jueves, 29 de marzo de 2012

Carta a Sofía



Paráfrasis de una carta modelo de un abuelo triste y arrepentido.

La conciencia no tiene que ser motivada por ideología. Propulsa al activismo el ser padres y madres. Mis hijos e hija son hoy, agradecidamente, adultos sanos. Pero ahora tengo una nieta, mi sangre siente frío cuando pienso en lo que puede ocurrir en 50 años e imagino cuál será su mundo y si será un “mundo reconocible” para mi aunque no esté vivo. Escribo a mi nieta, aunque ella no pueda leerla hoy, espero que la lea en un futuro que pruebe que me equivoco, tanto mejor, pienso, que lo terrible e injusto que hoy preveo. Estoy compartiendo estas letras con la esperanza de que pueda abrazar sus almas y confiarles el trabajo duro de juntos hacer la isla viable, la economía equitativa, y una cultura verdaderamente democrática para los nietos y nietas por venir.

A nombre de mi generación, quiero disculparme. Siento que permitimos que nuestra isla fuera destruida. Llevó millones de años para que las sustancias de la corteza de tierra florecieran y sin embargo en poco tiempo las utilizamos de una manera que no pudieron regenerarse antes de que los daños fuesen permanentes. No hay duda que lo que permanece es distante de lo que nosotros conocimos, es sucio y peligroso, muchas de las frutas y las flores que conocí no las podrás disfrutar cuando seas de mi edad. Lo tomamos todo. No hay excusas, realmente. Somos  una sociedad de cerdos, llana y simplemente cochinos que no supimos cuidar de nuestro entorno. Sobrecargamos todo, gastamos todo, desperdiciamos todo, matamos casi todo. El supuesto modernismo industrial y la locura comercial lo hizo posible. Las máquinas y las tiendas son nuestros amos y el ambiente es su alimento. Comimos sin sembrar nuestro propio alimento y tras envenenar los ríos y los lagos al grado que ya no podíamos beber agua natural, nos dedicamos a beber agua artificial que también malgastamos. En mis tiempos llovía suficiente y de una manera acompasada para rebastecer el agua, por todas partes caía frecuentemente, aunque no lo creas con las sequías actuales que se alternan peligrosamente con repentinas vaguadas feroces que provocan inundaciones sorpresas, pero nos olvidamos del tesoro de la lluvia, solo pensábamos en tener gasolina para conducir nuestros carros. Combustibles tóxicos, fertilizantes, botellas plásticas, sillas de playa: hicimos todo y cualquier cosa con materiales artificiales para que fueran baratas y nunca entendimos lo realmente caro que nos saldría. Habríamos podido conservar más para que ustedes utilicen en el curso de la vida pero dejamos que unos pocos ricos nos convencieran que lo importante era hacer dinero aunque en la realidad los que apilaban (de manera escandalosa e ilícita) fortunas hiperbólicas eran cada día menos, y menos, y menos. En lugar de ganar, perdimos, demostramos ser adictos a las grietas, la erosión, la contaminación, el plástico y nos hicimos los locos cuando los pájaros dejaron de cantar sus trinos y volar en nuestras comunidades. Ha sido grande tener tanto y sin embargo construimos nuestro mundo entero como una gigantesca cárcel, hemos sido capturados por nuestra demencia y hoy vivimos torturas producto de nuestra propia complicidad. La vida es resistente, sobrevivimos las limitaciones pero hemos perdido tanto que hoy no nos podemos recuperar. Apesadumbrados nos dimos cuenta muy tarde.

Espero, soy un optimista empedernido o algo de un loco romántico trasnochado hasta tal vez ambas cosas, que desarrollemos fuentes de energía renovable pronto, o que su generación imaginen cómo hacerlo rápidamente. Mientras tanto, es triste que el clima que conozcas sea diferente al que conocí. Las tormentas, las sequías, las inundaciones, los derrumbes, el polvo, los mares revueltos, la migración, el hambre, la peste, la guerra civil (la criminalidad rampante, los asesinados por miles y la inseguridad es una guerra civil aunque no quisimos entenderlo o aceptarlo a tiempo), el estado policial, y las guerras como negocio no es una buena herencia que les dejamos. Estoy seguro que mis padres no pudieron imaginar el resultado de producir en masa automóviles y que llegara a haber más vehículos que personas. Sé que mis padres no consideraron que una casa tuviera que gastar (y pagar) en un mes la electricidad que ellos gastaban en un año (no recuerdo en mi niñez que a gente, vecinos, desconocidos, amigos o familiares se le cortara la luz por falta de pago y nunca fui adinerado ni mucho menos, era que no se veía, hoy es cosa frecuente, frecuente tragedia de familias en el precipicio social). La casa digital y eléctrica con carros para todos fue nuestro sueño y resultó ser una pesadilla. Para mi generación, el carro se convirtió en un derecho luego en un estándar de vida y un lujo en lugar de un instrumento. Hoy, es duro vivir sin tener cómo moverse y es duro moverse porque hay tantos en movimiento a la misma vez. Tantas soledades compactadas en sus cajones de metal desplazándose como autómatas. No tengo ninguna idea qué harán ya que hace décadas que matamos la alternativa del tren, sabes cuando pequeño los llegué a ver, la máquina con su cola de humo, sus gritos al acercarse y sus vagones obedientes marchando en fila de uno en fondo elevando su himno de metales pero de repente se terminó, desaparecieron igual que desaparecían los paisajes de guajanas florecidas contoneándose en la brisa, y lo peor fue que las rieles desaparecieron, ya luego fue muy tarde y caro volver a conectar la isla con rieles y solo se ha podido poner un diminuto trecho en tren. ¡Uuups! Se comenta que Puerto rico es de los pocos lugares del mundo que eliminaron por completo su sistena ferroviario y que es un error histórico de proporciones que solo podrán entender ustedes al ver que el sistema aunque tuviese problemas era como las venas de la comunidad.

Pero igual de disparateros fuimos con el suelo fértil, los bosques y su madera, y los mares que estaban llenos de peces antes de que raspáramos el fondo del mar y descargáramos nuestras basuras por dondequiera, lo fresco y natural se hizo ácido y estéril. Hoy, ese mar que era un lugar impresionante es demasiado contaminado, ustedes no pueden saber ni imaginarse cómo lo hicimos pero lo hicimos, ustedes no sabrán lo bueno que era poder meterse en cualquier playa o río sin tener que ver rótulos que te advierten de sus peligros ni temer contagiarse. Había corales brillantes, los pájaros se zambullían para sacar peces, era una majestad el mar salvaje y libre… Pero por otra parte nunca vi libres cotorras puertorriqueñas, así que se lo que es conocer algo solamente en cautiverio o en un museo disecado. Tomamos fotos que espero les ayuden a entender.

Nuestra tecnología es de hecho asombrosa. Me criaron sin computadoras, teléfonos celulares, y el internet, aprecio cómo nuestra ingeniería ha realzado nuestras vidas, pero también sé que tiene desventajas. Cuando era niño jugaba con mis amiguitos en la calle y corríamos bicicleta por todos lados. Aunque nos preocupamos por la bomba nuclear no fue hasta que los ríos empezaron a coger fuego ya adultos que realizamos que la verdadera bomba la instalamos nosotros mismos. Bien, ustedes saben y viven los resultados de las generatrices eléctricas, lluvia ácida, el agujero en el ozono… Hubo avisos de que tomamos la dirección incorrecta pero no le hicimos caso o al menos no insistimos en ser precavidos. Mudos, obstinados, apáticos, individualistas: ¿Quién sabe porqué no podíamos parar y unirnos por el bienestar de todos? Las corporaciones quizás tienen la mayor culpa de la epidemia de avaricia que no podíamos superar pero nos conformamos con ir a los "malls". No importará mucho a quiénes culpar. Tienen que hacer frente y responsabilizarse de todo lo que por estar demasiado ocupados en otras cosas le legamos.

Es de locos ahora que lo pienso, eran buenos negocios las guerras y las dificultades económicas eran cosas planificadas estratégicamente, gente muy inteligente se esforzaron en hacer a la gente más pobre para poder pagarle menos, la criminalidad nos arropaba y respondimos armándonos hasta los dientes y veíamos enemigos por todas partes. Construimos bancos en los cuales depositamos nuestros ahorros y confiamos en unas personas que embriagados por el olor a billetes usaron nuestro dinero para entramparnos en esquemas en los que terminamos debiendo lo que no teníamos. Nos olvidamos de la felicidad de nuestros hogares familiares y colaboramos en un delirio de mansiones en cada esquina que a la larga no pudimos pagar. Pusimos verjas y rejas a todo lo que pudiese ser cercado y enrejado para luego encerrarnos a ver cientos de canales de escapismo televisado que nos hiciera olvidar lo que era charlar con los vecinos, pasear el perro y hacer amistades. La paranoia era comprensible, pero nos convertimos en una sociedad enferma de los nervios e insegura. Hemos vivido guerras importantes que resultaron ser sobre razones falsas, las industrias de armas dominaron una economía mundial desalmada en lugar de que fuesen las industrias de alimentos. Sabíamos que algo estaba mal, pero el trauma y el terror se adueñaron de nuestras imaginaciones y torcieron nuestras prioridades. Y, como ustedes, necesitamos trabajos, en tantas cosas en lugar de resolver los problemas los perpetuamos para poder tener trabajo. Su herencia la invertimos en destrucción, juguetes extravagantes, joyería y cosas que no alimentan. Eso era de locos derrochadores y cuando se acabó la fiesta, se acabó. No puedo explicarlo. Conjeturo que hemos estado confundidos como pueblo durante mucho tiempo.

La confusión. La llamamos publicidad y parecía que sería bastante fácil de controlar precisamente porque teníamos controles remotos. Los anuncios antes interrumpían y aprovechábamos para levantarnos e ir a la cocina, pero luego nos fueron hipnotizando en masa y aparecían dondequiera, a cualquier hora y hasta cuándo no nos dábamos cuenta. Las líneas y demarcaciones de los mensajes eran borrosas, todo era compra, compra, el mensaje de compra se convirtió en tan oblicuo y omnipresente -el consumo fue nuestro dios moderno. La realidad se hizo irreal y conocimos como la realidad mediocres melodramas. Nuestros oráculos lo que proclamaban eran chismes, bochinches y relatos sensacionalistas. Hasta las noticias parecían programas de aventuras o de comedia. Nos apartamos, dejamos de hablar, primero en persona, luego ni usábamos la voz sino texteamos, primero mensajes largos luego vivimos de twittear brevísimas expresiones, y nos perdimos, ya no sabíamos como encontrarnos sin los aparatos. Estoy apostando que puedes todavía transferir esta carta, copiarla, compartirla, y rehacerla, hazlo que es lo que es verdaderamente relevante, que sea colectivo y no si lo escribí yo u otro, primero, mediante o después, ese fue otro problema maníaco, nos enfocamos tanto en lo privado, sujetos paralizados ante un inmisericorde espejo, los egos se desorbitaron, insistimos en insistir ser solo solistas, olvidamos la partitura, la orquesta y el sonido del coro, eramos muchas voces diferentes sin armonías, cada uno por su lado, y recelosos de no compartir nuestros acordes sin que nos pagaran. Por si acaso he escondido unos cuantos libros, de hecho todos los que pude esconder antes de las fogatas de la literatura impresa, verás que tienen sus encantos, misterios y sorpresas, y no dependen de tener señal, hasta puedes leerlos en la sombra de un arbol sin conectarte más que a tu imaginación. Igual he escondido unas cajas de lápices, no te preocupes son fáciles de aprender a usar para escribir y dibujar. Las herramientas que le dimos están bien, pero hay mucho concepto falso. Hicimos una industria de la distracción y la enajenación. Cuando tuvimos hambre, comimos pero no nos alimentamos, y así fuimos con casi todo lo que hicimos. Si todavía no saben la diferencia, cúlpenos porque comenzamos esto de valorar lo que realmente no tiene valor.

Excusas por los productos químicos. Se que nacieron con su sangre y huesos contaminados. ¿Quién pensó que lo que creíamos que era una mejor vida en ese entonces iba resultar tan dañino? Aprendimos a aceptar el cáncer y conjeturo que ustedes también. Estoy seguro que habrá mejores tratamientos para eso en el curso de sus vidas. Espero que puedan tener acceso a lo que necesitan. El cuidado médico y la salud se convirtieron en tremendo negocio y no encontramos como poder transformarlo en otra cosa como auxilios a los necesitados. Considerándolo todo, nuestra obsesión química fue bastante imprudente y un mismo viejo patrón: invertir pensando solo en ganancias fue nuestra mayor pérdida a la larga. Oh, intentamos. Sacamos el plomo de la gasolina por ejemplo pero hicimos demasiado poco, demasiado tarde.

Hay tantas cosas que deseo poder cambiar. El que sea un mundo ruidoso. El silencio es hoy raro, y a menos que una catástrofe futura nos calle con su vacío fantasmal, es probable que no escuches el sonido de la tranquilidad. ¿Y todas esas especies, las criaturas abundantes y maravillosas ausentes? Nunca vi un oso polar, puedes vivir sin eso, pero cuando pienso en las ranas en la noche, las abejas ocupadas en una flor, y tantos muchos otros que no puedes tener libres y salvajes, naturales, es un lamento. Debimos haber hecho más para mantener el ambiente entero y no fragmentado, pero no podíamos ver claro y hasta nos olvidamos de las viejas maneras de ver, los hábitos y las maneras en que nos criamos felices. Sobre todo siento lo que hemos hecho con el agua. Cuando era un niño podía beber agua dondequiera y gratis, mi abuela decía que un vaso de agua no se le niega a nadie, de hecho murió antes que dicho vaso de agua costara un dólar y nadie te la regala aunque te mueras de sed. El agua limpia, dulce, natural es el sabor más precioso de la vida. Un regalo, toda agua es bendita, lo reconocimos muy tarde. Ya que mencioné mi abuela te cuento (y me sonrío solo al hacerlo) que ella siempre cocinaba en ollas grandes, cocinaba ciertamente de más aunque fuese como decía mixtura (arroz y habichuelas, y verduras, siempre había verduras), igual decía que era por si acaso alguien inesperado llegaba: Pachi es por si se llega un arrimao'... Luego nadie regalaba comida, pocos cocinaban... Y hasta hubo quienes se dedicaron a inventar cosechas de plantas suicidas que una vez germinaban morían dejando frutos y vegetales de contenidos sospechosos.

Odio pensar en lo qué dejamos para ustedes. Apesadumbrado. Muy, muy apesadumbrado. Mi propósito no es ofrecer un catálogo completo de nuestras locuras y atrocidades, sino hacer lo que enseñamos a sus padres y que por cierto aprendimos de nuestros padres y abuelos. Ante una equivocación, le dijimos, admitimos el error, y después lo mejoramos. Si usted hace algo mal, decir que lo siente no es una debilidad. Después de eso, alternativas, soluciones y compensaciones. Estoy intentando ver una salida de las dificultades y de la agitación que hemos creado. Trabajo para parar la locura, atento, cuánto más duras sean sus luchas y desafíos, dale la cara. Hacemos lo mejor que podemos hacer y debemos hacer, y lo hago ahora, es parte de amarte. No puedo cambiar el pasado y mi lucha para hacer un futuro más sano es incierta, pero a la vez que me comprometo por ejemplo a detener la locura del gasoducto y a que la sociedad sea más justa, con menos pobreza y limitaciones, puedo enseñarte, animarte, y ayudarte hoy a sentirte fuerte, alegre, elegante y confiada, a mal tiempo, buena cara, de modo que a cualesquiera crisis le hagas frente, tan listo como sea posible. Aprenderemos en la distancia del tiempo a reír juntos, también, porque el amor y la risa te hacen más resistentes.

tu abuelo que te adora, Pachi

1 comentario:

Manuel Ortiz Snyder dijo...

..muy bueno. Y te perdono, a la vez me voy disculpando si nuestras acciones no han sido las mejores. Algun dia veremos un mejor Puerto Rico en donde el pronostico sea sonrisas.