miércoles, 6 de agosto de 2008

La grandeza de los hombres. Dedicado al Conde de Capetillo.


“Pero, ¿qué piensan..? Entregarle la isla al pueblo… -Palabras de Arturo Madero en una entrevista radial el año pasado.

Lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad. – Séneca.

De momento nos sacuden las implicaciones de la resoluciones del Tribunal Supremo en torno a Paseo Caribe como si fuese los efectos radioactivos de una bomba atómica cuya capacidad de destrucción desfigura la realidad física de la historia y su nube en forma de hongo gigante presagia que la vida humana jamás será igual a la vez, que siempre habrá efectos posteriores adversos en generaciones posteriores.

Un evento que cayó sobre nuestras vidas producto de males intrínsecos de nuestra forma de vida, los avances de una ciencia deshumanizada, algunas de las mentes más brillantes de la época, comprometidos con mejorar el futuro de la humanidad y que por errores y equivocaciones, pasiones desacerbadas e intereses desenfocados, crean el episodio más horrible de todos los tiempos, la pesadilla de un Armagedón sin visos bíblicos.

Veamos cómo aplica el ejercicio analítico.

Paseo Caribe, la destrucción de un litoral que desfigura la realidad física de nuestra historia. Sus edificaciones en forma de hongos gigantescos de cemento presagia que la vida de los puertorriqueños jamás será igual, que siempre habrá efectos posteriores adversos en generaciones posteriores que inseguros sentirán como el contorno de su isla puede accidentarse o contaminarse trágicamente en adoración al demonio de las ganancias excesivas y el hambre insaciable de la élite por apoderarse de todo.

Paseo Caribe, producto de males intrínsecos de nuestra forma de vida: el capitalismo deshumanizado y rapaz ideó cómo valerse de una propiedad que representaba un capítulo hermoso de nuestra evolución como pueblo y nacionalidad, una propiedad nuestra, de todos, la entrada misma a nuestra milenaria y amurallada ciudad capital para dedicárselo a los vicios de los lujos, los excesos y la vanidad urbana por encima de la estima por el sano ambiente y el orgullo histórico.

Y el Tribunal Supremo, practicando una alquimia jurídica antipuertorriqueña, antiambientalisa, devoto del becerro de oro de la propiedad privada, parece padecer de una miopía alucinante que no le permite ver fotos que claramente demuestran cambios en la costa, sordera que no logra escuchar voces que confirman que hubo destrucción masiva de paredes y fundamentos de edificaciones históricas, y una amnesia patriótica que les borra pasajes enteros de nuestra historia de pueblo.

Algunas de las que supuestamente debiesen ser nuestras mentes jurídicas más brillantes han desarrollados dones cuestionables de sastrería de teorías de queso suizo (lleno de agujeros y maloliente). Las pasiones desacerbadas y provocadas por las amistades del y en el poder y por rodearse de magos ilusionistas de los medios masivos que usan múltiples sombreros de carnaval para bailar seductoramente en todos los escenarios en que haya algo que lograr con pocos méritos y mucha ganancia, conjuntamente con algo de intereses decadentes de querer estar bien con los que bien e$tán (aunque esto incluya estar en juntillas con ciertos exbanqueros convictos y vedados de por vida de la banca [pero ese crimen de alta sociedad se puede obviar aparentemente mientras observamos sus colecciones de arte] al son de vinos exquisitos y caviar beluga). Y violá, suscribimos una oda extensa que justifique la abominación millonaria tranquilos ya que como buenos católicos con delirios papales podemos condenar al que se atreva a criticarnos.

Y sucede que olvidan a otros, muchos más importantes personajes de la historia de la humanidad que estuvieron en situaciones similares solo para descubrir que sus acciones erradas se convirtieron en sus peores pesadillas.

Adolfo Nobel que amasó una fortuna a base de adelantos en explosivos y dinamita para luego antes de morir dejar dichas riquezas consignadas a la construcción de un mejor mundo y Alberto Einstein, aunque de hecho no trabajó en el Proyecto Manhattan, había escrito la carta explicativa en la que convencía al Presidente Roosevelt de la necesidad de hacer el arma más perfecta de destrucción total, para luego dedicar el resto de su vida a luchar contra las bombas que ideó.

Aplicando algo de la filosofía russeliana del Manifiesto Russell/Einstein podríamos decir que se yergue ante el Supremo un reto formidable:
Aquí radica pues, el problema que le presentamos, cabal, espantoso e ineludible: ¿Pondremos fin a la cultura, identidad y patrimonio cultural puertorriqueño...?
Está ante nosotros, si lo elegimos, progreso continuo en felicidad, conocimiento y sabiduría. ¿Elegiremos la muerte de la esperanza por no poder olvidar nuestras disputas? Hacemos este llamado como seres humanos: Recuerden su condición humana y olviden lo demás. Si pueden hacerlo el camino permanece abierto…

Y así llego a la anécdota que era lo que realmente (desde el inicio o el saque) deseaba relatar y que creo encierra una de las lecciones más hermosas y sentidas que escuché durante este año 2008: una anécdota que surge en una entrevista extensa al legendario Bill Russell que usó para explicar la grandeza a su vez del dirigente de proporciones mitológicas Red Auerbach.

Por que se que no todos disfrutan de la misma manera mi gusto por la historia del baloncesto, debo contextualizar un poco. Espero que no les aburra con mis referencias de fanático delirante.

Bill Russell es un extraordinario ser humano y atleta, en el 1956 fue olímpico en dos eventos diferentes, baloncesto y salto a lo alto. Después de jugar en el equipo de los EEUU que ganó la medalla de oro olímpica del baloncesto 1956 en Melbourne, se unió a los Celtics de Boston bajo el mando del legendario Red Auerbach. Con Russell en el centro, los Celtics ganaron 11 campeonatos de NBA en 13 temporadas. En cinco ocasiones Russell fue el jugador más valioso del NBA.

Red era todo un personaje pintoresco que recibió hasta atribuciones supesticiosas y que hizo famosa su costumbre de fumarse un puro de la victoria cuando pensaba que el encuentro estaba decidido, un hábito que se hizo de culto en Boston y que de hecho eventualmente le causó hasta problemas (en la época final de su asociación, tuvo 56 años con la franquicia ya que luego de ‘coach’ fue el gerente general, Red era la única persona autorizada a fumar dentro de la cancha, los fanáticos acérrimos de Boston equiparaban a su fumar con la victoria y defendieron dejarlo fumar siquiera el solitario cigarro). Al retirarse dejó de fumar, hay quienes piensan que no lo había dejado antes (no por las presiones y críticas) precisamente porque era supersticioso también igual que los fanáticos.

Además, era famoso debido a su carácter feroz, a menudo entraba en altercados verbales con los árbitros, recibiendo más multas y siendo más veces expulsado del partido que cualquier otro entrenador en la historia de la liga. Para que vean lo histórico, polémico y revolucionario que fue Red, en 1950 seleccionó al afroamericano Chuck Cooper, convirtiéndose en el primer jugador negro en ser ‘drafteado’ por un equipo de la NBA. Con ello, Red derribó la barrera racial en el baloncesto profesional.

Desde 1956 hasta 1966, los Celtics ganaron nueve campeonatos en diez años, incluyendo ocho de ellos de manera consecutiva (mayor racha en la historia del NBA). En 1965-66 los Celtics ganaron su octavo título consecutivo bajo Auerbach. Esta vez, el equipo de Russell eliminó de nuevo a los 76ers, plantándose en las Finales con los Lakers de rivales por segundo año consecutivo y por cuarta vez en cinco años. Esta vez, la serie estuvo más igualada, decidiéndose en siete partidos.

En la entrevista que vi, una de una serie de entrevistas a Russell, los medios televisivos aprovechando la temporada increíblemente exitosa de Boston en 2008 (tras haber sido el peor equipo en 2007) buscaban recontar o revivir parte de la leyenda de los Celtics de antaño, Boston llevaba 22 años sin ganar el campeonato, y le preguntaron ¿cómo podía explicar la grandeza de Red Auerbach?

Bill Russell, un hombre culto, alegre y locuaz, con fuertes opiniones (es activo en el movimiento de derechos civiles desde los sesenta) y sin temor de expresarse, se quedó pensativo un breve rato. Contó sobre el sexto juego de esa serie final de 1965-66, los Celtics si ganaban se coronaban campeones, si perdían la serie se empataba con sus eternos rivales los Lakers. Casi al final del juego, Red pide un tiempo y organiza la jugada final para anotar el canasto de la victoria (como había hecho cientos de veces). Al retornar a juego los Celtics ejecutaron la jugada pero fallaron y los Lakers ganaron.

Tras el juego los jugadores esperaban en el camerino, esperando la acostumbrada descarga verbal de su emocional y verbal dirigente. El tiempo pasaba y Red no salía de su oficina. Algo desesperados los jugadores le pidieron a Russell que fuera a ver qué pasaba, Russell además de ser una estrella indiscutible, era el capitán del equipo. Bill accedió y silenciosamente se acercó a la oficina, ya al lado de la puerta escuchó al aguerrido Auerbach orando y pidiéndole a Dios que lo perdonara. Bill consternado regresó con sus compañeros diciéndole que tendrían que esperar (pero sin soltar prenda de lo que escuchó).

Al rato salió Red y se dirigió al equipo, ya no en su acostumbrado tono enérgico, les dijo: “Muchachos excúsenme, jugaron tremendo juego, el que fallé fui yo.” Y salió.

Al otro día ganaron convincentemente, esa temporada Red Auerbach renunció como dirigente del equipo dejándole las riendas a Russell (aunque se quedó con la organización por décadas después).

Bill Russell dijo a manera de comentario, estas palabras, “Así de grande era ese hombre, que podía aceptar sus errores y pedir excusas”.

Y esa lección simple y fundamental parece faltar tremendamente en nuestros días en que hombres pequeños, no de estatura, cometen errores con conocimiento de causa y efecto y buscan mediante doctrinas bizarras justificar lo que no tiene justificación, inventando teorías incoherentes y faltas de lógica.

Collins, una división de HarperCollins, acordó este año pagar a Russell, más de $1 millón para escribir un libro acerca de Red Auerbach. Creo que cuando el libro salga, lo compraré además para donar una copia junto a la novela de John Grisham, La apelación y un copia del excelente tratado de Antonio Fernós López Cepero, De San Jerónimo a Paseo Caribe para la biblioteca del Tribunal Supremo de Puerto Rico inspirado por las palabras de Bill Russell y de Bertrand Russell, entre otros.

Errar es humano, pero más lo es culpar de ello a otros. Es tan difícil decir la verdad como ocultarla. –Gracián.



Pos data irónica- tal vez ante la imposibilidad del gobierno del Estado Libre Asociado de defender nuestro patrimonio debimos recordarle que la legislación federal es clara en aquello que ellos aparentemente están confundidos para nuestra mayor ironía nacional.
[16 U.S.C. 470 — Short title of the Act]
(a)
This Act may be cited as the "National Historic Preservation Act".
[Purpose of the Act]
(b)
The Congress finds and declares that —
(1)
the spirit and direction of the Nation are founded upon and reflected in its historic heritage;
(2)
the historical and cultural foundations of the Nation should be preserved as a living part of our community life and development in order to give a sense of orientation to the American people;
(3)
historic properties significant to the Nation's heritage are being lost or substantially altered,
often inadvertently, with increasing frequency;
(4)
the preservation of this irreplaceable heritage is in the public interest so that its vital legacy of cultural, educational, aesthetic, inspirational, economic, and energy benefits will be maintained and enriched for future generations of Americans;


Historic Property: Site
A site is a location of a significant event, occupation, or activity, where the location itself passes historic value, regardless of the value of any existing structure.
Examples of historic sites include:
Battlefields
Campsites
Designed landscapes
Ruins of a building or structure

3 comentarios:

Obama honra a ex baloncelista Bill Russell dijo...

Obama honra a ex baloncelista
Bill Russell recibió la Medalla de la Libertad.
El presidente Barack Obama otorgó la Medalla de la Libertad a 15 personas que incluyen un ex presidente estadounidense, una leyenda del baloncesto y un héroe de los derechos civiles. Entre los galardonados también está la canciller alemana Angela Merkel.

Durante una ceremonia en la Casa Blanca, Obama dijo que quienes recibieron el galardón representan "lo mejor de quiénes somos y quienes aspiramos a ser".

La Medalla de la Libertad es el máximo honor civil del país y se otorga a personas que hayan realizado una importante contribución a la seguridad nacional, la paz mundial, la cultura u otras iniciativas privadas o públicas.

Entre los galardonados están el ex presidente George Herbert Walker Bush —padre de George Walker Bush, predecesor de Obama_, la ex estrella del baloncesto Bill Russell, el empresario Warren Buffett y el activista de derechos civiles, el representante John Lewis.

http://www.elnuevodia.com/obamahonraaexbaloncelista-891921.html

Rei Millán dijo...

Roberto, gracias por compartirlo.

Irene Hernandez dijo...

I just saw an interview with him...very humble and noble human being..... it is quite inspiring to see these acknowledgments in our society for someone with a proven patrimony of humanitarianism and excellence...upps ( sorry guys).