sábado, 1 de junio de 2019

Hablando de desigualdad...



Hablando de desigualdad: El coeficiente de Gini (antes y después de los costos de la vivienda) es solo un promedio de desigualdades; no muestra, por ejemplo, que los pobres se hayan estado empobreciendo aún más. También omite el impacto negativo en (las intersecciones de) discapacidad, raza y género. Además, las estadísticas de desigualdad de ingresos están plagadas de problemas que se oponen a cualquier comprensión consistente de cuánto ingreso están obteniendo los que se encuentran en la parte superior de la distribución. Los intentos por ajustar la información en los ingresos más altos aumentan dramáticamente los niveles de desigualdad, aun cuando una gran cantidad de fuentes de ingresos no se tienen en cuenta adecuadamente. Para decirlo sin rodeos, los ricos son aún más ricos de lo que creemos mientras los pobres son más pobres de lo estimado.
El coeficiente de Gini es un índice calculado para calificar el nivel de igualdad (o su falta) en un país determinado. Se representa como un número entre 0 y 1, donde 0 refleja la igualdad total y completa (es decir, la riqueza y el ingreso de cada ciudadano es exactamente igual), y 1, la desigualdad completa y completa (es decir, toda la riqueza y el ingreso se destina a una sola persona).
El Stanford Center on Inequality and Poverty clasifica a los países más desarrollados en términos de mercados laborales, pobreza, red de seguridad, desigualdad de riqueza y movilidad económica. Estados Unidos. ocupa el último lugar entre los 10 países más desarrollados y el 18º entre los 21 principales. Los niveles de desigualdad de Estados Unidos son mucho más altos que los de la mayoría de los países europeos. Según la Base de datos de desigualdad de ingresos mundial, Estados Unidos tiene la tasa Gini más alta (medición de la desigualdad) de todos los países occidentales.
El coeficiente de Gini (la medida básica de la desigualdad) de los ingresos se encuentra en su nivel más alto (históricamente) en los Estados Unidos, un pico de 0,48 que contrasta con el 0,38 de finales de 1960 – un aumento del 30%.
Estados Unidos tiene de los más altos niveles de desigualdad, y Puerto Rico, dentro del sistema económico estadounidense, es el territorio más pobre y de mayor desigualdad, se ha comentado que Puerto Rico en una escala global ocupa el tercer lugar de mayor desigualdad.
El rico 10% y el aún más rico 1% adoran decir que la desigualdad no importa. También les encanta decir que el coeficiente de Gini que mide la desigualdad está mejorando. Pero, como muchos conocedores de tales datos saben, esas afirmaciones no son reveladoras de la verdad. 
La desigualdad está muy subestimada porque su medición se basa en datos de encuestas y los ricos no hacen encuestas ni pagan impuestos. Y los ricos también ocultan sus ingresos y activos de manera más efectiva.
La naturaleza compleja de la desigualdad hace hincapié en la importancia de mirar más allá de sólo el coeficiente de Gini. La compleja relación entre el crecimiento económico y la desigualdad, al estudiarse, revela que a largo plazo, la desigualdad causa malos resultados económicos. De acuerdo con datos de la OCDE, la desigualdad reduce el crecimiento económico: estima que hubo una reducción en el potencial de crecimiento de 4,7 puntos porcentuales entre 1990 y 2010 (en las economías desarrolladas) y de hasta 10 puntos porcentuales en los Estados Unidos debido a la desigualdad. 
Sometemos que en Puerto Rico la desigualdad es la característica fundamental que frustra el crecimiento económico, aunque esta perspectiva no se menciona con frecuencia. 
El segundo concepto clave es el gasto social público como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB). Ya sabes, el PIB, en resumen, es el valor monetario neto de cuánto produce un país. El gasto social público como porcentaje del PIB es una medida destinada a reflejar la parte de esa producción que se gasta en los programas gubernamentales.
La tendencia, como es bien sabido entre los investigadores de política social, es que un mayor gasto social en programas sociales públicos resulta en mayor igualdad y una brecha más pequeña entre ricos y pobres. 
Si nuestros programas sociales públicos mantienen pobres a los pobres (lo cual es un argumento válido), es solo porque uno debe estar en una situación tan desesperada para recibir ayuda con fondos insuficientes y asediados que lo que finalmente recibe es severamente insuficiente. El ejemplo aunque exista un mito al contrario, es el programa de asistencia alimentaria que realmente le da $1.25 por día a un participante. 
Sea cual sea la historia, la tendencia general en los datos se mantiene.
Finalmente debemos destacar el aspecto de género: a partir de tres fenómenos de la desigualdad: explotación, discriminación y exclusión, es un hecho indiscutible la presencia mayoritaria desproporcional de mujeres en varias dimensiones de pobreza e inequidad, en lo general y en específico, las mujeres se enfrentan a una serie de obstáculos impuestos por una violencia estructural y cultura patriarcal opresiva.

Pachi Ortizfeliciano

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