A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas. Marcel Proust
Introducción- En búsqueda de un discurso de justicia urbana.
El reto para los arquitectos es desarrollar edificios que incorporen tecnologías sostenibles, reduciendo así la contaminación -Richard Rogers, Cities for a small planet, 1997.
En torno a las controversias que han surgido por el proyecto Paseo del Caribe he sentido la necesidad de publicar unas cuantas intervenciones. Mayormente el temario se ha visto influenciado por planteamientos relacionados a los aspectos jurídicos subyacentes y relacionados necesariamente a la valorización histórica de los predios asociados al Fortín San Jerónimo. Sin ser perito ni ducho en las materias abordadas he permitido que mis interrogantes me sirvan de guía en la redacción y en el análisis sugerido.
Hoy me parece que en espera del documento que se produzca de la experiencia del Tribunal de Pueblo, donde ciertamente pude escuchar muchas de mis aseveraciones, planteadas mediantes voces de autoridad y sustentadas con hechos y exposiciones doctrinales compatibles, debo aprovechar el breve intermedio para dirigirme al asunto desde otras perspectivas donde nuevamente con atrevimiento plantee argumentos basado más en mi curiosidad que en conocimiento de facto. Me encantaría estimular aportaciones de verdaderos especialistas y conocedores tales como arquitectos y teóricos urbanos. Vamos al mambo.
Bases para una metodología analítica del urbanismo en Puerto Rico.
En 1991, el libro 'Green Architecture. Design for a sustainable future.' expresa admirablemente una concepción de la arquitectura verde como un núcleo de ideas sólido en torno al cual pueden gravitar armónicamente todas las tendencias. Este esfuerzo de síntesis y de recapitulación, se plasma en seis principios generales hacia cuyo cumplimiento deberá tender toda propuesta arquitectónica para ser realmente verde:
Ahorro energético a lo largo de todo el proceso desde la obtención de los materiales hasta la demolición.
Adecuación al clima.
Ahorro de recursos a lo largo de todo el proceso.
Respeto a lo usuarios.
Respeto por el lugar.
Integración de todos los principios dentro de un enfoque holístico.
Dentro del objetivo de la búsqueda de una normativa o tal vez mejor dicho una filosofía que, ocupando un lugar importante el perfeccionamiento y la puesta a punto de una amplia batería de instrumentos metodológicos y conceptuales, permita dilucidar dentro de umbrales razonables cuáles son las propuestas e iniciativas a las que se puede aplicar con cierta legitimidad el calificativo de ‘sostenibles’, y que nos sirva para enjuiciar lo que se refiere a la intervención sobre el suelo y los espacios, generando información que pueda servir realmente como base para la toma de decisiones conscientes.
Al poner de manifiesto los rasgos más característicos de la formulación inicial del paradigma ecológico como fundamental tesis sobre la cual desarrollar nuestra teoría analítica de entrada podemos sin dudas suponer su carácter fundamentalmente antiurbano. En otras palabras aunque parezca un juego de palabras necesariamente los ejercicios deben ser conducentes a como proponer la construcción desde una óptica minimalista, propuestas que se acomoden a los valores existentes a la vez sugiriendo el menor de las transgresiones al ambiente posible: hacer más con mucho menos, como el equivalente de lo que tal vez podríamos llamar justicia o equidad ambiental.
Reflexiones sobre experiencias contemporáneas asociadas a la arquitectura y el urbanismo: en búsqueda de una nueva estética urbana.
Aparte de las noticias titulares asociadas a Iraq, región que goza de uno de los más largos recuentos históricos de la humanidad, nos hemos enterado de temas secundarios pero lo bastante significativos, aunque se me tache de frívolo por preocuparme de la estética en estas circunstancias. Nos hemos enterado, por ejemplo, de la indecente calidad arquitectónica y ambiental de los edificios institucionales y las residencias oficiales iraquíes. Son conjuntos abominables, al margen de cualquier cultura, de cualquier idea de confort y de modernidad, una exacerbación de eso que para abreviar llamamos mal gusto. Los edificios se asemejan a los grandes disparates de Las Vegas. Cuando las cámaras de televisión penetran en los grandes salones, el panorama es todavía más deprimente: espacios siniestros, inexpresivos, que presumen recordar los teatros de ópera. ¿Cómo puede ser que una tradición cultural tan fuerte y variada haya caído en un mal gusto que ni siquiera es provocador?
En España, paraíso de los arquitectos, son incontables los ejemplos de la tiranía de la estética construccionista donde por vanidad y por interés, gastan sumas fabulosas en edificios diseñados en busca de notoriedad.
Desde la construcción de la Ópera de Sidney (1959-1973) ocurre esto. Se busca publicidad, edificios que se conviertan en la seña de identidad de una ciudad, funcionen o no. En el caso del Museo Guggenheim de Bilbao, las cosas han salido bien, pero no siempre ocurre.
Madrid está casi en el mismo eje del mal gusto que Bagdad. Después de una tradición barroca y ecléctica que dio resultados como el Palacio Real, el Congreso y algunos ministerios, tres edificios oficiales desacreditan el prestigio de la cultura española: La Zarzuela, La Moncloa y el nuevo palacete del Príncipe. El día en que haya que desalojarlos no quedará ningún rastro digno.
La moda de lo llamativo es tan fuerte que condiciona a los arquitectos. El resultado es que en España se están construyendo simultáneamente los mayores disparates y lo imperdonable es que casi siempre es con dinero público o a expensas de espacios de patrimonio público.
¿Será éste también el caso de la recién inaugurada Torre Agbar? Construida por Jean Nouvel -con un coste muy superior a lo presupuestado y notable parecido con la torre erótica de Londres, de Norman Foster-, una estructura de hormigón revestido de aluminio de colores enfundada en una especie de armadura de vidrio y acero.
Todo sea por el arte, ahh, y el dinero.
En el caso de la arquitectura, el paisaje caótico creado por las generaciones actuales, convertido en imágenes y formas grotescas, en volúmenes nuevos de edificaciones que alteran el medioambiente, se vuelve más revelador que en ninguna otra disciplina
La ciudad siempre fue una síntesis de los valores humanos en donde se hacían compatibles y complementarios la norma y la libertad, la individualidad y la comunidad, la identidad y la diversidad, es decir, donde se produce una organización destinada a maximizar la interacción y la integración social, lo que podríamos denominar como ‘a coexistencia’. La ciudad siempre ha sido el lugar, es decir, el espacio físico construido desde y para la dimensión de lo social, sitio del encuentro y del intercambio para el desarrollo de las actividades humanas.
La ciudad ha sido y es el soporte que mejor ha sido capaz de dar satisfacción a las necesidades del hombre, permitiendo el desarrollo de las capacidades humanas, mediante el acceso directo a la innovación, el conocimiento y la diversidad, y por tanto, el acceso inmediato a los otros, a lo diferente.
El aniquilamiento de una colectividad es difícilmente recuperable, cuando imbuidos por fuertes pasiones construccionistas y motorizados por el rapaz egoísmo del capital se propone la destrucción de los antiguos sistemas urbanos y casi siempre se ha acabado de hundir al país arrebatándole incluso los testimonios de su civilización.
¿Cómo construir el futuro sin destruir el pasado?
Los impactos negativos en el patrimonio cultural siguen casi siempre en el olvido en el proceso de planificación, y Puerto Rico es desgraciadamente un excelente ejemplo de esta tendencia. Las grandes obras han tenido impactos negativos significativos en el patrimonio debido a la pérdida de recursos culturales locales y al deterioro de recursos arqueológicos. Estos últimos pueden formar parte de la vida cultural de las comunidades. En la mayoría de los casos no se han tomado medidas para minimizar o mitigar la pérdida de recursos naturales, culturales o arqueológicos. Todos estos eventos han inspirado un movimiento social que desea resguardar el patrimonio comunal y el bienestar histórico de la humanidad.
Intervención irresponsable de empresas y personas privadas, deterioro ambiental, desentendimiento de las autoridades con respecto al problema ambiental, desconocimiento de la comunidad, desgaste moral de los entes y los encargados ministeriales de las labores de defensa patrimonial y ambiental, aumento del interés de la opinión pública que genera activismo, contaminación, degradación del suelo y sus usos, destrucción del patrimonio histórico-cultural: ¿son éstas características necesariamente sinónimo de la gestión moderna?
Irresponsabilidad en la planificación territorial, voluntad política privilegiando la inversión privada sobre el bien común, escasa educación ambiental de la población, falta de participación ciudadana en los procesos urbanos, mala gestión territorial de los recursos. El derecho afectado es el de vivir en un medio ambiente sano y libre de contaminación, el respeto a la integridad física de las personas y cultural del pueblo.
¿Hay otros medios alternativos de desarrollo disponibles?
Una de las ideas centrales del proceso de transformación de la Barcelona de nuestros días hace referencia a la sustitución de la vieja idea del expansionismo y de desarrollismo por las nuevas necesidades de la reconstrucción: construir en lo construido, mejorar lo existente, transformar, modificar, rehabilitar, resignificar, subrayar o crear identidades son los objetivos más claros y más inmediatos de la actual política urbanística.
Se trata de un urbanismo estratégico y reconstructivo, apoyado prioritariamente en la formulación del espacio público. Se trata de monumentalizar el espacio público de la periferia para atribuirle un significado urbano y una centralidad, e higienizar sin destruir sus signos de identidad y su testimonio histórico.
El monumento tiene, pues, una doble línea de significación: el contenido rememorativo y la presencia puramente artística, ambos integradores de la memoria colectiva.
La importancia fatua de la fealdad o el significado ulterior de los espacios.
La estética de la ciudad no es una cuestión de belleza o de fealdad, sino de significados. La ciudad ha sido y es la estructura principal de la integración social y política, un enlace funcional entre lo particular y lo general, el individuo y el Estado. La ciudad no es un monumento inerte, sino un organismo que se mueve, que cambia y que evoluciona; y no tiene que ser hecha para los ciudadanos, sino por los ciudadanos.
Actualmente, no obstante, la comunidad original de la ciudad, que tenía un interés incluso afectivo por su figura tradicional, ha quedado reducida. La memoria colectiva ya no es un factor de cohesión: el mismo caudal cultural, patrimonio y fundamento histórico de la comunidad, ya no se siente como propio de la gestión que propone cambios estructurales.
¿Puede aún la ciudad actuar como elemento de integración, como creadora de formas de vida comunitaria?
Ante este cúmulo de problemas, parece que la actuación constructiva y reconstructiva sobre está enmarcada por las siguientes coordenadas:
(re)dotar al espacio público de la función estructuradora del tejido urbano;
crear proyectos urbanos unitarios que tengan la huella personal de su autor;
superponer a las funciones primarias del espacio urbano funciones secundarias (o significativas);
higienizar el centro sin destruir su identidad y su testimonio histórico;
monumentalizar el espacio público para dotarlo de significado urbano y,
(re)construir la ciudad a partir de los barrios.
Conclusión necesariamente parcial.
Resulta obvio que el primer requisito para realizar una arquitectura moderna puertorriqueña es el conocimiento del medio natural y sociocultural en la que se debe ubicar. Los datos de dicho medio resultan esenciales. Es decir, no podemos dejar de situar a la ciudad en el ámbito de lo social y de entenderla no simplemente como un mecanismo físico y artificial sino como una parte de los procesos sociales: lo urbano reproduce en un espacio determinado el nivel de complejidad de la propia sociedad.
Pero ello además nos conduce a no dejar de considerar que también la ciudad es un resultado de las estructuras sociales de cada una de las circunstancias, como un producto de las contradicciones y conflictos sociales de cada momento histórico. Nos ubicamos, por tanto, permanentemente en la dialéctica entre el ser y el deber ser de lo urbano. En este cuestionamiento es que se ubica el estado actual de Paseo del Caribe, en este cuestionamiento que al parecer apunta que no debe ser aunque actualmente es.
Hoy con miles de interrogantes válidas sobre su génesis, Paseo del Caribe igualmente encara otro reto, inclusive hasta más formidable, esa mole según propuesta, esa mole para quienes está propuesta, esa mole es abiertamente y absolutamente incompatible con las nociones de justicia ambiental y de desarrollo sustentable, abiertamente y absolutamente incompatible con nuestra necesidades urbanas, en fin, es simplemente antipuertorriqueña.
Siendo así, inclusive más allá de la laguna profunda de dudas y sospechas jurídicas que la rodea, hay un razonamiento ulterior que pide a gritos, exige, restitución de los valores en riesgo, reconstrucción dentro de una filosofía totalmente diferente y esto significa desconstrucción del disparate.
nota adicional.-La Opera de Sydney es el centro de artes interpretativos más activo del mundo. Si bien su construcción se desarrolló durante los sesenta, la Opera ayudó a instalar el debate sobre el valor de los edificos monumentales. Para algunos críticos, el diseño de Utzon simbolizó la subordinación de la eficiencia funcional a la expresión formal. Aunque el edificio fue frecuentemente comparado con el Taj Mahal, la comparación no siempre fue elogiosa. Admirada por su prominente silueta blanca, la Opera también refleja el interés de Utzon en la plataforma, o podio, como un expresivo rasgo característico urbano.
http://www.arqhys.com/opera-sydney.html
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