lunes, 29 de septiembre de 2008
Alerta FEMA incumple masivamente de Nueva Orleans a Patillas vía Galveston
A solo horas de llegar ya es cuatro, ya es cuatro…
Los nubarrones se siguen aglomerando, vientos rabiosos insisten en amontonar tanta masa gris y negra que parece ser que el cielo simplemente se puede caer. El promontorio se ilumina por ratos mediante rayos orquestadas por profundos golpes de percusión en movimientos de una diabólica sinfonía celestial que sacuden la noche, la humedad crece al mismo ritmo del temor. El camarógrafo está seguro que solo ha visto imágenes de esta fuerza en películas que han invertido millones en efectos y gráficas de computadoras pero sabe que lo ve el y su lente es real, Humacao, Puerto Rico, a horas de la llegada.
Las olas empiezan a estrellarse contra la muralla cual corceles suicidas que se lanzan de pecho contra un peñasco y explotan en miles de chorros. La pared de esta costa queda normalmente a unos quince pies de la arena, esta noche no se ve arena y el mar jura que habrá de tragarse el muro mientras avanzan sus legiones en oleadas. El ritmo del océano es lunático, no hay la ola pequeña tras la grande, no regresa la ola al mar, son olas todas grandes, todas sicóticamente agresivas, una encima de la otra sin tregua, sin descanso y en crescendo. El reportero termina su intervención mirando nervioso que sus piernas están siendo azotadas por las olas con golpes más fuertes, más seguidas, recuerda haber visto valientes compañeros de otros canales de otros países caerse cuando en situaciones iguales han sido derribados por la fuerza verdadera de lo que intentan describir, Fajardo, Puerto Rico, a horas de la llegada.
Mientras miran las imágenes, cambiando canales, las mismas imágenes, ninguna mejor, todas peores, escucha su voz repetir algo que se repite por televisión y por la radio que hace coro a su curiosidad: ya es categoría cuatro, ya es categoría cuatro…
Pescadores dan el último amarre a su nave, alcaldes recogen familias pobres y deambulantes para meterlos en vetustas escuelas, la madre llorosa insiste a su hijo que saque al padre de la barra para que venga a ayudarla, los legisladores se apresuran a montarse en primera clase a ir a visitar a quienquiera que sea que viva fuera de la ruta de la tormenta, el agricultor suelta su cría resignado que solo Dios los puede salvar y el banquero desde su lujoso apartamento en la Quinta avenida de Nueva York engancha su teléfono tras haberse confirmado que sus representantes legales y de bienes raíces han hecho sus asignaciones antes de igualmente dirigirse a sus respectivos escapes de la isla... 'el que quede atrás que aree'...
Muy bien este cuadro de eventos fatídicos podría conformar parte de un futuro no muy lejano en nuestra isla.
La agencia federal de administración de emergencias (FEMA) se ha convertido en una mala palabra que significa falta de confianza, respuesta incompleta y retraso. Millones de americanos dudan, ¿podemos confiar en el gobierno para protegernos? En Puerto Rico tras las recientes lluvias, tanto los populares como los estadistas nos quisieran tener creyendo en duendes y milagros.
El huracán Katrina hizo avistamiento de tierra el lunes 29 de agosto de 2005, como huracán de la categoría cuatro. Pasó a 15 millas de New Orleans, Luisiana. La tormenta trajo los vientos y la lluvia a la ciudad, el agua rompió una abertura en varios diques construidos para proteger Nueva Orleans contra el lago. Las aberturas del dique inundaron el hasta 80% de la ciudad, con agua en algunos lugares de hasta 25 pies. La tormenta y la inundación desaparecieron 1,500 vidas y desplazaron a 700,000 residentes. Devastaron los hogares de centenares de millares de residentes de New Orleans, casi 228,000 hogares y apartamentos en New Orleans fueron inundados, incluyendo el 39% de todas las unidades ocupadas por el dueño y el 56% de todo el alquiler.
En 2006, todavía 360,000 residentes de Luisiana seguían desplazados fuera del estado. El 92 por ciento de los hoteles en New Orleans estaba abierto en 2007, pero antes del junio de 2008, el 40 por ciento de las escuelas públicas siguen estando cerradas.
La segunda semana de septiembre de este mismo año 2008 un huracán arrasó la isla de Galveston en el estado de Texas, poco más de dos semanas antes de las lluvias en Puerto Rico. Con vientos continuos de 110 mph (175 kilómetros por hora), 13.5 pies de oleadas de tormenta, e inundación costera extensa. Antes del amanecer vientos de 110 mph y olas gigantes, empujaron a los barcos anclándolos en medio de avenidas, rompiendo casas como si fuesen de naipes, inundando millares de hogares, eliminando paredes de ventanas en Houston que queda a casi cien millas de la costa, desembrando árboles centenarios y lanzándolos como dardos, y cortando la energía eléctrica a millones de clientes. Una tormenta categoría 2, con vientos de 110 millas por hora y una marejada de 12 pies, más de un millón personas evacuaron la costa. Cerca de 45,000 residentes de Galveston evacuaron la isla. Al otro día 100,000 hogares habían sido inundados y estimados pérdida total. Se han radicado doscientas mil querellas a FEMA producto de la embestida de Ike en Galveston solamente, hoy se han atendido menos de doce mil.
El derecho de desplazados de volver a sus comunidades se reconoce internacionalmente, como en los tratados principales de las Naciones Unidas. Estas pautas piden el acceso igual y adecuado al restablecimiento, a la cubierta, a la educación, y al cuidado médico para la gente y las comunidades afectadas.
Vea: http://www.usaid.gov.
Nuestros hogares determinan nuestro acceso a las escuelas, a los trabajos, a la seguridad, al cuidado médico, y a la participación política. Son una fuente de abrigo, orgullo, y comunidad. La residencia proporciona la principal fuente de albergue y alojamiento para la vasta mayoría de americanos, y en nuestro caso, puertorriqueños.
Katrina destruyó o dañó 300,000 hogares a lo largo de la costa del golfo. En respuesta, FEMA ha ayudado a solo un 60% de los desplazados a recuperar sus viviendas o viviendas sustitutas. El 40% restante vive casi todos fuera del estado de Luisiana en una diversidad de situaciones que van desde el oprobio de la marginación a condiciones temporeras que amenazan con convertirse en sus alojamientos permanentes.
Galveston ocurrió dos semanas antes de las lluvias de Puerto Rico y menos del 10% de las querellas han sido tramitadas, el gobernador Rick Perry dijo que 20,500 personas todavía permanecen en 190 locales de emergencia.
Y aquí en Puerto Rico los representantes de los dos principales partidos políticos pretenden hacer política con los damnificados. No se ponen de acuerdo para tratar de llevar un mensaje unido de rescate de la situación, no son honestos al anunciar que FEMA va a responderle en dos semanas a los desplazados y a los que han sufridos daños catastróficos. Por ende tampoco pueden organizar una estrategia local para crear alternativas de auxilio para nuestros hermanos.
¿Por qué está ocurriendo esta desfase con la realidad? ¿Qué sacamos con engañar a los que más perjudicados se encuentran? ¿De verdad piensan que FEMA va a sobrepasar sus niveles de funcionamiento (criticados en Nueva Orleans antes y ahora en Galveston) y van a hacer una excepción en Patillas, Cabo Rojo, Lajas, Yabucoa y el resto de los municipios criticados afectados?
La razón a corto plazo tiene que ver con el evento circense de las elecciones y carece totalmente de credibilidad y seriedad. Es como querer justificar la venta de plasmas de 56’ sin IVU como algo que no sea un ardid promocional-publicitario, como regalar viajes por la AMA, nada engendros y disimulos de querer hacer comprar-venta de votos en un sentido muy al detal y consumerista.
La verdadera razón es más profunda, se asocia a la dependencia sicológica que se ha creado en la mentalidad del puertorriqueño promedio de los fondos federales y que se ha convertido en una adicción. Tanto así que inclusive hay anuncios (patrón repetitivo) tipo ‘scare tactics”que pretenden meterle miedo a los puertorriqueños de que nos van a quitar tales o cuales fondos. En este disparate han llegado hasta a decir que ‘se van a llevar el seguro social’ como si el seguro social fuese una regalo y no un derecho obtenido y pagado.
Los capítulos nuevos de la crisis del capitalismo desafían nuestra capacidad de interpretación, el neoliberalismo ha fallado largamente en sus empeños, se observa en la crisis de las viviendas, las hipotecas y el financiamiento. Falla fundamentalmente al condicionar el funcionamiento de FEMA según un fuerte crisol de clases económicas y consideraciones raciales. FEMA incumple principalmente a los pobres, a los que no son propietarios de sus residencias, a los extranjeros y los sectores menos favorecidos. Ese es el saldo de Nueva Orleans y Katrina, es el cuadro que se asoma en Galveston y Ike, y pensar que hay quienes pretenden decirnos que será diferente en Puerto Rico.
De regreso a la distropía original con la que comencé, si Puerto Rico fuese víctima de un huracán categoría cuatro o cinco, con las realidades que hoy conocemos sobre terrenos inundables y construcciones en áreas de alta peligrosidad no nos debe extrañar que tras la tormenta haya, como en Nueva Orleans y Galveston, una implementación de reconstrucción basado en la exclusión social, en la que sectores de intereses económicos hoteleros ‘aprovechen’ para rediseñar el mapa urbano.
Como dicen en Nueva Orleans y en Galveston sobre los desplazados, que se queden por allá o busquen dónde vivir que aquí no tienen que regresar. Y eso amigos podría ser tan real como es real el peligro de Paseo Caribe.
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2 comentarios:
La estimada camp@ Wanda Colón Cortés nos envia:
COMUNICADO DE PRENSA
Desmienten estudio Asociación Constructores de Hogares
San Juan - Planificadores y entidades ambientales desmintieron las conclusiones del supuesto estudio científico presentado por la Asociación de Constructores de Hogares (ACH), que alega que el 77% de los terrenos de las costas y el 84% de las tierras están en condiciones vírgenes y subutilizadas.
Para el planificador Carlos Maysonet, ex director de la desmantelada Oficina del Plan de Usos de Terrenos de Puerto Rico, "los constructores están demostrando una gran prepotencia e insensibilidad humana al ignorar el clamor ciudadano de que se detenga el patrón de desarrollo salvaje que ha padecido el País durante las últimas décadas, y que se ha manifestado de manera trágica en las lluvias de los pasados días". El profesor Maysonet catalogó de ofensivas las expresiones del presidente de los constructores, ingeniero Rafael Rojo, que dice que esto obedece a "campañas de desinformación".
El planificador José Rivera Santana señaló que "los que hoy dicen que el 84% de los terrenos del País están listos para ser aplanados y convertidos en cemento son los mismos, que utilizaron todo su poder económico para que se desmantelara la Oficina del Plan de Uso de Terrenos de Puerto Rico". El Plan de Uso de Terrenos es el instrumento que de manera científica y objetiva, puede proponer en qué lugares se puede o no desarrollar. "Sin embargo, dicho esfuerzo fue descontinuado y todavía duerme el sueño de los justos en la Junta de Planificación", denunció Rivera Santana.
Sobre los datos que presentó la ACH en el estudio divulgado esta semana, la planificadora ambiental de Iniciativa para un Desarrollo Sustentable, Carmen Guerrero Pérez destacó que "los constructores deben entender que la preocupación, tanto de las comunidades como de los grupos ambientales, no es el por ciento de cobertura urbana de la Isla, sino la tasa de cambio de esa cobertura urbana y su ubicación en áreas de importancia ecológica, agrícola, de abastecimiento de agua potable y de esparcimiento, entre otras".
Guerrero Pérez, también recalcó que "algunos de los datos (ej; cobertura de suelos urbanos) son similares a los que ya presentan un sinnúmero de estudios publicados, como el primer borrador del Plan de Usos de Terrenos de Puerto Rico, el borrador del Programa de Manejo de la Zona Costanera e investigaciones científicas elaboradas por entidades de calibre mundial como el Instituto Internacional de Dasonomía Tropical"
Los planificadores coincidieron que el razonamiento del Ing. Rojo y las acciones de los desarrolladores, en complicidad con la Junta de Planificación y otras agencias de permisos, han tenido y continúan teniendo serias consecuencias, sobre la vida de muchos puertorriqueños. La construcción en lugares inadecuados y los cambios al contorno de los terrenos y de las aguas que los drenan, son responsables de la mayor parte de las desgracias que hoy viven ciudadanos de los pueblos afectados por las lluvias, y que en el pasado reciente han vivido residentes de Lares, Manatí, Ponce, y otros municipios.
De igual forma destacaron que el frenesí de construcción que arropa al País, y que parece ser la punta de lanza de la Junta de Planificación, ha inutilizado miles de cuerdas de terreno de gran potencial agrícola, lo que deja al País indefenso ante la crisis alimentaria mundial que se perfila, y ha destruido miles de cuerdas de terrenos de alto valor ecológico.
También enfatizaron que urge cambiar el mito de que terrenos no construidos equivalen a terrenos subutilizados sin valor económico, ya que muchas de las zonas sin cobertura urbana brindan una gran cantidad de servicios básicos, como son los abastos de agua potable, las fuentes de producción agrícola, el control de inundaciones y la sedimentación, así como la protección contra marejadas y huracanes, y atractivos turísticos y recreativos, entre otros, que contribuyen y aportan a nuestro desarrollo socioeconómico.
Finalizaron señalando que el pueblo no necesita de más estudios para saber dónde estamos, que lo que se necesita es de planes para saber hacia dónde dirigir al País. Que hoy, más que nunca, lo que Puerto Rico necesita es un Plan de Usos de Terrenos.
3 de octubre de 2008
Ver tabla:
Contactos: José Rivera Santana - 787-509-8367
Carlos Maysonet - 787-717-9193
- Olvídate de lo material. Dale gracias a Dios que estás vivo, lo demás aparece.
¿Cuántas veces hemos escuchado estas palabras de consuelo para víctimas de algún incendio o desastre natural que han perdido sus hogares y toda posesión material?
Ciertamente la vida humana está por encima de cualquier bien material y es lo que incluso instintivamente tendemos a salvaguardar. Sin embargo esta verdad no parece ser suficiente para consolar del todo a quien ve el esfuerzo de toda una vida reducido a escombros y ante sus limitaciones económicas se reconoce impotente ante la desgracia. La devastación material trae consigo una devastación emocional pues estas personas atraviesan una experiencia de pérdida, desamparo e incertidumbre. Las ayudas económicas tienden a demorar y en muy pocas ocasiones cuentan con la atención psicológica necesaria para superar la experiencia y dentro de un proceso de resilencia lograr restablecer sus vidas.
No siempre se tiene consciencia del verdadero significado que tiene para todo ser humano contar con una vivienda. Ciertamente, como bien menciona Roberto, nuestros hogares determinan el acceso a aspectos básicos para el pleno desarrollo social del individuo. Los que hemos tenido la fortuna de nacer y crecer en un hogar bajo el amparo del seno familiar (funcional) hemos experimentado un sentido de afecto, protección y seguridad que ciertamente ha sido determinante en nuestra trayectoria. La vivienda donde se establece el hogar es el punto de partida, el conector, como si fuese un ente facilitador en la integración y adaptación social, nos da la oportunidad de crecer y vivir con dignidad. Así es como el derecho a una vivienda digna está internacionalmente reconocido como un derecho humano básico (Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales).
Si bien es cierto que no podemos evitar ser azotados por un huracán o cualquier otro desastre natural, también es cierto que podemos aminorar el impacto de sus consecuencias. Esto en gran medida es una responsabilidad que cae en el estado, quien hemos visto autoriza todo tipo de construcciones indiscriminadamente de los resultados en los estudios de viabilidad. Parte de la responsabilidad de ARPE es velar que las leyes y reglamentos sobre la construcción se cumplan, por el bien y la seguridad de los ciudadanos. De ARPE y su “irresponsabilidades” en todo este asunto podríamos estar hablando 200 artículos más; pero hoy comentamos parte del “Vía crucis” que viven los damnificados de desastres naturales y que se suponen estén cobijados dentro de los planes de seguridad nacional. Justamente es la misión de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés); Guiar a América hacia la preparación, prevención, respuesta y recuperación de los desastres (habrá que ver cuán parte de esa “América” somos dentro de nuestra condición de colonia). Ya vemos como no basta con crear agencias y la asignación de fondos si la gestión no está a la altura de la necesidad real siempre apremiante, esa que se transmite en sufrimiento y genera graves consecuencias, no solo para el individuo o familia afectada, pues las repercusiones se extienden a comunidades y otros entornos sociales.
El procedimiento de FEMA establece que un Inspector le visitará entre los primeros diez días después de haber sido radicada la solicitud y que en los sucesivos diez días a la visita del Inspector el solicitante recibirá una notificación de elegibilidad con instrucciones adicionales. Evidentemente este proceso está teniendo unas dilaciones cuando pasa de lo teórico a lo práctico. Pero me parece importante atender las denuncias de damnificados y alcaldes cuando hablan de que tanto ayudas estatales como federales no llegan con equidad a todas las áreas afectadas y que por lo tanto, no es un proceso justo en la medida que margina y condena a sectores específicos a una prolongación indefinida de esa devastación psicológica y moral que se menciono anteriormente. De hecho existe una Ley, conocida como el Acta de Robert T. Standford que aparte de ser la que autoriza la ayuda federal cuando el presidente declara a un estado como un área de desastre, en su Sección 308 protege a personas contra la discriminación basada en raza y región, entre otros aspectos.
En fin que la desgracia de unos se convierte en desgracia de todos, porque tenemos que entender de una vez y por todas que somos parte de un Puerto Rico que anda sin pies, ni cabeza. Donde desde hace muchos años carecemos de gobernabilidad, de ley y de orden. Este país está en manos de los grandes intereses económicos que al final de cuentas son quienes poseen el poder político. Ya no veo mucha diferencia en cómo actúan las dependencias estatales y las federales y aunque suene trillado en mi discurso, no vamos en vías de una sociedad estamentaria, ya lo somos. Así que una implementación de reconstrucción basada en la exclusión social, tal y como dice Roberto no me extrañaría nada.
Tema que quizás pueda interesar: http://blogs.ya.com/sinremilgos/200804.htm
Daritza Rodríguez-Arroyo
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