domingo, 7 de septiembre de 2008

La importancia del manejo de conflictos versus la visión neofascista del control.




El verdadero tesoro del hombre es el tesoro de sus errores. José Ortega y Gasset

En estos momentos yo que tenía el temario repleto desde hace rato, ahora tengo prisa también de hacer unos acercamientos razonables a ciertos escenarios que pronostican encontronazos totalmente innecesarios y absolutamente imprudentes. Una de estas escenas es la crisis que presagia ser la implantación unilateral de un nuevo Reglamento General de Estudiantes en la Universidad de Puerto Rico.

El problema no es la idea de un nuevo Reglamento per sé porque de hecho el Reglamento vigente padece de serios problemas de vaguedad y de falta de relevancia a la realidad actual. Ese es un tema totalmente válido y de hecho será un tema que tratemos próximamente.

El problema con lo propuesto es que constituyen violaciones fundamentales a los derechos civiles de los estudiantes a la vez que un recrudecimiento insensato del ambiente represivo dentro del sistema universitario público.

Lo que pueden aducir de cierta manera los que proponen estos cambios con visos neofascistas es una alusión a una atmósfera de paz carcelaria, la supresión de los conflictos como meta e ideal del clima universitario. Este planteamiento es por completo anticuado, ineficiente y falso. Precisamente las corrientes modernas del pensamiento y estudios empíricos sobre la conducta social prueban claramente que el problema no es el surgimiento de conflictos (lo cual como la historia de la humanidad prueba fehacientemente es perfectamente normal) sino cómo se manejan dichos episodios.



El caso Sánchez Carambot y Ortiz Feliciano v. Recinto Universitario de Humacao, que es el caso vigente en torno a los derechos de expresión y libre asamblea en los escenarios estudiantiles entre sus señalamientos al avalar los llamados derechos estudiantiles es precisamente eso, una afirmación clara de la existencia de un ámbito constitucional de derechos civiles de los estudiantes (inclusive menciona profesores) en el escenario institucional. Ciertamente parte del problema de esos incisos represivos es que tratan de derogar la doctrina de Sánchez Carambot y Ortiz Feliciano v. Recinto Universitario de Humacao de manera ultra vires ya que es imposible que una agencia administrativa mediante un reglamento haga caso omiso de un claro precedente del Tribunal Supremo. De insistir en su empeño los gestores del nuevo Reglamento como se está planteando lo que están haciendo es, al decir pueblerino, pidiendo fuego para su derriere ya que dichos incisos son incompatibles con la doctrina imperante y toda teoría constitucional relevante.

Pero aparte, tratándose de un escenario universitario es además un franco y absoluto disparate toda la concepción retribucionista que trata de sustentar dichas pretensiones. Veamos:

La importancia del manejo de conflictos.

El conflicto es visto como un evento negativo, lo cierto es que es parte inherente de la condición humana y del trabajo en equipo o comunidad. De hecho es necesario y deseable cierto grado de conflicto dentro de las estructuras para mantener los miembros motivados y activos. Las destrezas referentes a manejo de conflictos son de importancia vital ya que permite que la comunidad supere problemas, y utilizados eficientemente pueden implicar mejoras sustanciales y adelantos.

¿Qué es el manejo de conflictos?
El autor de Conflict resolution - a key ingredient in successful teams, Thomas K Capozzoli define conflicto como una situación competitiva en la cual las partes están conscientes de la incompatibilidad potencial de posiciones futuras y en cuál cada parte desea ocupar una posición que sea incompatible con los deseos del otro. Plantea que esta característica es muy normal entre los humanos, sin embargo puede degenerar si produce riñas, disgustos severos o peleas como lo que lógicamente habrá de generar el negarle derechos fundamentales de expresión y libre asamblea a una comunidad. Un conflicto bien manejado produce resultados notables pero un conflicto manejado inadecuadamente puede constituir una fuerza destructiva. Si se produce una solución válida, si se aumenta el compromiso de aquellos implicados en el conflicto, y si produce unidad entre los miembros de la comunidad, el conflicto ha sido manejado adecuadamente.

El conflicto se puede causar por una diversidad de razones. Los valores culturales de la gente pueden no ser iguales y ante la aparición de problemas pueden estallar. Las actitudes de los miembros de la comunidad pueden ser diferentes por lo tanto las metas pueden ser diferentes. Las necesidades de la gente pueden ser marcadamente diferentes y si no se satisfacen, se puede producir frustración. La gente puede tener expectativas distintas de cómo trabajar y cómo vivir y cuáles deben ser los resultados. Todo el mundo ve el mundo de una manera distinta. Una opinión totalmente diferente se puede producir incluso si tienen la misma información. Si los recursos se escasean, el conflicto sucederá eventualmente. Y finalmente, si los miembros de la comunidad no tienen el mismo tipo de personalidad o los mismos intereses, el potencial de conflicto es evidente.

El manejo efectivo de conflictos implica el aprender cómo discrepar sobre situaciones y salir de la discrepancia con una solución que pueda beneficiar a la comunidad. La gente (e inclusive hasta más los administradores) tiene que aprender y practicar las destrezas del conflicto de resolución para ser exitosos, productivos y eficientes.

Explorar, no suprimir las razones del conflicto, es de lo que se trata. Si hay emociones fuertes conectadas con el desacuerdo, no siguir hasta que se hayan disipado. Las emociones son un impedimento fuerte a las comunicaciones y al intentar resolver un desacuerdo, la capacidad de comunicarse es crítica. Esto puede ser delicado y se debe hacer con cuidado. Las razones específicas del desacuerdo deben ser resueltas. ¿Hay un falso entendimiento de la situación? ¿Las metas se han malinterpretado? ¿Las partes tienen diversos valores? ¿Hay conflictos de personalidad? Todos deben estar dispuestos a discutir sus opiniones y a intentar entender al otro. El escuchar es muy importante, no sólo oír pero también comprender. Cada persona debe intentar ser tan objetiva como sea posible, abierto y flexible.

Las razones del desacuerdo son a la vez las soluciones y posibles alternativas. Todos deben tener la oportunidad de presentar sus soluciones y todas deben ser consideradas. Todos necesitan estar de acuerdo en buscar la solución más apropiada. Todas las razones de cada solución deben ser exploradas. Las técnicas de negociación se pueden aplicar si fuese necesario lo que le brinda una oportunidad de modificar posiciones y moverse hacia otra solución que parezca más práctica. La negociación implica colaborar en una solución. Después de que se haya identificado la solución, debe ser ejecutada. Cada persona debe entender qué conviene y cuáles son sus responsabilidades. Evaluar la solución. Descubrir si la solución es adecuada para solucionar el desacuerdo. Si no, determinar qué causó la falta.

El proceso de manejo de conflicto se practica como cualquier otro proceso, utilizarlo con éxito depende de la buena voluntad de la gente de practicar. Saber sobre el proceso no hace realmente nada hasta que pueda ser aplicado. Hay que aprender de tanto los éxitos y los errores para aplicar las lecciones a situaciones siguientes.

Tal parece que una nueva era medieval se cierne sobre la Universidad de Puerto Rico por lo menos en lo respecta a las ausencias de filosofías humanistas en las mentes de los ideólogos neoliberales y positivistas que pretenden sojuzgar las libertades que nutrieron a las universidades desde el Renacimiento. Estas posiciones muy propias del neofascismo son antiacadémicas, son anticuadas y demasiado peligrosas para pasar desapercibidas.



“Todo lo que han aprendido los humanos, lo aprendieron como consecuencias de experiencias de ensayo y error, exclusivamente los humanos han aprendido siempre a través de sus equivocaciones”, dijo el filósofo Buckminster Fuller.

Y veamos cuál es el vigente Estado de Derecho:

"Nuestro derecho histórico es testigo fiel del gran reconocimiento social de que han disfrutado las instituciones universitarias, así como sus profesores y estudiantes: "Et otrosi decimos que los ciudadanos de aquel lugar do fuere fecho el estudio deben mucho honrar et guardar los maestros, et los escolares et todas sus cosas . . .". Las Siete Partidas del Rey don Alfonso el Sabio, Madrid, Ed. Atlas, 1972, T. 11, Partida Segunda, Título XXXI, Ley 11. Nuestro aprecio jurídico por la universidad y sus valores de libertad y estudio es, pues, muy antiguo y se remonta a tiempos anteriores a la concepción del derecho constitucional moderno.

En la América de nuestro tiempo esa tarea destacada que desempeña la universidad como centro de investigación, de estudio y de crítica social no ha perdido trascendencia.

La universidad latinoamericana se ha visto comprometida desde sus comienzos con la reforma social. La universidad luchó por su autonomía, la que se cristalizó con la Revolución universitaria de Córdoba en 1918. Desde que comenzó la reforma se proclamó el deber universitario de asumir el liderato en la sociedad y de servir a sus necesidades, definiéndose así la ubicación en las tareas universitarias del estudio de lo político-social al margen de las preferencias del Estado. Así pues, en Latinoamérica la autonomía universitaria se concibe como el santuario donde conseguir una relativa libertad en el examen de las ideas. R. Mac-Lean y Esteríos, La crisis universitaria en Hispanoamérica, Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional, México, 1956.

En este sentido, el definitivo reconocimiento que las libertades civiles reciben en todo el ordenamiento nacional de sociedades como la nuestra, no puede ser razón hábil para menoscabar las garantías de libertad de expresión y asociación que desde tiempos pretéritos gozan los estudiantes y profesores universitarios. Precisamente, para que las salvaguardas civiles no decaigan es imprescindible la crítica ilustrada, acuciosa y constante de parte de esos grupos dedicados al más elevado estudio. Callar sus denuncias puede poner en peligro las libertades que con tanta dificultad se plasmaron en un pasado no muy remoto. Se trata, como advertimos en Rodríguez v. Srio. de Instrucción, ante, de proteger esa discusión enérgica de las ideas, que es tan esencial para el cabal desarrollo del hombre, como para la conservación y el sostenimiento del bienestar común en una sociedad que viva en democracia.(4) Así lo reconoció el legislador puertorriqueño cuando dispuso que, en el cumplimiento de su misión, la Universidad de Puerto Rico debería "[t]ener presente que por su carácter de Universidad y por su identificación con los ideales de vida de Puerto Rico, ella está esencialmente vinculada a los valores e intereses de toda comunidad democrática".(5) 18 LPRA sec. 601, inciso b(6).

Esaúl Sánchez Carambot, Roberto Ortíz Feliciano v. Federico M. Matheu, Director, Colegio Universitario de Humacao
113 DPR 153



pd- Por favor no se pongan becerros ni idolatren al becerro de oro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Hola Roberto! Mira leí tu columna y me parece que es pertinente hablar sobre ese reglamento. La APPU nos envió un documento al cual hay que reaccionar antes del día 30 de septiembre.¡Te felicito por haber iniciado la ponderación sobre este tema al respecto! Perdona que me comunique contigo a través de este medio; pero no tenía otra manera, la nota es para decirte que tienes un pase de cortesía,para cualquiera de los dos días del Recital Poético de los Colores en Tiempos de la Diversidad(10 ó 11 de septiembre, a las 7:00 PM, en Talller Cé).Tu nombre estará en la lista de invitaciones especiales.Luego, que salga de este proyecto te haré un comentario sobre esta columna que me parece muy pertinente en este momento y en nuestro Primer Centro Docente. ¡Mis excusas por haberme comunicado por este medio! Recuerda que soy un poco artesanal; pero no tuve otra opción.¡Te busqué y no te encontré.Recibe un fuerte abrazo, SOLICARIBEÑO, Marie Ramos Rosado.