en su forma salvaje.
Hoy que alegadamente pensamos en los roles que debemos asumir los hombres como miembros de la familia consagro todas mis ilusiones y deseos en una proclama amplia: somos los hombres los que debemos alzar la bandera urgente de la paz social, no porque no hayan algunas mujeres asociadas a los patrones destructivos citados, las hay, sino porque la avasalladora realidad es que somos los hombres, quienes en una mayoría abrumadora, los que practicamos estos ritos de inhumanidad cotidiana.
Es parte de mi llamado, un reto a todos los que de diferentes maneras y modos desarrollamos formas de comunicar nuestras preocupaciones e impresiones, desde el creativo al metódico, desde el cantor al recreador, desde el hermano al vecino, todos debemos sentir la necesidad de incorporar y explorar maneras de cultivar la urgente toma de conciencia, todos debemos enviar mensajes y unirnos al lamento inpostergable.
No me atrevo a sentirme feliz siendo padre si permanezco inerte ante esta responsabilidad, no me salen las risas aunque amo panorámicamente a mis hijos porque temo, lo confieso, temo que estas frecuentes tormentas emocionales azotan con demasiada e inaceptable frecuencia la vida de nuestra comunidad.
Hay cosas que no logro sentirme que puedo terminar con la redondez aristotélica, hay encomiendas que por su esencial desencanto se antojan como obras inconclusas, este tema es uno de esos temas que vive esperando una coda feliz que no logro componer. Este canto me nace con un grito y es que parece ser necesario en momentos alzar la voz, subir el tono y desagarrar la aparente calma.
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9 comentarios:
Muy bonito este escrito tuyo. Para complementarlo sugiero lean este otro escrito por nuestra Mayra Montero.
http://www.elnuevodia.com/blog/725563/
"El pais entero lleva rato en un gran convulsion y estamos todos como si no pasara nada, mi grupo comunitario y desde nuestro espectro nos hemos puesto en vela de estos eventos,y estamos levantando un programa dirigido y enfocado para bregar con esta gran ola que se acrecenta cada dia mas ya que no hay en el pais los mecanismos de prevencion y tratamiento que se necesitan en todos los sectores el pais osea el estado no esta concentrado ni tan siquiera poniendo atencion como siempre a lo que el pais verdaderamente necesita. Esto lo puedes ver claramente en las devacles del dept de educacion y el fracaso para trabajar con los jovenes, en Dept familia tiene 7,ooo mil jovenes a su cargo pasando todo tipo de indolencias etc, etc, etc........"
Que haya canales de televisión que todavía se atrevan a poner, encima de las escenas de asesinato por violencia machista, un letrerito que lee: “Crimen Pasional”, es una vergüenza que ameritaría el despido del redactor, del director de Noticias y del jefe del canal. Los tres a la calle por ignorantes, y por perpetuar los tópicos que tanto daño hacen a la mujer.
Pero ahí no para la cosa. Una reportera de ese mismo canal, o de otro que está al lado, se atrevió a repetirlo con su boca pintada: “El incidente fue catalogado como uno pasional”. Así dijo, y me pregunté qué tiene en la cabeza, dónde ha estado viviendo todos estos años.
Es que yo creo que ya ni los propios agresores se atreven a decir que sus ataques son pasionales. Es una categoría tan anticuada y enfermiza, y se ha insistido tanto en que se trata de una frase peligrosa, que sólo logra enmascarar el delito y darle un toque sensiblero, que resulta inconcebible que haya gente del mundo noticioso que la siga usando.
Mientras los medios les den cuerda a esos conceptos en que los agresores pueden proyectarse como valedores del honor y la pasión, estamos fritos. O fritas. Las mujeres escaldadas dos veces, primero por los energúmenos, y luego por los brillantes cerebros mediáticos que no se atreven a usar la frase violencia de género (a algunos habría que explicarles lo que es género), ni mucho menos violencia machista. Esto último les suena radical. Demasiado radical. No hay un solo canal de la televisión local que se refiera a la violencia machista. Como mucho, dicen doméstica, lo que de paso incluye al gato.
Y machista es mil veces. Una mujer policía es acribillada en un bar-colmado de Aguadilla. El crimen lo comete su ex pareja, un guardia penal al que parece que no le importa mucho pasar al otro lado de la reja: total, conoce al personal, la comida, la rutina diaria. Según relata un antiguo vecino del agresor, a éste “no le gustaban las juntillas”, en referencia a las amistades con las que compartía su ex pareja, un grupo que aparentemente incluía gays y travestis. O sea, que a la agresión machista debería agregarse el componente de un crimen de odio: la mata porque no soporta su grado de independencia, pero también porque no puede tolerar que converse con personas que asumen valientemente su identidad sexual, su diferencia.
En el residencial El Trébol, en Río Piedras, otro tipo le asesta varias puñaladas a una mujer que él jura que es propiedad suya. Están separados, pero el hecho de encontrarla junto a otro hombre es suficiente para que, armado de un cuchillo, le demuestre que él todavía es el machote de la casa. ¿Otro crimen pasional, verdad?
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Leí que la fiscal del caso acusaría a este salvaje de agresión grave y no de tentativa de asesinato porque existe un atenuante poderoso: cometidos los hechos, el individuo llevó a la mujer al hospital. En otras palabras, la tasajeó, pero le llamó al médico. Dentro de dos días estará en la calle, mientras la víctima, que estaba entubada, deberá oír que el tipo no es tan malo porque al fin y al cabo llegó a la casa desarmado. El cuchillo que usó, lo tomó de la cocina de su ex pareja. Claro, había vivido allí y sabe que hay cuchillos. Es inaudito que, desde los propios tribunales, les pasen la mano a estos atorrantes, que es pasársela además a los que están a punto de caramelo, a ley de nada para matar a una mujer.
Otro agresor, esta vez un guardia municipal de Patillas, no ha tenido que esperar mucho para que lo pongan en la calle después de tirotear a su ex pareja. No sé qué clase de atenuantes tenía este, pero al fijarle $50,000 de fianza, estuvo preso una sola noche. Una sola por acabar con una mujer cuyo cadáver no había sido sepultado cuando él ya estaba tomando cocacola en su casa. ¿Qué mensaje están recibiendo los agresores potenciales, esos que ahora mismo maquinan el castigo que le darán a la desobediente?
Nadie les ha enseñado nada mientras están creciendo. Al contrario, la educación que reciben los varones, niños y adolescentes, está llena de prejuicios y de ideas de control. La propia madre (muchas veces no es ni siquiera el padre), le enseña al “varoncito” que su voluntad es ley en la casa; que la mujer (en este caso ella, la que tiene más próxima), está a su lado para complacerlo, y que las hembras son seres que han venido al mundo en actitud de sumisión y de inferioridad. Culicagados de 14 ó 15 años empiezan por insultar o amenazar a sus novias de la misma edad. Son los muchachos que luego, con 20 o 25 años, deciden que “a esa cabrona” le darán dos tiros.
La educación de género en las escuelas, que es lo único que ayudará a contener esto, sigue paralizada por culpa de los religiosos. Nosotros lo estamos permitiendo. Una cúpula de fundamentalistas, machistas ellos mismos, aprovechados de la miseria humana, se oponen a que se enseñe la igualdad. Y las mujeres siguen cayendo como moscas. A ellos qué les importa.
Mayra Montero
http://www.elnuevodia.com/blog-pasion-725563.html
El tema de la(s) violencia(s) contra las mujeres sigue siendo urgente. Públicamente hay consenso en que es un asunto que debe erradicarse; hay legislación que lo atiende, pionera, por cierto, en América Latina; hay jurisprudencia sobre el tema; doctrinas en derecho penal y civil; la prensa reseña el tema en cada historia de las mujeres que a diario sufren la violencia más extrema. ¿Entonces? Lo cierto es que la violencia asume muchas formas, todas ellas enraizadas en las relaciones de poder. Unas violencias son más o menos evidentes que otras, pero unas sustentan las otras. Habría que buscar su origen en las cotidianidades que las sustentan y que las afianzan hasta el punto de convertirlas en normalidad. Por eso, las fórmulas para atajar las violencias tienen que ir dirigidas en más de una dirección y aunque el tema de la violencia contra las mujeres se relaciona urgentemente con detener las muertes de las mujeres por violencia, hay violencias institucionales que nutren y perpetúan las primeras. Se trata de paradigmas, prácticas y entendidos difíciles de desarraigar. Por eso es necesario prestar la mirada atenta y visibilizar temas y prácticas que atañen también al tema de las violencias contra las mujeres.
Una de las miradas va dirigida a visibilizar el cómo a través de las instituciones y las políticas públicas se perpetúan las violencias y las desventajas de las mujeres, sobre todo en estos tiempos en que, lamentablemente, se van desmantelando iniciativas que con mucho esfuerzo han intentado atender el problema de la violencia contra las mujeres. Como un primer paso, propongo atención sobre el asunto institucional, tomando como marco de referencia las tres ramas de gobierno y algunos apuntes sencillos que, a manera de ejemplo, sirvan para lineamientos futuros.
Rama Legislativa
Además de lo usual respecto a la representación de mujeres en los escaños legislativos, en las presidencias de comisiones y en los puestos de poder, habría que señalar que vale observar los discursos que se producen y reproducen mediante las formas en que se desempeñan los legisladores y las legisladoras en el proceso legislativo. Basta con hacer énfasis en los estilos que reproducen las mismas violencias de imposición, atropello y exclusión de las mujeres y minorías, por parte de quienes tienen el control de los procesos y el poder. Se trata de una actitud de no considerar a los otros como seres iguales, como sujetos dignos de escucharse y reconocerse. Estas dinámicas de poder que reproducen el machismo y los modelos de una masculinidad violenta, reproducen la violencia en las esferas institucionales y en este proceso tienen el resultado de invisibilizar o excluir a las mujeres que ocupan escaños legislativos y a los temas que atañen a las mujeres.
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En segundo lugar, habría que decir que la falta de procesos deliberativos inciden sobre la poca posibilidad que existe de insertar el análisis de género respecto a las medidas que se aprueban. El no contar con una democracia robusta, ni siquiera representativa -ni hablar de modelos de democracia deliberativa o participativa- va en detrimento de las mujeres en una sociedad en la que ya de por sí las mujeres estamos en desventaja en muchos ámbitos. Al ser de por sí entes que se les ve limitados a la esfera privada, los diseños institucionales y el proceso tal cual está estructurado, hace mucho más difícil para las mujeres insertarse y visibilizarse para lograr que las políticas públicas atiendan transversalmente nuestros problemas. La falta de procesos adecuados, democráticos, prístinos cuando se adopta legislación, son asuntos también medulares y que atañen a las mujeres y al problema de la violencia. Con procesos legislativos truncos, lejos de buscar medidas para atender los problemas acuciantes para las mujeres, se permite y facilita la aprobación de legislación de aplicación general bajo premisas exclusivamente masculinas de ‘la sociedad puertorriqueña’, en detrimento de las mujeres, sin que siquiera podamos medir y atisbar el impacto y la exclusión nuestra como ciudadanas políticas.
Rama Ejecutiva
Respecto a las políticas lanzadas por la rama ejecutiva hay un mundo por decir, desde la ‘palabra de hombre’ del gobernador Fortuño, hasta la caracterización que hizo la nueva Procuradora de las Mujeres sobre los problemas de las mujeres en el país. Para la Procuradora, su rol es ‘concienciar’ a todos sobre estos problemas de violencia, y atender también a los hombres, a los viejos, a los niños -recordemos que dijo- ‘según la política de La Fortaleza’. Habría que empezar por recordarle la función de las procuradurías y que precisamente de eso se trata: de fiscalizar a La Fortaleza y al gobierno en el cumplimiento con los derechos de las mujeres. No obstante, la Procuraduría de las Mujeres se ha convertido en una institución administrativa que ‘no discrimina’ cuando de discriminar precisamente se trata: de atender específicamente los problemas que confrontan las mujeres, bajo el entendido básico de que estas ciudadanas -en el sentido político de la palabra- han sido y continúan discriminadas, violentadas, maltratadas y eso precisamente justifica los recursos y energías adicionales para atajar las desigualdades y los desagravios que han recibido por parte de una sociedad que les ha fallado en reconocerlas como iguales y ha permitido que sean víctimas de violencia. No obstante, lejos de destinar recursos para atender estos asuntos, se propicia el desmantelamiento institucional y presupuestario de esta oficina.
La sustitución es una campaña que les dice a los hombres que ‘den su palabra de hombre’. Así, nos apartamos de políticas públicas que atajan el asunto como un asunto de poder para simplificarlo como un asunto de meros individuos cuya peor falla es que ‘faltan a su promesa de hombre’.
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Rama Judicial
En 1995, el sistema de tribunales emitió un ‘Informe sobre el Discrimen por razón de Género en los tribunales’. Este informe visibilizó los problemas de fondo en la implantación, por ejemplo, de la Ley contra la Violencia Doméstica. El informe reseñaba ejemplos de policías, fiscales y jueces que mediante comentarios machistas miraban con desdén o simplemente descartaban como poco importante el asunto de la violencia contra las mujeres. Los funcionarios entendían el asunto de la violencia contra las mujeres como un asunto privado, de familia, de ‘líos de faldas’ o meras peleas ‘propias’ de la relación íntima y, por ende, desatendían la gravedad de los problemas y cerraban las puertas institucionales. De la misma forma, en el 2001, cuando se celebró el ‘Primer Congreso de Acceso a la Justicia’, se abordó el tema de género y el de violencia como un asunto primordial del tema del acceso a la Justicia. El informe sobre el resultado de este congreso produjo recomendaciones especializadas de los diversos grupos de trabajo y, en el 2004, la Conferencia creó un Comité de Igualdad y Género para la implantación y seguimiento de recomendaciones.
Es importante, sin embargo, el seguimiento de estas iniciativas y el monitoreo que le pueda dar esta rama de gobierno al tema. Es evidente que para un verdadero acceso a la justicia el tema de género y de violencia contra las mujeres debe ser parte protagónica para que esta rama tenga un ambiente hipersensible a los problemas directos y subyacentes en el tema de violencia contra las mujeres.
Las mujeres somos ciudadanas políticas, sujetas de derecho, aunque el imaginario del sujeto de derecho sea masculino y el asunto de las mujeres se vea como una ‘excepción’, ya es hora de que los temas de género y la violencia contra las mujeres se atiendan como temas medulares del acceso a los tribunales y no como un asunto accesorio. Esto implica pensarlo e incluirlo en todas las decisiones administrativas transversalmente, no sólo en la asignación de salas especializadas sino, además, en los horarios, la determinación de aranceles y la adopción de reglas, entre otras.
También, es importante que los jueces y juezas, en sus metodologías de adjudicación y al atender las controversias, se tomen en serio las desigualdades de poder y los problemas que confrontan las mujeres. El formalismo jurídico se plantea insuficiente para atender los problemas más acuciantes de sectores como las mujeres. Hace falta un acercamiento por parte de jueces y juezas que al atender las controversias asuman conscientemente las premisas de la igualdad plural, una igualdad de la diferencia que reconozca que las mujeres han pasado y todavía pasan por situaciones y circunstancias distintas y que como sujetas de derecho han estado en plena desventaja. Abordajes críticos y feministas del Derecho abogan hace mucho por una adecuación metodológica en este sentido y no sólo me refiero a los casos penales de violencia doméstica o a casos de familia, sino a mirar las controversias de derecho también desde una perspectiva de género, esto es, en casos laborales, de derechos de propiedad, constitucionales, electorales, todos, porque la violencia contra las mujeres es un asunto de poder, y el poder se encarna en todos los quehaceres.
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(desde anterior)
En cuanto a la composición del Tribunal Supremo, no basta una cuota en la representación de género. Aunque ese asunto es importantísimo, valga resaltar otros asuntos que no se ven directamente relacionados con el tema pero que guardan una importantísima relación con los derechos de las mujeres. Como mínimo nos preocupan pronunciamientos públicos o en opiniones emitidas por los jueces del actual Tribunal. Tómese por caso las expresiones del Juez asociado Kolthoff quien ha aludido a la importancia de proteger lo que las mayorías refrenden; o el notorio señalamiento del Juez asociado Martínez Torres respecto a la marea judicial. Aunque las mujeres somos una mayoría numérica, no lo somos si se toman en cuenta los discursos hegemónicos, las instituciones y valoraciones patriarcales y discriminatorias que algunos podrían bien levantar como bandera cultural o de tradición, para justificar negar derechos a las mujeres. No olvidemos que los derechos fundamentales sirven como cartas de triunfo y garantías contra las imposiciones tradicionales o fundamentalistas de mayorías. Entonces, ¿qué significa esta ‘nueva’ filosofía del nuestro Tribunal Supremo para fundamentar sus decisiones?. Significaría dejar desprovistas a las mujeres, a la diversidad de mujeres, de sus derechos individuales, sobre su cuerpo, su sexualidad, su derecho a la felicidad, a llevar un estilo de vida de acuerdo con su plena libertad y autonomía y a los valores y creencias que tengan, aun cuando éstos sean diferentes y no vayan con la marea mayoritaria. El discurso acuñado por la nueva mayoría del Tribunal significaría negarles la protección a su dignidad y a la de sus cuerpos, o, por ejemplo, protección cuando se enfrenta a una situación de violencia de pareja y está en una relación homosexual, en otras palabras, la negación del reconocimiento de sus derechos fundamentales en situación de igualdad con el resto de los ciudadanos.
Otro tema sería la dinámica profesional de los abogados y abogadas, las faltas de respeto solapadas, la minimización y los estilos machistas en las relaciones entre colegas, tanto en los tribunales como fuera de ellos. Estos estilos y estas violencias también se entronizan en las escuelas de Derecho, en la toma de decisiones respecto a la educación jurídica y en las dinámicas cotidianas en las facultades que pretenden imponer estilos masculinos a las académicas del Derecho, en ocasiones penalizándolas o buscando su invisibilización por éstas no ajustarse a los parámetros y valoraciones masculinas del ‘profesor de Derecho’ o el jurista.
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(desde anterior)
Desigualdad, pobreza y participación democrática
Sabemos que las mujeres son las más pobres, las más desiguales, y a las que más difícil se les hace la vida participativa en términos políticos amplios. Las políticas actuales que visualizan al gobierno con manos afuera de estos temas, tienen la consecuencia de incrementar estos problemas para las mujeres y, por ende, ponerlas en situaciones de mayor vulnerabilidad y más sujetas a situaciones de violencia : en su casa, en la relación de pareja, con su patrimonio (o sin él), en el trabajo, en la calle, más sujetas a vandalismos. Es urgente que se analice con perspectiva de género temas como el impacto de las políticas contenidas en la Ley 7, en la Ley de Cierre, en la propuesta reforma legislativa, en la restructuración de las agencias del Ejecutivo, las políticas del Departamento de la Vivienda, el desplazamiento comunitario y, en general, en el presupuesto del país.
La política del gobierno dirigida a desmantelar los mecanismos institucionales que intentan salvaguardar los derechos económicos y sociales agravan la situación de las mujeres. Así ya parece constatarse, producto de una crisis que se acrecienta, un aumento en la violencia contra las mujeres, las mismas que por las políticas actuales se quedaron sin empleo; sin vivienda; sin el servicio de trabajadores sociales; con un sistema de educación echado a pérdida, sin la Oficina de Comunidades Especiales, sin una Procuradora de las Mujeres que vele por sus derechos; sin la oportunidad de un debate legislativo robusto; sin vistas públicas a las cuales acudir para expresarse y exponer sus perspectivas; sin participación ciudadana; sin sus proyectos comunitarios; sin la protección contra la violencia doméstica por parte de policías, fiscales y jueces; sin un abordaje judicial sensible a sus problemas y sujeta a lo que dispongan las mayorías. En resumen, más vulnerables a la violencia.
Esta violencia institucional es también violencia contra las mujeres, es violencia que sustenta y refrenda la violencia del revólver, del tiro, que permite y se hace cómplice de las historias de mujeres que añaden un número a la cifra.
Por Erika Fontánez Torres
http://www.claridadpuertorico.com/content.html?news=F64988FD304856266F08A42432D24D6F
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