¿Qué tan bajo es el criterio para “evaluar” a LUMA Energy? ¿Cuándo llamamos un fiasco por su nombre?
A pesar de algunos escasos éxitos organizacionales reales, el cambio sigue siendo difícil de lograr y pocos manejan el proceso tan bien como les gustaría.
El hecho brutal es que alrededor del 70% de todas las iniciativas de cambio fracasan. (HarvardBusinessReview)
El resultado es que la mayoría de los esfuerzos de cambio tienen un alto costo, tanto humano como económico. Para mejorar las probabilidades, es imperativo comprender mucho mejor la naturaleza y el proceso de cambio. Pero incluso eso no es suficiente.
La investigación organizacional como ciencia sugiere que hay dos arquetipos, o teorías, de cambio sobre por qué y cómo se deben realizar los cambios.
La teoría E es el cambio basado en el valor económico.
La teoría O es el cambio basado en la capacidad organizativa.
Ambos son modelos válidos pero las estrategias de cambio E son más comunes que las estrategias de cambio O.
El problema profundo y amplio de LUMA Energy es que ha fracasado en ambas consideraciones tanto desde la perspectiva de valor económico y ha fracasado miserablemente en lograr el mínimo de capacidad organizativa.
¿Por qué fracasa tan estrepitosamente LUMA Energy, es una pregunta de varias capas?
En un enfoque de cambio, el objetivo es desarrollar la cultura corporativa y la capacidad humana a través del aprendizaje individual y organizacional: el proceso de cambiar, obtener retroalimentación, reflexionar y realizar más cambios.
LUMA Energy no ha logrado nada de lo anterior.
La sabiduría convencional nos asevera que “lo que comienza mal, termina peor.”
Tras 14 meses de tropiezos el cuadro de LUMA Energy es similar al del dirigente deportivo cuyo equipo no ha logrado una victoria en toda la temporada sino una ristra de derrotas bochornosas merecedoras de abucheos, está excluido de las series finales, ha perdido su fanaticada y la franquicia está en quiebra.
Lo cierto es que las métricas son inútiles cuando se emplean como herramienta de racionalización para intentar de justificar lo evidente. No hay creatividad posible que supere la falacia existencial absoluta.
Más interrupciones del servicio, menor satisfacción del cliente, tarifas más costosas, incapacidad para alcanzar controles de costos eficientes, reparaciones peores y más prolongadas, peligrosas explosiones y fluctuaciones eléctricas e imposibilidad de reunir una fuerza laboral adecuada suman las fallas de LUMA Energy.
Se acabaron los cuentos.
Entonces, ¿qué tan atrapados en el fango tenemos que estar para darnos cuenta de que no solo no saldremos del lodo sino que nos hundiremos cada vez más en el desastre?
Recuerdo el caso del alumno incompetente que al recibir sus notas va a pedir revisión académica y el profesor simplemente le tiene que decir que una F “incomplete” es insuperable, es subcero, reprobaste, punto. No hay probatoria porque simplemente no queda nada que probar.
Pachi Ortizfeliciano
Posdata.- Tal vez la supuesta inexistencia de “métricas” es sólo una miserable excusa o inaceptable subterfugio para no admitir lo que el 90% del pueblo sabe: LUMA Energy no nos ha servido ni nos sirve, punto.
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