Riéndome solo...

En el fondo un montuno cadencioso,
Cierro los ojos al vaivén de los tambores y los veo bailando,
La clave marcando las caderas contoneándose,
Y la vida con todo y sus miles de líos parece seguir al ritmo...

Al compás de los golpes, los cantazos, el raspar del guiro, los acordes y los acentos de metales juguetones…


Las sonrisas brillan igual que el sudor dulce del meneo cachondo,
Pies inquietos, torsos que giran, brazos que como directores se despliegan según el movimiento musical,
Voces en coro, patrones que brincan las sincopadas pasiones,
Un roce sensual por aquí, un gesto hermanado por allá...

Marantas que sacuden el aire como alas de aves enloquecidas,
Miradas intensas atraviesan el espacio cuales rayos seductores
Para encontrarse con guiñadas coquetas y risas breves...

Las faldas son velas de naves desafiando tormentas ricas de brisas frescas...


Familias arrebatadas por la tradición de la sangre caliente, las palmeras y el mar,
Los abuelos bailan con los nietos, las nenas herederas de la sandunga de la vieja que no se puede quedar quieta y olvida los dolores sin necesidad de proponérselo...

Canta el que canta y el que quiere cantar,
Goza el que le gusta y hasta el que dice no gustarle, el gustito se da..
Carcajadas, maracas y tambó...

Toca que toca y vuelve a tocar como sexo insaciable que un romance salvaje no deja parar...


Es uno, son dos, somos todos, diferentes pero unidos, a la vez,
por la necesidad invisible de querer ser luces en lugar de sombras,
Canciones y no llantos, besos y abrazos, y gritar alegres...


Abro los ojos...

Que bueno tener gente que me inspira soñar despierto…