si me preguntas...

Hay una sola verdadera razón por la cual dar gracias, porque podemos amar, aunque por amar seamos desgraciados…

Vivimos tanto, y viviendo perdemos tanto, pero aun estepario y desierto, abandonado y vencido, en algún agujero de nuestro ser carcomido por el dolor, hay una canción escondida esperando escaparse…


Y esa chispa de alegría crisálida, oruga fea que se anida en el tronco de nuestra ronca voz, es musical insecto maravilloso que deslumbra nuestra tristeza, a veces cuando menos lo esperamos o más creemos aborrecerlo…

Desgarra las páginas de nuestra rutinaria narración, con contrapuntos y golpes rítmicos que nos vuelven a hacer menear las ilusiones como nalgas cachondas en una rumba delirante, regresa el baile indómito y destruye la estatua mirándose en el espejo roto en la que nos hemos transformado…


Porque cierto es que vivir sin amar es ser inerte como la roca que aunque rueda, poco siente su rumbo, viajar la vida amando es volar aunque sea solo dando vueltas por tu isla, cantando noche y día sin fin, danzando hasta en los sueños…

Y el tiempo que antes secaba nuestra boca sedienta de besos cambia de rumbo y llena nuestras velas de anhelos y deseos, el mar y el amar, es ir con estrella aunque esté nublado, aunque llueva temores y espantos, aun hundiéndose la barca, sigues, sea al puerto, sea donde sea que lleguemos, si llegamos a algún sitio…


Damos gracias porque amamos…

Imagínate…

Gracias a la falta de dinero, amamos la sinceridad del gesto sencillo y simple…

Gracias al miedo, amamos el abrazo tibio y tierno que sana soledades…

Gracias a las pesadillas, amamos las mañanas llenas de amores, colores, olores y sabores conocidos…

Gracias al silencio, amamos la música...

Gracias a la muerte, amamos la vida...

Gracias a la memoria, amamos a quienes nos amaron, los que nos siguen amando y quienes nos habrán de amar…


Estoy cansado,
trastornado,
lejos, vivo...
pero no ingrato.