miércoles, 29 de octubre de 2008

Dilemas y paradojas- el pan nuestro de cada día.


Entre los hombres hay pocos que se comporten según los principios – lo cuál es extremadamente bueno, pues puede suceder tan fácilmente que uno yerra en estos principios, y entonces la desventaja resultante se amplía todo cuanto más universal el principio y más resuelta la persona. -Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y lo sublime. Emmanuel Kant.

Un dilema es una situación en la que una persona manifiesta cierta duda ante una situación entre lo que debe hacer o decidir y lo que siente de como debe actuar, mostrando así una discrepancia de pensamiento, emoción o sentimiento. Un dilema moral se presenta como una situación posible en el ámbito de la realidad pero conflictiva a nivel moral, y por regla general se presenta como una elección disyuntiva: el protagonista se encuentra ante una situación y sólo existen dos, y nada más que dos, opciones.

Digamos votar o no votar, y si has decidido votar, ¿votar por qué, por quién...?, por quien crees es el mejor o votar por quien crees que puede ganar, esos son dilemas que se plantean en estos días.

Una paradoja es una declaración en apariencia verdadera que conlleva a una contradicción lógica o a una situación que contradice el sentido común. En palabras simples, una paradoja es lo opuesto a lo que uno considera cierto. La identificación de paradojas basadas en conceptos en apariencias razonables y simples ha impulsado importantes avances en la ciencia, filosofía y las matemáticas. Entre los temas recurrentes en las paradojas se encuentra la referencia directa e indirecta, la infinidad, definiciones y confusión de niveles de razonamiento lógico como los planteamientos de la dialéctica (la naturaleza contradictoria de los eventos).


Paradojas de nuestros tiempos son, por ejemplo, porqué no se pueden congeniar propuestas de desarrollo que sean sustentables a la vez que económicamente viables, porqué nuestra cultura, por ejemplo nuestra música que es enaltecida y deseada en todo el mundo, en nuestra isla padece de desatención, falta de apoyo e interés institucional cuando es uno de nuestros productos nacionales de mayor alcance, porqué no se le da la prioridad que se merece la educación y la mejora salarial de los maestros si todos alegan estar de acuerdo que la educación es vital para mejorar la calidad de vida, porqué no se estructuran programas comunitarios de alcance social cuando todos alegan supuestamente entender que la familia es la pieza fundamental de la sociedad y la manera de ayudar a la familia como institución es darle recursos y alternativas a las comunidades que son el marco sociológico natural de las familias.

Tal vez de las paradojas más dramáticas que se nos plantean en el Puerto Rico de hoy las encontramos en la Universidad de Puerto Rico. La vetusta empresa propiedad de todos los puertorriqueños, hoy en manos de ineficientes burócratas y académicos que han vendido su integridad al mejor postor, y que se convierte cada día más en negación viva de su concepto originador (violando los preceptos fundamentales de su ley orgánica, menospreciando su historia y tratando de soslayar tanto la jurisprudencia relevante como el enramado fundamental de derechos constitucionales) y laboratorio de políticas neoliberales (entrega de bienes públicos para efectos de explotación comercial privada), herejías intelectuales elitistas cocinándose en una empresa del pueblo al calor de mecanismos de control neofascistas (atropellando su filosofía democrática).

La esencia de la naturaleza puede no ser la lucha competitiva para la supervivencia en la que nos han enseñado a creer. El dilema de cómo vivir con la menor cantidad de destrucción a la tierra puede ser solucionado notando cómo la naturaleza vive, produce y se reproduce. Podemos crear un mundo donde la empresa humana contribuye a la salud del planeta. Ambientes sanos, sustentabilidad, renovación… no es una cuestión de las cosas sino de relaciones. La mejor manera de beneficiarse puede y debe ser beneficiar a otros.

Para el capitalismo moderno, la gente (a medida que el tiempo avanza la brecha entre ricos y pobres crece igual que la brecha entre países ricos y países pobres igual crece a pesar de todos los pronunciamientos de la ONU, la multiplicidad de acuerdos internacionales y pactos comerciales regionales y multinacionales) tiene que mayoritariamente ser no sólo pobres (mano de obra barata) sino desgraciados también. La gente debe ser pobre para comprar mierda disponible que es barata, a veces inútil o de dudoso valor real (alimentos que no alimentan, medicinas que son paliativos ineficientes, etc.) y de ínfima (si alguna) calidad. La gente debe también ser desgraciada (o por lo menos pateticamente insatisfecha) de modo que miren (compulsivamente) al consumo para sentirse bien (escapar de la realidad). Es la construcción social de necesidades irreales que conduce y hace el trabajo moderno del capitalismo enajenado y rapaz. Necesitamos realmente solamente el alimento, el agua, una gama de temperaturas viable, y un ambiente psicológicamente sano, pero los medios modernos y la cultura popular nos informan que necesitamos más cosas, más nuevas cosas, cosas en nuevos colores con nuevas características. Solo piensa en la evolución de los teléfonos móviles, en los sistemas de reproducción de música y de televisión, reproductores de video, automóviles y tanta otras cosas más y cuántos cambios de apariencia sin cambios verdaderos en su funcionalidad: consumismo rampante.


Los conceptos de maximizar la producción y la abundancia como moneda acumulada se presentan; cuanto más uno produce, más el dinero que se puede amontonar. Robar las comunidades locales de la capacidad de cuidarse a sí mismos, puesto que la ventaja comparativa existe no sólo entre individuos pero entre regiones y naciones. Las comunidades locales que eran una vez considerablemente más autosuficientes permiten que la producción de mercancías esenciales sea exportada a las regiones donde está más barata la producción de esas mercancías. De esta manera el comercio interregional ocurre sobre cada vez más distancias, y el individuo se hace cada vez más dependiente del comercio internacional. (En Puerto Rico nuestro sistema comercial es adicto del mercado de importaciones: consumimos en grandes cantidades lo que no producimos.) Mientras los individuos y las comunidades se especializan o se limitan dependiendo de cómo quieres interpretarlo, la cohesión de la comunidad llega a ser menos prominente, y el concepto de individualismo se presenta.

Y los dilemas y las paradojas abundan, se multiplican, los cuestionamientos no son claros ni mucho menos basados en conocimientos. El supuesto deber de divulgación y el derecho a estar informado subyacen tras camadas de publicidad y llamadas relaciones públicas que en la realidad distorsionan las imágenes, disfrazan la verdad y alimentan con medias verdades y mitos modernos al pueblo. Ejemplos: como disfrazan la exclusión social (empujar comunidades y poblaciones de un lado a otro, disponer de la propiedad desde la perspectiva del lucro minoritario, etc.) con el manto de la santidad del desarrollo económico: como han tomado la doctrina judicial que se creó para construir carreteras, escuelas, hospitales, acueductos y defender la nación, y la han convertido (prostituido) en un mecanismo para disponer de las propiedades de comunidades de escasos recursos y cederlas a los grandes intereses no importa tradición, historia de la comunidad, realidad social, solo las ganancias de las corporaciones y sus invesionistas, y como violentan propiedades del pueblo (Paseo Caribe) entregándolas a la élite mediante maquinaciones corruptas y triqueñuelas jurídicas.

Hemos pasado meses de campaña política sin hablar de la pobreza, sin explicar cómo van a incentivar la manufactura local, cómo desarrollar una agricultura que siquiera mínimamente pueda alimentar a la isla, cómo construir viviendas accesibles para la clase media, cuándo parar la guerra en Irak y Afganistán, cómo rehabilitar los miles de delincuentes habituales, cómo curar los miles de drogadictos, cuándo implantar una política de inmigración humana, cómo hacer proyectos turísticos basados en nuestra cultura, cómo crear una sociedad que no sea tóxica, suicida y nociva a nuestro entorno y tantos otros verdaderos problemas y preocupaciones. Solo nos han dado diatribas, consignas huecas y luchas fratricidas que solo ahondan los dilemas y multiplican las paradojas.













Hoy nuevamente nos encaramos a un sistema democrático que se estructura para solo tres cosas: proteger los grandes intereses del sistema capitalista, acomodar a un grupo político que administre sin escrúpulos el 'estatus quo' de manera que se pueda seguir acumulando capital privado y mantener a la gran inmensa mayoría del pueblo sometido al régimen consumista. Y el colmo es que mientras hasta en los Estados Unidos el gran tema es la economía, esto es: la distribución abismal y creciente de las riquezas, el desempleo estructural, la agonía de la manufactura y la agricultura, los salarios insuficientes, las viviendas caras, la necesidad de un sistema de salud para todos, incentivar la educación, la crisis de los derechos constitucionales y acabar la guerra en Irak, en Puerto Rico jugamos con trivializar la problemática social, acrecentar la rivalidad de tribus políticas definidas por intereses personalistas y basamos nuestro discurso en chismes y dimediretes. Ciertamente ha llegado la hora de elegir.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, buenos días, quiero aprovechar este encuentro para agradecerte, ya que por tí, a la distancia, puedo saber de vuestras realidades, que obviamente y por lo que escribes, lamentablemente debo aceptar que parecen ser universales.

mily dijo...

aun no puedo creer k haya tenido k leer tu blog por una tarea de la uni, pero en fin me encanto saber que no soy la unica persona que piensa asi...muchas gracias y sige asi un beso hasta pronto.

Hector Torrente dijo...

Muy bueno. Te felicito. Tenemos que conocernos y al filo de una buena tragada echar una buena conversación (hacer versos juntos).