Un precedente inolvidable: Tommie Smith y John Carlos en México 1968.

Fue la ceremonia de medallas olímpicas más popular de toda la década y no por las marcas establecidas sino por la historia establecida. Las fotografías de dos corredores americanos negros que se colocaban en el podio olímpico con las cabezas bajadas y los puños levantados en los juegos de Ciudad de México en 1968 no sólo representan uno de los momentos más memorables de la historia olímpica pero del movimiento de los Derechas civiles. Los dos hombres eran Tommie Smith y John Carlos. La sugerencia fue de un amigo, el joven sociólogo Harry Edwards, la protesta, Edwards esperaba, traería atención al hecho que el movimiento de Derechos civiles no había eliminado las injusticias del racismo. Smith y Carlos planearon secretamente una protesta no violenta a la manera de Martin Luther King. En la carrera de 200 metros, Smith ganó la medalla de oro y Carlos el bronce. Los dos cerraron los ojos, bajaron sus cabezas, y comenzó su protesta. Smith dijo que él levantó su puño derecho, cubierto con un guante negro, para representar el Poder negro (nombre popular que se le daba a los movimientos de reafirmación africanista) en América mientras que Carlos con su puño izquierdo, representó la unidad en la América negra. Juntos formaron un arco de unidad en protesta. La bufanda negra alrededor de Smith representaba el orgullo negro y sus calcetines negros (sin zapatos) representaron la pobreza negra en la América racista.

Honraron a Smith y a Carlos, ambos ahora entrenan equipos de pista y campo de secundaria, en 1998 para conmemorar el trigésimo aniversario de su protesta. Una nota interesante de la protesta fue que el medallista de plata en 1968, Peter Norman de Australia (quién es blanco), se solidarizó con la protesta esa tarde usando un símbolo de OPHR la organización de atletas negros de la cual eran miembros Smith y Carlos.

Hay muchas razones para protestar durante eventos deportivos masivos. Es una industria multibillonaria que dirige una élite que vende los eventos al mejor postor, usan los deportes para la publicidad corporativa. Su objetivo principal son beneficios comerciales y ganancias privadas, en colaboración con sus socios: gobierno, comités organizadores locales, y corporaciones (construcción, propiedades inmobiliarias, turismo, TV, y medios, así como patrocinadores).


Las Olimpiadas tienen una larga historia de asociación con gobiernos fascistas, colonialistas, y regímenes autoritarios (por ejemplo, las Olimpiadas de 1936 del gobierno nazi de Hitler, y los juegos 2008 del verano de Beijing). Desde los años 80, han desplazado sobre tres millones de personas y han contribuido a aumentos masivos en falta de viviendas para acomodar instalaciones deportivas (visto en Vancouver y en Beijing).


Para las olimpiadas de Beijing las autoridades chinas llevaron a cabo miles de arrestos preventivos meses antes de iniciarse los juegos basados solo en sospechas y carpeteo de disidentes. Igualmente el mundo pudo atestiguar los abusos cometidos contra los monjes de Burma a pesar de sus creencias y costumbres rigurosamente pacifistas cuando los monjes decidieron celebrar protestas masivas.

¿Por qué protestar si las protestas no cambian nada, y los eventos van a suceder de todos modos? Ese planteamiento en forma de interrogante se basa en la alegada futilidad de la protesta. Para comenzar las protestas son solamente una táctica usada por los movimientos sociales. Ayudan a levantar conciencia y a movilizar a la gente. El movimiento negro de los Derechos civiles comienza con pequeñas protestas y creció hasta convertirse en una campaña nacional de desobediencia civil. Esto forzó al gobierno a aceptar reformas fundamentales tales como el Acta de los Derechos civiles y la secuela de leyes que reforzaron la ilegalidad del discrimen y los prejuicios. Las protestas de cierta manera son testimonios de las duras realidades que se esconden tras la fachada lustrosa de los eventos y sus producciones de medios y marcas comerciales. Parte del problema es el que se plantea cuando vemos que las grandes inversiones no logran impactar de manera duradera y positiva los sectores sociales aquejados por los sistemas de lucro privado.

Las protestas y la desobediencia civil impulsaron el cambio realizado y necesario, porque no sólo produjo la atención internacional al racismo en los Estados Unidos, también hizo posible derrocar el sistema del apartheid en el sur de Africa. El recientemente terminado Mundial de futbol se logra celebrar en un sistema que se reconstruye sobre un pasado temible de injusticias y racismo, la protesta de Smith y Carlos abrieron el camino, juntos a los eventos de Soweto, a implantar el boicot de Africa del Sur. Tal vez sea imposible hablar de cambio social y deportes en este contexto sin ver las ligaduras e implicaciones que tuvieron.

La crisis de empleos y la falta de viviendas, por ejemplo, se han convertido en problemas masivos en Puerto Rico y requieren trabajar para el cambio social. Sin la presión política ejercida por la protesta, sin resistencia de la comunidad, la situación para los pobres y los desamparados será peor. ¿Por qué protestar en el 2010? Porque como la historia nos demuestra, los límites de los tiranos son establecidos por los que intenten tiranizar.

Faltan solo días para comenzar los Centroamericanos, se han invertido miles de millones en un evento que de ninguna manera ayuda a resolver los problemas sociales de la isla, es la realidad y es indiscutible que los beneficios nuevamente se quedan en los bolsillos patronales y en los grandes intereses. Para colmo vivimos un sistema de inconstitucionalidad que atenta contra nuestros derechos fundamentales y que busca acallar por la fuerza las protestas legítimas y urgentes de los boricuas. Esa es mi forma de pensar sobre la supuesta tregua. Sugiero que este tema no es simple ni es un tema prohibido. En un mundo perfecto el olimpismo pudiese interpretarse solamente a base de criterios deportivos pero el 2010 no es un mundo perfecto y en Puerto Rico las imperfecciones y los abusos abundan hasta en los mismos escenarios del verdadero rol de los deportes como instrumento y cultura de pueblo.