sábado, 23 de agosto de 2008

Votar o botar el voto, es la cuestión.




Votar o botar el voto, es la cuestión.

To be or not to be: that is the question. - Acto Tercero, escena I, Pág. 406, verso 62

El príncipe Hamlet se escudó tras una aparente locura para conseguir la respuesta a la duda que le sembró el supuesto espíritu de su padre muerto. Frente a toda esta locura, surgió la famosa duda de Hamlet:
¿Ser o no ser? ¿Actúo o me inhibo? ¿Cumplo con mi deber o continúo aparentando estar loco?

Ser es actuar con conciencia y con convicción, a pesar de las consecuencias.

Son tiempos extraños los nuestros. Conflictos de conciencia a la hora de votar. Estando conscientes, una cantidad grande de la población electoral y en este caso de los sectores socialistas y revolucionarios que el candidato del PIP reúne las óptimas condiciones intelectuales, éticas y morales para gobernar el país, no le ven las posibilidades de ganar y ahí comienzan las dudas y el dilema. La indecisión los arropa. No saben si abstenerse o votar por otro que si puede ganar.

Quien asume esta actitud olvida que su apoyo a determinado candidato no debe estar marcado solamente por las posibilidades de ganar, porque no es solo un asunto coyuntural sino de principios. Ser fiel a una causa, a unas ideas diferentes y otras prioridades. Las motivaciones y las campañas sociales, políticas o religiosas, solo buscan la justificación de la lucha por el poder colonial y perpetuar el sistema actual, la interrogante es ¿qué hacer cuando lo que queremos es precisamente adelantar un proceso de erradicar el poder colonial y sistema capitalista?

El capitalismo tambalea críticamente, EU se ve amenazado por los países asiáticos y Europa ve resurgir las mismas disputas nacionales de los siglos pasados, en medio de la que fuera una bien intencionada economía comunitaria. Estados Unidos mantiene ideales en su constitución que violan sistemáticamente, y el pueblo no se encuentra representado por quienes tienen el poder. Este panorama, complicado notablemente por los intereses armamentistas (Guerra de Irak), los petroleros y el discrimen contra los inmigrantes hispanos, no deja de tener repercusiones en nuestro escenario político local.

¿A qué nos enfrentamos nuevamente? Votar dominado por el poder de la publicidad, el sensacionalismo de los medios y sus espacios comprometidos con los grandes intereses, la mercadotecnia como método de decidir políticas y del dinero que la financia, es una capa de maquillaje que ha cubierto el verdadero rostro de la democracia, un rostro que es sucio y desfigura los verdaderos intereses del pueblo, plagado de manos que toman lo que no es suyo, legítimamente roban. Ante este cuadro ¿qué hacemos?

Durante el transcurso de los últimos dos a tres meses, con mayor o menor frecuencia, he participado en diferentes niveles de un debate sumamente interesante sobre las elecciones y las posibilidades de la participación de socialistas (tanto pertenecientes a organizaciones socialistas como independientes).

Como parte de este debate, directa o indirectamente asociados al tema, he publicado varias entradas tales como:
Algunos apuntes preliminares para un debate sobre la estrategia y táctica desde la perspectiva marxista leninista.
http://ortizfeliciano.blogspot.com/2008/06/algunos-apuntes-preliminares-para-un.html
Riega la voz del disgusto por todas partes de nuestra tierra...
http://ortizfeliciano.blogspot.com/2008/07/riega-la-voz-del-disgusto-por-todas.html
Las elecciones y el debate que por fin se está dando.
http://ortizfeliciano.blogspot.com/2008/08/las-elecciones-y-el-debate-que-por-fin.html

Hoy quisiera redondear mis impresiones sobre la controversia y abiertamente actuar con conciencia y convicción. Ser. Para ser riguroso, primero, la disyuntiva: votar o no, seguido luego, segundo, de votar (como premisa), ¿por quién votar y porqué?
Claro esta ecuación se impone fácilmente a nivel regional/ municipal inclusive hasta más cuando en ciertos pueblos hay movimientos locales de interés especial para los compañeros tal como me luce es el caso de Vieques. Tal vez Ponce con su situación local de candidaturas para alcalde también se preste para alguna que otra consideración local.

Dentro de la consideración más amplia del escenario nacional creo que el ‘issue’ de por quién votar está adherido a la decisión de votar o no. Dicho de otro modo, hay socialistas que deciden votar como parte de una estrategia de influenciar en los resultados (posición melonista) mientras que en el proceso que he citado, ha surgido una posición de socialistas que se proponen de manera táctica votar y apoyar los esfuerzos del PIP y sin dudas el abstencionismo siempre ha sido una alternativa que ha promulgado importantes grupos de la izquierda.

Hasta ahora los argumentos, en su vasta mayoría han sido claros y sinceros, el debate ha sentado un precedente en términos de democracia y altura de ideas (sin dejar de notar que siempre hay quien se sale de la nota pero ha sido una cantidad exigua).

Sin embargo, y voy a redactar esto en términos puramente personalistas, me he confrontado en más de una ocasión con una variante del famoso debate de votar o botar el voto. Planteo esto diciendo que con los cuales he tenido estos intercambios son excelentes compañeros, de verdades comprometidas y de trayectoria probada en la lucha. Lo igualmente cierto es que cuando minimalizas el debate a esos niveles, votar o botar el voto, aparecen escollos en plantear las opciones.

Como me gustan los retos, enfrento el dilema, soy. Eso dicho, el votar o botar el voto ha surgido como desarrollo lógico de que si votas por el PIP (o inclusive si te abstienes) para los efectos de los resultados estas implícitamente favoreciendo al PNP. El calificativo de botar el voto se interpreta desde la premisa de la victoria electoral del PPD. Melonismo en su más pura expresión pero respaldado por un seudopragmatismo.

La trampa del argumento es que te pone en la incómoda posición de tener que aceptar ipso facto que tu voto por el PIP jamás será parte de una victoria electoral, decenas de años de precondicionamiento electorero entran en efecto y de repente te sientes perdedor consumado. Este sentimiento de perdedor se desdobla rápidamente en el sentimiento de que haces algo sin sentido y efecto posterior.

Es en este momento que, confieso haber estado en este punto previamente, de hecho pienso y decido que debo enfocar la interrogante de otra manera primero porque una victoria PPD para mí no puede de ninguna manera ser una máxima ni un logro indiscutible (como independentista y socialista), segundo, me niego a tomar decisiones ideológicas con el mismo mecanismo que se usa para decidir por cuál equipo de beisbol o baloncesto apostar porque puede ganar el campeonato y tercero, y en este momento me surge la idea iluminadora, hay o deben haber otros logros que podemos alcanzar con el proceso eleccionario.

Veamos entonces, empecemos con la etimología y las definiciones:
voto. (Del lat. votum).1. m. Expresión pública o secreta de una preferencia ante una opción.
botar. (Del germ. *bōtan, golpear).1. tr. Arrojar, tirar, echar fuera a alguien o algo.

Y ahí de repente surge la visión clara del verbo, botar el voto literalmente significa arrojar y echar afuera una expresión pública o secreta de una preferencia ante una opción. Significa descartar o deshacerse de dicha expresión de una preferencia. En este sentido, botar el voto es una decisión consciente del votante que busca precisamente enfatizar su rechazo. Por ende botar el voto puede muy fácilmente interpretarse como descartar o deshacerse de las alternativas del PNP Y Partido Popular. Si así es no tengo ningún problema con botar el voto.

Ahora bien como la gente no necesariamente habla y siente con la corrección gramatical que puede presuponer el sentido literal de una expresión, hagamos el ejercicio de analizar lo que para mis amistades y compañeros (al igual supongo que para la mayoría del pueblo) significa ‘botar el voto’ que es dejar de influenciar en el proceso eleccionario desde la perspectiva de ser parte de una victoria electoral.

Pero para un independentista y socialista, para un revolucionario, ¿qué es una victoria electoral? ¿Por qué votar por los partidos con verdaderas opciones de ganar si para nosotros que rechazamos el sistema capitalista, esta sociedad de clases y el gobierno colonial dichos partidos están reprobados? En fin ¿qué son y representan las elecciones coloniales?



Es una ruleta donde nos jugamos cuatro años de vida colectiva para bien o para mal, sin perder la esperanza que un día las decisiones estén en manos de hombres y mujeres a la altura que demanda la moral de la representación. Es el proceso de legitimar democráticamente todo lo que luego nos habremos de lamentar que esté ocurriendo.

Todo un mundo de imágenes que como un castillo de naipes se desmorona contra la realidad del tamaño del sueldo promedio de miles que no les da para vivir con calidad, que no les da para comprar una residencia, que legaliza la explotación masiva y se justifica con que lo importante es tener empleo (el que sea), que se acomodan al menor movimiento de alguna de tantas torpezas políticas, callan los errores y los asuntos de interés para y con el pueblo.

Somos testigo del bipartidismo tradicional que resume nuestra era política, de cómo el concierto se ha vuelto una desconcierto de falsedades de la derecha (PPD y PNP) que cura con trapos sucios las heridas que le proporcionan los representantes neoliberales al pueblo.

¿Y de qué se trata este concurso, cuál es el premio que gana el puertorriqueño? La corrupción viaja campante en el confort silencioso y refrigerado de carros de lujo astutamente exonerados. Contratos y proyectos antiambientales denunciados públicamente pero aprobados, una filosofía laboral antiobrera agresiva y represiva, una administración pública de exclusión social y expropiaciones a favor de los grandes intereses, una política de tributación que explota solo a los que menos ingresos tienen y el Tribunal Supremo que sepulta culpas, legaliza escándalos en contubernio con los neoliberales son algunas de las causas de ese malestar general que poco a poco se ha ido apoderando de la voluntad ciudadana.

¿Y de qué manera se lleva a cabo dicho concurso, cuál son las competencias y demostraciones por las cuales debe el pueblo dirigir su voluntad? Debates políticos intrascendentes, entrevistas tragicómicas, promesas absurdas, inexactitudes, poses, comercialización de personajes y una grotesca cosmetología de ideas inundan las pantallas, las calles, los caminos y la mente de los puertorriqueños.

En este circo, negarnos a participar con una o mediante una alternativa de denuncia es ser cómplice de la tragedia circense nuestra de cada día. La política es demasiado importante para dejarla en las peores manos, para que los revolucionarios de facto cojan vacaciones mientras los colonialistas y los anexionistas dominan por completo el escenario y el temario. Es por ello que se demanda la participación activa de las mujeres y los hombres más honestos y comprometidos. En esta coyuntura debo por rigor insistir que el desempeño específico del compañero Edwin Irizarry Mora resulta casi idóneo en estos momentos de profunda crisis económica de la colonia y del fracaso evidente del modelo neoliberal capitalista.

La importancia de modificar la cultura del voto hacia un voto reflexionado en el que se estudien las opciones y se decida según un análisis de qué es mejor para el país se impone. Opino que votar para ‘ganar’ (¿ganar qué?) refleja un deseo de competir y obtener una recompensa que los ‘ganadores’ disfrutan solamente cuando se conocen los resultados de la votación y lo interesante es que, durante el transcurso de la administración ganadora, la gente no recibe recompensas por apoyar a su candidato y ‘ganar’, todo por el contrario.

¿Dónde están los compromisos cumplidos del gobierno popular con el independentismo que lo apoyó en el 2004?

En resumen, la decisión de voto, en muchos casos sigue dominada por el deseo de ganar como si se tratara de un partido de futbol, de baloncesto, beisbol o una pelea de boxeo. Me parece que en ese sentido es perfectamente colonizado y útil a los dueños del espectáculo mediático y los bancos. ¿Y aunque sea por una supuesta alianza táctica debemos respaldar dicha tragicomedia?

Para vencer este tipo de artimañas, si nos regimos por el bien de la democracia y de la gente, se requiere tiempo y cambio de mentalidad, y en este momento conciencia y convicción, ser.

Dialoguemos sobre el voto. El voto universal y secreto es una conquista de los pueblos. En su momento miles fueron reprimidos por su lucha por el libre sufragio. Recordemos solamente la Revolución francesa, la lucha por el voto de las mujeres y por el voto de los negros (aun después de la supuesta abolición) para que ubiquemos el valor histórico que tiene el ejercicio del voto.

El voto, aún con las limitaciones de nuestras leyes y con la perversa manipulación que se hace de él, es una herencia que todos debemos defender y desarrollar hasta convertirlo en verdadero instrumento de transformación de la sociedad. De hecho aunque los sistemas políticos le rehúyen como el diablo a la cruz, lo cierto es que replanteamientos de fórmulas más accesibles y frecuentes de lo que se ha denominado democracia participativa se ven acercarse (siendo una necesidad histórica el garantizar el insumo de las masas en la toma de decisiones políticas y un sistema eficiente de fijar responsabilidades, rendición de cuentas y obligaciones a los políticos).

Ver el voto sin su verdadera trascendencia, de entregarlo irreflexivamente o respondiendo a impulsos sensacionalistas, es una traición a la historia, una actitud de perversión política que nos enajena ante la mayoría del pueblo. De ninguna manera es aceptable que caricaturicemos este proceso para a base de una lógica simplista y burlona decidamos algo que a los puertorriqueños ciertamente les importa mucho.

Hay compañeros que creen que votar por el PPD de alguna manera, sin adelantar las causas emancipadoras, retrasa el avance del anexionismo.

Pero si partimos de una análisis histórico que inicie en la década de los treinta cuando el Partido Popular siendo un partido independentista logra la mayoría y añadimos como las decepciones, las traiciones y las distorsiones ideológicas de precisamente el PPD fue minando la confianza e identidad de los puertorriqueños de manera tal que el fervor nacional fue decayendo y sustituyéndose con una puertorriqueñidad aguada y mansa podríamos plantear serias dudas y discrepancias con este supuesto rol patriótico de los populares. A la vez que su adhesión y idolatría por todo lo ‘americano’, empezando por el dinero, el estilo de vida, su sistema laboral y política internacional, inunda nuestras vidas de la iconografía americana, distorsiona nuestra cultura y educación imbuyéndola de falsedades y medias verdades. Mi tesis es que el gobierno popular con su ideología asimilada y praxis colonialista es el propulsor del surgimiento del anexionismo. ¿Para qué querríamos volver a respaldar la enajenación y el gobierno de los colonizados?

Claro que no ir a votar también es una mala decisión. La Constitución establece el voto como un derecho fundamentalísimo, así que la abstención es una alternativa legalmente válida. Una abstención notable demostraría que el país quiere un cambio pero no quiere a la partidocracia y demanda una opción distinta. Sin embargo como de lo que se trata este escrito es de un análisis de las realidades objetivas y subjetivas de Puerto Rico (y no de nuestros deseos y sueños revolucionarios), la abstención marginal o mínima (como ha sido el caso en todas las elecciones en Puerto Rico desde hace casi un siglo) es botar la oportunidad del voto de denuncia en una elección demasiado importante para el país. Se sabe que las abstenciones no se cuentan (ni computan sino que se infieren) y por ende a falta de que sea un evento masivo (acompañado en una protesta igualmente masiva) pasa desapercibido o peor crea la imagen de estar (los abstencionistas) al margen de los intereses de los ciudadanos (porque la vasta mayoría si participa).

Precisamente este aspecto de no ubicarse en el margen de los procesos nacionales es el razonamiento que Lenin utiliza para sus posiciones sobre la participación de los bolcheviques en las elecciones de las Duma.

De manera que botar el voto es respaldar a quienes nos han fallado por décadas o, botar la oportunidad de votar es, sin tener una verdadera alternativa masiva, simplemente alejarnos de un proceso en el que está inmerso todo el pueblo.

Lo cierto es que el canto de las sirenas patrioteras y la paranoia de que vamos a desaparecer como pueblo si no votamos por un partido que ha repetidamente demostrado ser un partido de una ideología colonizada al tuétano con decoraciones puertorriqueñistas, y de unos gobiernos populares que han demostrado ser abiertamente antiobreros, desdice demasiado de dichas actuaciones.

¿Cómo pedirle a un maestro, por ejemplo, que vote por Anibal Acevedo Vilá…????

¿Cómo pedirles a los pobres que sufren los embates inmisericordes de los IVU y las alzas de precios, que voten por Anibal Acevedo Vilá…????

¿Cómo pedirle a las comunidades que viven bajo el acecho de los grandes intereses desarrollistas en su afán de desplazamiento urbano amparados por las expropiaciones gubernamentales, que voten por el mismo gobierno que ha hecho fiesta regalando las tierras para condominios de millonarios (que ni siquiera aparecen quienes lo compren)…????

¿Cómo darle el voto a los neoliberales en su afán de privatizar a la isla a diestra y sinestra y permitirle a los grandes intereses capitalistas sacarnos el jugo en nuestras necesidades fundamentales...????

¿Cómo votar por quienes han hecho del ambientalismo un juego de ilusiones que mientras destrozan el patrimonio nacional, se les hace imposible proponer planes de desarollo sustentables, del ecoturismo hacen mofas, y dicen que todo se resuleve con privatizar el recogido de basura...???

Hay demasiado de sentido común y demasiada historia de Puerto Rico en juego. En segundo lugar, y no creo que debamos relegar esta cuestión a unas recomendaciones personales de qué hacer el día de las elecciones, ir a la playa o ir a votar.

Me explico, a riesgo de sonar idealista, propongo que los diferentes sectores de izquierda que compartan la decisión táctica de apoyar al PIP (igual que a ciertos movimientos autóctonos electorales a niveles locales o regionales, ejemplo, Vieques), hagamos un acuerdo multiorganizacional de colaboración con, digamos, el PIP, que vaya más de las palabras, más allá de resoluciones y comunicados de prensa.

Un acuerdo multiorganizacional donde nos podamos insertar en las partes del proceso que seamos útiles y que entendamos positivas y que afirmativamente podamos llevar nuestros planteamientos socialistas de solidaridad anticapitalista y anticolonial como parte del esfuerzo organizativo de la campaña del PIP. De darse dicha coyuntura las voces y los participantes deben ser voces que planteen claramente la posición táctica que se forje.

Somos socialistas, somos revolucionarios, creemos en la lucha de clases y creemos que entre las diferentes luchas y formas organizativas que hay que desarrollar está el apoyar, digamos, la elección del compañero Irizarry Mora, como socialistas y como revolucionarios que no necesariamente somos del PIP. Pero esto es una parte de nuestra lucha, importante, pero solo una parte.

El voto por el PIP quizá sea el de mayor valor simbólico (y concedo que tal vez es su único real valor) que pudiera emitir un ciudadano disconforme, y se halla contemplado como un voto éticamente positivo, a la inversa del invisible voto abstenido o del anulado (cuando la papeleta es ‘dañada’) que primero que nada no es adjudicado de ninguna manera y no transmite claramente ningún mensaje tanto así que entra en la categoría de sucesos anómalos conjuntamente con los votos ‘write-in’ por personajes de la farándula (Don Cholito siempre sacaba sus votos) y de fantasía (Santa Claus).

El voto por el PIP además de llevar un mensaje de gran significado político, tiene un gran peso moral, significa que el ciudadano lo ha meditado, que ninguno de los posibles candidatos con potencial real de ganar merece representarlo en el gobierno, o que no está de acuerdo con el proceso y que cumpliendo, en fin, con el deber manifestando de esa forma su protesta. El voto por el PIP es un arma de extraordinario valor.

Votar por el PIP no significa botar el voto. Significa que ningún candidato del PPD ni del PNP merece representar a Puerto Rico. Significa que el sistema colonial no es lo que deseamos. Significa que ser títeres y esclavos del sistema capitalista americano tampoco es lo que deseamos. Significa que hay puertorriqueños que antes que nada prefieren ser puertorriqueños, con conciencia y convicción. Este es el mensaje que transmite el voto pipiolo y este mensaje es perfectamente compatible con los intereses e ideales revolucionarios.

Para ejecutar esta acción de denuncia en las elecciones no hay que ser pipiolo, no hay que creer en las elecciones ni en el gobierno colonial.

Vivimos en una democracia representativa, por ello quienes gobiernan lo hacen en nombre y representación de la ciudadanía, y no en nombre del partido, o como los personalistas desean: en nombre propio. Visto así un voto por el PIP pasa a tener un valor incalculable. Meditémoslo.

Comoquiera sabemos que la patria está en la calle.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Excelente texto! Te sugiero que le envies una copia del mismo al COMITé HOSTOSIANO! ¡Excelente análisis!

Roberto Ortiz-Feliciano dijo...

gracias compa
lo envié a info@claridad.org vamos a cruzar los dedos...