viernes, 31 de agosto de 2018

No olviden nuestros nombres...



Hablemos de la muerte masiva y el arte. Hace un poco más de ochenta años, Pablo Picasso recibió una comisión que cambiaría para siempre su carrera. La República Española, entonces en medio de la Guerra Civil española contra el futuro dictador fascista Francisco Franco, le pidió a Picasso, entre otros artistas prominentes, que creara una pintura para su pabellón en la Exposición Internacional de París de 1937. El trabajo que hizo fue "Guernica", pintura mural inspirada en el bombardeo de un pequeño pueblo vasco. 
El 26 de abril de 1937, Franco ordenó a la Legión Cóndor nazi (cedida a Franco por Hitler) que arrojara bombas sobre Guernica, era un objetivo simbólico. El brutal atentado mató a cientos de personas (los informes varían alrededor de 1.700) y hirió a 900 más.
La pintura de Picasso es, sin duda, la obra de arte más importante producida en el siglo XX, el tema es la guerra, el mensaje es anti guerra. Tenga en cuenta esta dicotomía ya que la revisaremos nuevamente.
En 1938, Lewis Mumford proclamó la "muerte del monumento", viendo el proceso de "momificación arquitectónica" como anatema de la memoria que distancia la muerte trágica del contexto histórico.
Solo algunas otras consideraciones iniciales, "monumental" significa grande, importante y duradero, pero un monumento (más allá de las elegías a la violencia, la opresión y el imperialismo) puede ser un monumento dialógico que critica abiertamente el propósito o los hechos que son el tema en cuestión.
Los monumentos son arte público, porque operan en el espacio público, siempre tienen un contexto social y político para su significado, presentación y composición. La ubicación, percepciones y puntos de vista a veces contradictorios del significado de la cultura íntimamente ligados. El arte público, y más específicamente los monumentos, a menudo están conectados con las relaciones de poder, este es el subtexto que debe examinarse.
Arte para qué es interrogante inescapable.
Las esculturas públicas, que a menudo se vuelven invisibles en la vida cotidiana, de acuerdo con la literatura sobre el paisaje conmemorativo de la historia del arte, se relacionan con el cambiante terreno del sentimiento público; las prominentes historiadoras del arte Erika Doss, Harriet Senie y Mechtild Widrich escriben cada una textos significativos en la última década que historizan esta tendencia, criticando las implicaciones y evidentes manipulaciones políticas.
"La arquitectura monumental simplemente atiende llamadas a la participación pública y la experiencia del espectador sin obligar a los espectadores a asumir la responsabilidad del pasado y la propiedad del futuro".

- Mechtild Widrich, "Performative Monuments: The Rematerialisation of Public Art" (Manchester: Manchester University Press, 2014)


Así que los contornos afectivos y performativos de la vida pública han alterado fundamentalmente la naturaleza de los nuevos monumentos y estructuras conmemorativas en el espacio público para incorporar nuevas experiencias y sentimientos, y con suerte las nuevas estrategias para estos espacios simbólicos no solo desvian, distraen, alteran o niegan la historia, sino proponen formas de contextualizar los espacios públicos para que el público participe en la creación de un futuro democrático en lugar del escapismo revisionista o la incesante apología oficialista. 
Y así, los contra-monumentos han surgido como un nuevo modo crítico de práctica conmemorativa.
Una razón por la cual "Guernica" de Picasso se considera un tesoro en términos de historia del arte es que parece proporcionar un puente entre lo que algunos consideraban polos imposibles en una oferta o propuesta creativa dialéctica: la idea de hacer una declaración política y una declaración artística al mismo tiempo sin incidir en lo panfletario o propagandístico. Guernica traiciona el estereotipo, irrumpe la tradición y se divorcia de la práctica académica. Toma un tema muy tradicional, la guerra, y lo hizo relevante para nuevos tiempos, nuevas audiencias y nuevas sensibilidades.
Ahora, tras esta breve ponderación, sirvan mis preocupaciones como muestra de que NO necesitamos ni queremos un adefesio decorado de las excusas o los falsos arrepentimientos del gobierno, 
NO necesitamos nada que nos aleje de meditar sobre las implicaciones de la negligencia, el prejuicio y el discrimen, y las miles de muertos que produjeron tras el huracán.
pachi/ ROF

2 comentarios:

Roberto Ortiz-Feliciano dijo...

Retomemos el debate: Lewis Mumford tenía razón cuando dijo: "La noción de un monumento moderno es realmente una contradicción en términos: si es un monumento, no es moderno, y si es moderno, no puede ser un monumento". Los monumentos conmemorativos, en concreto y piedra, tienen un problema inherente porque los recuerdos no son fijos. Las percepciones cambian. El ejercicio del monumento es realmente una cuestión de quién ejerce el poder en un momento dado.
Hace siglos, el arte público era encargado por la realeza, los aristócratas y la iglesia. La democracia alteró eso. El arte público en una democracia requiere o aspira a un consenso.
El propósito y objetivo de un recuerdo es hacer que la gente hable sobre el tema o evento. Es el arte antes que los negocios: un concepto sorprendente en lugar de como Lewis Mumford escribió en "El caso contra la 'arquitectura moderna'", "elegantes monumentos de la nada".
(Mumford) "Al permitir que las organizaciones y artilugios se hagan cargo de nuestras vidas, hemos perdido las únicas cualidades que podrían justificar nuestra existencia: sensibilidad, conciencia, receptividad, inteligencia expresiva, humanidad y creatividad. ¡Y amor! Sí, sobre todo amor . "(Mumford advierte:) " Construyamos para amantes y amigos ".
De hecho, el monumento como institución y concepto ya había sido objeto de un ataque antes del siglo XX. "¡Fuera con los monumentos!" Nietzsche declaró en su ataque contra el historicismo alemán del siglo XIX que oprimía a los vivos con versiones embrutecidas del pasado, lo que Nietzsche llamó "historia monumental".
Mumford sugiere que, tradicionalmente, parece ser han sido los menos eficaces gobiernos los que para compensar su escasez de logros proponen monumentos y estatuas que es la construcción de distracciones que los engrandecen a sí mismos (en la ausencia verdaderos méritos perdurables). Es como si nos deshacemos de la obligación de recordar y pensar sobre lo que realmente sucedió, la rigidez y las grandiosas pretensiones de permanencia lo condenan a ser la contradicción total de un "nuevo arcaismo".
Al final, el contra-monumento nos recuerda la existencia del debate no resuelto, las semillas de la duda fundamental, sobre qué y cuáles memorias preservar, en nombre de quién y con qué fin.
Entonces, ¿se trata la pregunta sobre el arte y los recuerdos o sobre la política y los intentos de manipular la percepción pública?
Lewis Mumford argumentó que los monumentos han perdido su legitimidad estética y social.

Ver:
Lewis Mumford La muerte del monumento (1937)
https://courseworks2.columbia.edu/courses/10532/files/579165/preview?verifier=PH60j5V0dz1N3r2AgwwwGm9dREyAkDutowE9G3IP
https://books.google.com/books/about/The_Death_of_the_Monument.html?id=xaCVtwAACAAJ

Roberto Ortiz-Feliciano dijo...

La importancia de la historia. La historia es una ciencia social cuyo campo de estudio es el pasado de los seres humanos, hechos y vidas que, por diversas razones, son considerados importantes y dignos de ser conocidos. Recordar es la clave. Recordar lo que fue y quiénes fueron real.
Durante el proceso de esclarecimiento de la verdad se está llevando a cabo un proceso de reconstrucción del pasado. Es un valor cultural, nuestro pasado permanece, a pesar de que la historia siga su rumbo. Aunque las víctimas son protagonistas de su propia historia son de gran importancia para la construcción de la memoria histórica debido a que son ellos también sus protagonistas y autores. Como se vive, por razones diversas, en España con los desaparecidos del franquismo o Colombia por su guerra civil, se trata de honrar la vida mediante la memoria colectiva o histórica, y de la creación de un lenguaje y significado de los miembros de un pueblo y sociedad. Simplemente olvidarlos es una afrenta tanto a los muertos como a los vivos, es decir que no valen cuando es supuesto fundamental y constitucional que todos y todas tenemos iguales derechos y valor.
Las víctimas son, sin lugar a duda, uno de los elementos más importantes para la construcción de la memoria colectiva, se trata de la historia de un pueblo, y los protagonistas tuvieron personalidad, privacidad e intimidad, fueron y son el pueblo.
Hay quienes prefieren olvidar y ciertamente es su derecho personal pero me parece que lo intolerable es ignorar la vida de miles como acto oficial, aunque sea difícil cumplir la tarea de construir la memoria histórica, considero que es lo ético, lo humano y lo justo. Que el tiempo haga lo que hace pero no seamos irresponsables al acelerar su paso.